Selftape
Cine - Series / Bàrbara Farré

Selftape

7 / 10
Daniel Grandes — 13-04-2023
Empresa — Filmin
Fotografía — Cartel de la película

La tercera serie original de Filmin vuelve a reivindicar la autoficción como uno de los géneros imprescindibles para comprender la contemporaneidad. Primero vino el alter ego de Carlo Padial en “Doctor Portuondo” (21) y, poco más tarde, llegaron Berta Prieto y Belén Barenys para desprenderse del filtro de la ficción en Autodefensa (22). En esta ocasión, “Selftape” propone poner una cámara detrás de las cámaras para coreografiar un retrato casi documental de las actrices y hermanas Joana y Mireia Vilapuig. La serie dirigida por Bàrbara Farré —directora y guionista de “La última virgen” (17) y responsable de diversos videoclips como “F*cking Money Man” de Rosalía o “El relámpago” de Amaia— apuesta por la sinceridad y la transparencia como principales valores generando un espacio íntimo, sin prisas, en el que las protagonistas pueden desnudarse de su condición de personajes y exponer todo aquello que llevaban mucho tiempo queriendo decir.

Fijándose en la estética de cineastas como Joana Hogg o Sofia Coppola, “Selftape” explora las consecuencias de la exposición pública desde un encuadre atípico, mucho más interesada en retratar una fama que condena a la soledad y al aislamiento que en repetir un relato sobre la masificación y los excesos. Farré esboza una Barcelona hopperiana, una ciudad impasible que se vacía cuando menos lo necesitamos. Pero sobre todo crea un dispositivo donde la figura de la cineasta se hace a un lado para subordinarse a las necesidades de Mireia y Joana, ambas estelares en este valiente ejercicio terapéutico. “Selftape” permite un relato ausente de metáforas, explícito en cuanto a su descripción de la envidia, el abuso, la cosificación y la competitividad como valores implícitos a la tarea de la actriz. La serie señala los fantasmas de la industria audiovisual para ponerlos sobre la mesa, para que ya no sean más fantasmas sino figuras existentes que apuntar con el dedo.

Sin embargo, es en aquellos episodios en los que la sinceridad se posa sobre las hermanas —y no sobre las actrices— donde “Selftape” despliega una emocionalidad indiscutible. Mireia y Joana nos abren las puertas de una privacidad muchas veces complicada, que habla sin filtros sobre lo impulsivo paradójico de compararse con aquellos que más quieres. Mientras que la serie pierde algo de potencia emotiva (y sincera) cuando se amarra a un argumento más tradicional y académico, brilla cuando se deja llevar en esos instantes más antológicos y casuales (¡más parecidos a la vida!), llegando a recordar a los mejores momentos de “Girls” de Lena Dunham. Por mucho que a ratos el guion se distinga demasiado en esta ventana a las vidas de Joana y Mireia, “Selftape” consigue encontrar instantes donde el humanismo brota con una sinceridad instintiva. Y, sobre todo, triunfa en su capacidad de visibilizar una realidad cultural que muchas veces la narrativa capitalista deja en fuera de campo: la de la frustración, la del miedo, la de los privilegios (quizás se echa un poco más en falta de la cuenta en la serie) y, sobre todo, la del rechazo.

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