Entrevista con la directora Julia Ducournau con motivo de la galardonada 'Titane'
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Entrevista con la directora Julia Ducournau con motivo de la galardonada 'Titane'

J. Picatoste Verdejo. — 08-10-2021
Fotografía — Archivo

La primera película de Julia Ducournau, “Crudo”, trataba de una adolescente caníbal. La segunda, “Titane”, que se estrena hoy viernes, y por la que se ha convertido en la primera mujer en solitario en ganar la Palma de Oro de Cannes, se fija en una asesina psicópata embarazada de un coche. Hablamos con la realizadora francesa para conocer mejor su transgresora propuesta.

El título de la nueva película de Julia Ducournau remite tanto a los titanes de la mitología clásica como al titanio que lleva implantado en la cabeza la protagonista desde un accidente en su infancia. ¿Será por un sutil y subliminal recurso publicitario que Julia Ducournau (París, 1983) lleva en la entrevista las uñas pintadas de color metálico? Es el único detalle percibido vía Zoom -–contesta las preguntas desde el Festival de San Sebastián en el tercer día del certamen– que puede aludir remotamente a su universo creativo. Si hay algo de sus protagonistas en ella, lo disimula muy bien, para alivio del entrevistador. Es más, sus maneras son intachables. Ríe a lo largo de la entrevista. No por la calidad de las preguntas (o eso espero). Más bien utiliza su agradable carcajada para evitar momentos incómodos, para aligerar la gravedad de las palabras. También como protección si algo personal ha quedado al descubierto. Si revela algo de su infancia, lo dice y ríe. Si no está de acuerdo con alguna de mis afirmaciones, lo dice y ríe. Si alguna pregunta no le parece simpática, lo dice y ríe. Si algo que digo la entristece, lo dice y ríe.

Cuando recibiste la Palma de Oro dijiste que la película era imperfecta. ¿A qué imperfecciones te referías?
Cuando haces una película tienes que tomar decisiones todo el tiempo, una tras otra. Las imperfecciones están en las elecciones que no he tomado, en las dudas. Pero creo que eso le pasa a todos los cineastas. Porque usted ve la película, pero yo veo todo aquello que está antes y alrededor, lo que no se ha hecho.

Después de ver la película, ¿has lamentado algo en concreto?
Ningún lamento. En realidad las imperfecciones nos hablan y en ellas uno puede reconocerse. No hay que lamentar nada porque eso sucederá siempre. Una parte del diálogo con el público es comunicarles esas debilidades.

“Intento utilizar la imagen antes que nada y el género fantástico es formidable para eso”.

Me interesa tu utilización del fantástico. En “Titane” la protagonista queda embarazada de un coche. Si no fuera por eso, se podría decir simplemente que su película es un drama sobre gente que obtiene lo que le falta a través de una usurpación de identidad ya que, en su huida, la protagonista se hace pasar por el hijo desaparecido de un bombero. ¿Qué le aporta el fantástico?
Se puede resumir mi película como tú has hecho, pero para mí es una historia de amor. El elemento fantástico existe para hacer hablar a mis personajes sin tener que utilizar las palabras. Lo que intento es utilizar la imagen antes que nada. La inmediatez que tiene la imagen física no se encuentra en la intelectualización o en la explicación de los personajes, en su psicoanalización. El fantástico –o la gramática de cualquier género– es un recurso formidable para eso. Cuando vemos a alguien transformarse o padecer un sufrimiento físico, comprendemos que es el reflejo de un sufrimiento moral y la transformación de un trayecto interno. Como el trayecto de mi personaje Alexia/Adrien hacia su humanidad. Y para explicar eso prefiero utilizar, antes que un diálogo, el coche de esa manera [risas]. Me gusta mucho también utilizar la mitología. Esa transformación recuerda a los titanes. Hacer referencia a lo universal a partir de figuras fundacionales.

Si tu anterior y primer film, “Crudo”, era una revisión de las películas de zombis/vampiros/hombres lobos, ...
No considero que “Crudo” revise el cine de zombis. De hecho en una escena del film juego con eso de forma un poco política. Eso es cierto ahí, pero no en el conjunto de la película [risas]. La figura del caníbal me interesa porque el caníbal existe. En cambio, los zombis no existen y los vampiros tampoco. Lo que yo intento es interrogar sobre la figura del monstruo, eso que está próximo a nosotros. Me pongo pasional cuando hablas de zombis y vampiros porque no es exactamente como lo veo [risas].

En todo caso, aquí revisas el tema de la usurpación de identidad. ¿Es eso lo que te guía en la creación, la revisión de argumentos ya frecuentados en el cine? ¿Qué otras tramas te gustaría revisar en el futuro?
No sé si yo reviso tramas. Lo que está claro es que utilizo estructuras que intento subvertir para finalmente jugar con las expectativas del espectador con la idea de crear una experiencia. Eso es lo que yo busco con el cine. Y en cuanto a lo que tenga que venir, no sé ni lo que voy hacer hoy [risas].

“Con el cine busco crear experiencias”

Apenas sabemos nada de Alexia, que es una psicópata, por lo que es difícil empatizar con ella. Otra forma de romper las convenciones.
Precisamente. Es un gran desafío empezar con un personaje principal con el que la primera media hora es complicado identificarse moralmente y que no muestra ninguna emoción. Era consciente de que eso podía generar un rechazo inmediato por parte del espectador. Eso me llevó a preguntarme si solo había una manera de identificarse con ella. Y me dije que si no podíamos identificarnos moralmente con Alexia, al menos teníamos que sentir lo que ella siente. Y esa sería la manera de entrar en el personaje. Y es ahí donde la fisicidad, la organicidad y la violencia que muestro toma importancia porque, aunque no nos cae bien, filmo de manera en que uno sienta el cansancio en el que ella se encuentra, el dolor que permanece en ella... Y me pareció interesante ponerse en la piel de alguien a quien rechazamos totalmente en lo moral.

Tras el premio en Cannes, el director italiano Nanni Moretti, que también concursaba en la sección oficial, hizo un comentario en redes sociales sobre el premio a “Titane”. [Dijo que uno notaba el paso del tiempo cuando compite en Cannes y gana una película en la que una mujer se queda embarazada de un coche] ¿Qué le parece?¿Le molesta o le divierte?
[Se lo piensa]. Ni una cosa ni la otra. No he pensado mucho tampoco. Sabe mal que haya tenido ese shock por mi película sin haberla visto. Hay un poco también de lucidez simpática en su comentario. ¿Por qué no? [risas].

Una de las mejores escenas de la película es aquella entre la protagonista y el bombero a cuyo hijo reemplaza (Vincent Lindon) en la que suena la canción “She's Not There” de The Zombies. ¿Por qué esa canción? ¿Había alguna otra candidata?
Todas las canciones que hay en mi película ya estaban en el guion. Son canciones que me encantan. El ritmo es importante, pero también las escogí por la letra. En cada una de las canciones hay una frase que nos dice algo de los personajes en ese momento. En esa escena, él busca a su hijo a través de ella. Suena “She's Not There” [Ella no está ahí], porque, entre otras razones, ella no quiere darle eso. Es una canción melancólica, pero con un ritmo bastante fuerte, marcado y eso le hace a la escena más desgarradora.

“Cría Cuervos, de Carlos Saura, es una película fundamental para mí”.

¿Qué película vista en la adolescencia (o más tarde) ha dado forma a tu universo creativo?
[Risas] No es muy simpática como pregunta. Vale, vale. ¿Cuántas quieres?

Las que quieras. Pongamos la más importante que haya dado forma a tu universo creativo...
Una de las primeras de verdad, porque yo era muy joven aunque no era la adolescencia, sino la infancia, fue “Cría cuervos”, de Carlos Saura, que me marcó extremadamente. Para entrar en la Fémis, la escuela en la que empecé mi carrera, se tenía que hacer un trabajo y yo lo hice sobre “Cría cuervos”. Para que veas hasta qué punto es fundamental para mí. Y por muchas razones. La vi cuando era pequeña y tuve empatía, incluso me fusioné, con el personaje de Ana. Llevaba el mismo corte de pelo, con el cabello alto en media melena y cubriendo las orejas [risas]. Me identifiqué absolutamente con ese personaje, que es muy melancólico y también lúcido, muy encerrado en sus fantasías. La infancia no se muestra como una edad de oro, inocente, sino como un periodo en el que se percibe todo y que puede ser extremadamente negro, que es algo con lo que me identifico mucho. Más tarde, cuando vi de nuevo el film, en la adolescencia, la libertad formal de la película me gustó mucho y me dijo mucho. Mezcla la realidad con la fantasía de una manera que la encuentro sin parangón. Y eso es lo que busco. Los cineastas que me han marcado son los que demuestran una gran libertad formal. Cuando veo esos filmes, me digo: “Ah, bien, eso se puede hacer”. Adoro esa película [risas].

¿Has podido conocer a Carlos Saura en San Sebastián?
[Desconcertada] ¿Que si he podido conocer a Carlos Saura?

En San Sebastián. Carlos Saura ha ido este año.
No... No me lo dices en serio, ¿no?

Creo que Carlos Saura ha estado los primeros días del festival [Su corto “Rosa Rosae. La Guerra Civil” se vio en la inauguración y él estuvo presente]...
No, pero ahora estoy triste porque me hubiera gustado [risas].

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