"Either/Or" el disco que mejor define a Elliott Smith
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"Either/Or" el disco que mejor define a Elliott Smith

Sergio Ariza — 07-03-2022
Fotografía — Carátula del disco

“Either/Or” es el disco más importante de la carrera de Elliott Smith por eso hemos querido repasarlo en profundidad en este artículo especial elaborado por nuestro colaborador Sergio Ariza.

La tercera obra de Elliott Smith es la que sirve de puente entre sus dos primeros discos en solitario, Roman Candle y “Elliott Smith”, muchos más desnudos y espartanos, y los tres siguientes, “XO”, “Figure 8y “From A Basement On A Hill”, con una producción mucho más rica y una instrumentación más variada, conjugando a la perfección sus dos vertientes, la del cantautor ‘lo-fi’ y la del mago de las melodías que conjuraba las esencias del mejor pop de los 60, siempre eso sí, con ese poso de melancolía, dolor y tristeza de este estudiante de filosofía que decidió bautizar a este disco como uno de los primeros libros del creador de la corriente existencialista, Søren Kierkegaard.

Mary Lou Ford, a la que le regaló la maravillosa “I Figured You Out”, una de las canciones que compuso durante esta época, le definió como una mezcla entre Nick Drake y Lou Barlow, pero creo que Smith estaba más cerca de uno de los pocos compositores de esta década, los 90, que se le pueden comparar. Y es que este “Either/Or” siempre me ha parecido que sonaba a cómo podría haber sido el disco en solitario de Kurt Cobain si no se hubiera volado la tapa de los sesos...

El disco se grabó a la vez que el tercer disco de Heatmiser, “Mic City Sons”, compartiendo también el mismo personal técnico, como los ingenieros y co-productores Rob Schnapf y Tom Rothrock. Smith ya había firmado un contrato en solitario y había utilizado el dinero para instalar un precario estudio de grabación en el sótano de su casa, allí, además de la propia casa/estudio que compartía con Heatmiser y la casa de Joanna Bolme, su novia de aquel entonces, comenzó a grabar las primeras canciones de “Either/Or” como “Punch And Judy” o “Cupid’s Trick”, además de la demo de “I Figured You Out”.

La separación de Heatmiser

Es evidente que Smith ya está más volcado en su carrera en solitario que en la banda que había comenzado en 1991 junto a su amigo Neil Gust, aun así aquella última obra de Heatmiser tendrá un par de gemas con su firma, como “Plainclothes Man” y “Pop In G”, pero si uno ve las canciones que se reservó para “Either/Or”, uno de esos escasos discos donde ninguna canción baja del notable, sabe que la apuesta de Smith es clara.

Para el momento en el que apareció “Mic City Sons”, el 29 de octubre de 1996, ya abría aparecido el sencillo de presentación de “Either/Or”, “Speed Trials”, para ese momento la banda ya se había separado y Virgin hizo poco en promocionar el disco. Lo mismo podría haber pasado con “Either/Or” cuando apareció un 25 de febrero de 1997, las críticas eran excelentes pero las ventas no dejaban de ser las de un artista de culto, pero entre los muchos que se enamoraron del disco estaba el director de cine Gus Van Sant que estaba terminando de rodar su nueva película, “El indomable Will Hunting”.

Van Sant se puso en contacto con Smith y le pidió permiso para utilizar varias de sus canciones en la película, "Between the Bars", "Angeles" y "Say Yes". Ambos se llevaron bien y Smith terminó grabando una canción para la película, “Miss Misery”, que aparecería este mismo año y le valdría una nominación para los Oscar, convirtiendo a una figura de culto en nombre conocido a nivel popular.

Pop vulnerable

Así que, este fue el disco con el que le conoció el gran público y no pudo ser una mejor introducción, y es que “Either/Or” era una verdadera obra maestra del pop con un sonido más completo y rico, pero sin olvidar ese elemento ‘lo-fi’ que le emparentaba sónicamente con los dos primeros discos en solitario de Paul McCartney, un artista con el que se le puede comparar melódicamente pero que no puede ser más opuesto líricamente, y es que al eterno optimismo del ex Beatle se enfrentaba la desesperanza existencial de Smith. Un autor que supo combinar como nadie la accesibilidad pop con una vulnerabilidad que te atraviesa como un puñal.

El disco se abría con “Speed Trials”, que era como si a las canciones acústicas de sus primeros discos se le hubiera metido una batería y un bajo básicos, es el Elliott de siempre, con la voz, doblada, en un susurro, a punto de romperse, y esas melodías que te retuercen algo por dentro. Grabada en la casa de Joanna Bolme, en un cassette de cuatro pistas, conserva todo el aura 'lo-fi' y le añade nuevos instrumentos, tocados todos por el propio Smith, tanto la interpretación como ese sonido amateur le dan un aire inquietante a la canción.

Le seguía la espectacular “Alameda”, la instrumentación vuelve a ser acústica, bajo y batería, pero esta vez mete unas maravillosas armonías vocales y, más tarde, unos toques con la eléctrica. Toda la canción es una maravilla, como ese devastador estribillo en el que habla de su incapacidad para dejar que la gente se acerque demasiado a él: "For your own protection over their affection, Nobody broke your heart, You broke your own ‘cause you can’t finish what you start".

La huella de Kierkagaard y el existencialismo

“Ballad of Big Nothing” sonaba mucho más profesional, adelantando el brillo en la producción de “XO” o “Figure 8”, el arreglo de la guitarra acústico al principio es muy bueno y cuando entra la batería acompaña a la perfección a una de las melodías más brillantes de su carrera, y estamos hablando de un tipo con una facilidad melódica sencillamente brutal. En la letra se vuelve a atacar a sí mismo como un drogadicto perdedor, a la vez que expone que sus similitudes con Kierkegaard van mucho más allá de tomarle prestado el nombre del disco de una de sus obras. Y es que ese "You can do what you want to whenever you want to, You can do what you want to there's no one to stop you" deja claro su afinidad con el filósofo danés de que el mundo es arbitrario y que el individuo es libre para tomar sus propias decisiones, pero entonces cambia de acorde y añade “Though it doesn’t mean a thing", para terminar con la devastadora revelación final "Big nothing", que parece dejar claro que la angustia existencial de Smith le llevaba a confirmar que la vida no tenía sentido.

Pero es que luego llega ese monumento llamado “Between The Bars”, una de las canciones más hermosas jamás escrita, quizás la mejor de su carrera junto a “Waltz#2” de “XO”, donde vuelve a plantear su problema de adicciones, en este caso al alcohol. Y es que “Between The Bars”, un título con doble sentido, no es una canción sobre el cantante tratando de consolar a una chica, sino sobre el alcohol hablando directamente a Smith, tentándole a seguir con él para olvidar las heridas de su terrible pasado: "Drink up with me now and forget all about the pressure of days, do what I say and I'll make you okay and drive them away, the images stuck in your head". Una canción lo suficientemente maravillosa como para emocionar a ese nihilista llamado Rick Sánchez, de “Rick y Morty”.

Ecos de los 60

“Pictures Of Me” empezaba con su guitarra, un ligero órgano y su voz, es una melodía contagiosa, puro pop británico de los 60, en el modo de los Kinks, los Beatles o los Zombies, pero nuevamente hay algo en su voz que nos indica que algo no está bien, en este caso la representación que se hace de él en los medios de comunicación, también de que odia aparecer en ellos y ver su foto. A Smith, como a Antonio Vega, no le gustaba nada esa imagen morbosa del "chico triste y solitario" que se vendía de él, parecía como si la gente estuviera deseando que se pusiera peor para poder seguir explotándola: "Who'd like to see me down on my fucking knees".

“No Name No. 5” seguía la lista de canciones no nombradas en su carrera y lo hacía volviendo a traer al Smith más cercano a sus dos primeros discos, el cantautor acústico con su voz doblada con gran efecto, pero a la mitad de la canción entran bajo y batería y la canción va subiendo en intensidad, hasta llegar a una de las mejores líneas de su carrera: "Got a broken heart and your name on my cast" un juego de palabras en el que Smith decía llevar escrito en la escayola de su corazón roto el nombre de la responsable de esa lesión.

Luego aparecía “Rose Parade”, otra de las maravillas del disco, con la melodía acentuada por sus ligeros toques de guitarra. Al igual que “Alameda”, estaba basada en sus experiencias personales en Portland, en concreto, en el desfile que da nombre a esta canción, que le sirve de localización para su retrato de gente con personalidades impostadas. “Punch And Judy”, por su parte, una canción con un sonido cálido que contrasta con una voz totalmente herida y espeluznante.

“Angeles” es una de las canciones más recordadas del disco, con toda razón, se trata de otra de esas gemas acústicas en las que Smith se lucía con el ‘fingerpickin’, demostrando que solo necesitaba una guitarra y su lacerante y delicada voz para emocionar. “Cupid’s Trick” continúa donde lo dejaba “Angeles”, aunque al poco aparecían bajo, batería y guitarra eléctrica, consiguiendo el mismo efecto de intimidad, pero aumentando su fuerza. “2:45 AM” es otro perfecto ejemplo de esto, logrando un gran crescendo al final con la irrupción de la, cerrando una canción inquietante y onírica.

La luz al final del túnel

El disco se cerraba con otro monumento hecho canción, “Say Yes”, que se abría de la manera más natural posible, con Smith carraspeando, para dar paso a otra de esas melodías que le colocaban en la liga de gente como Ray Davies, George Harrison o Paul Simon, Smith habla sobre su relación con Bolme, rota durante la grabación del disco, pero es un final esperanzador para un disco que hasta ese momento ha girado sobre el dolor y la tristeza. El propio Smith la calificó de "totalmente optimista", aunque en el fondo sea una canción sobre una ruptura, es la pequeña luz al final del túnel, la posibilidad de recuperar el amor y que este de sentido a una vida que no parece tenerlo.

Lo de Smith no era pose, cuando escuchabas su música y sus letras, sabías que detrás había un hombre que sufrió de verdad y era capaz de comunicárselo a miles de oyentes que se sentían absolutamente identificados. Por delante quedaban varias maravillas pero esta fue su primera obra maestra, además de la que, posiblemente, sea su mejor colección de canciones. “Either/Or” puede ser considerado un disco triste pero es, a la vez, balsámico, una pena que no fuera suficiente para salvarse a sí mismo.

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