El maestro jardinero
Cine - Series / Paul Schrader

El maestro jardinero

7 / 10
J. Picatoste Verdejo — 09-06-2023
Empresa — Kojo Studios, Curmudgeon Films
Fotografía — Cartel de la película

¿Qué tendrá el paso del tiempo que amansa incluso a los más indómitos? En “El maestro jardinero”, Paul Schrader, creador de personajes fieros como el Travis Bickle de “Taxi Driver” –fue guionista de la cinta de Scorsese– introduce la calma en una historia que, si no fuera por eso, contaría poco nuevo. Otra vez este director y guionista crecido en la doctrina calvinista y fecundo autor de historias pobladas de hombres torturados nos habla de redención y culpa –como lo hiciera antes en la espinosa “El reverendo” y la fría “El contador de cartas”, con las que esta película (superior a ellas) forma una trilogía– a través de un jardinero con un pasado estremecedor, cuya marca corporal delatora él mismo se niega a eliminar.

Sin embargo, gracias a un guión que cuida a su protagonista como a una planta necesitada de luz, hay belleza en ese personaje preso de su conciencia y conminado por su jefa –una poderosa Sigourney Weaver– a formar en su especialidad a su díscola sobrina –refrescante revelación Quintessa Swindell–, brote silvestre que necesita ser enraizado. La sencilla metáfora horticultora de este aprendizaje se encarama como una enredadera por otros esquejes de la historia e incluso hay una escena florida de cariz romántico, entre lo onírico y lo real, que aparece insólita en la carrera de quien ideó, por ejemplo, que el enajenado taxista Bickle fuera, en su primera cita con una chica, a ver una película porno. Ha pasado casi medio siglo entre una escena y otra.

Apenas hay violencia –exceptuando la parte final que amaga con emparentar la cinta con la citada obra de Scorsese– en este film de segundas oportunidades para quien quiera aprovecharlas. De hecho, la única gran pega que se le puede reprochar al libreto es que se fuerzan ciertas situaciones para llegar a la explosión de violencia cuando los derroteros transitados por Schrader habían sido otros. Y mención especial para Joel Edgerton que modula con precisión los conflictos internos del protagonista.

 

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