Un reinicio en toda regla. Los cambios durante la última época de Zombie Valentines llevaron a David Lorenzo y Al Moretti a una revolución interna, esta vez en compañía de César Sánchez (bajo) y Gabriel Cuesta (batería). “Yo iba a sustituir al bajista para un par de conciertos o tres, tuvo un hijo y no tenía mucha disponibilidad”, recuerda César. “La cosa nació ahí, y ya cuando me quedé empezamos a ver otras canciones. Fue cuando surgió el cambio de nombre y de estilo”. Un reseteo justificado, como defiende Al: “Cuando cambias una ficha cambia todo. David, Gabi y yo estábamos un poco aburridos de la fórmula de Zombies, llevábamos mucho tiempo con ella y el hecho de que viniese César hizo que la cosa fuese fluyendo de otra forma. Era un poco ridículo seguir con la misma fórmula, y encantados de cambiarla porque estábamos en un momento un poco raro como grupo. Decidimos ponernos el mundo por montera y para adelante”.
Cambio de cara y de nombre adoptando el del pueblo indígena amazónico famoso por su habilidad en la reducción de cabezas Y con él, el resurgir del entusiasmo perdido, inmediato según Al: “Todavía seguimos ahí pero pasamos unos meses muy de subidón y con las expectativas muy altas, se notaba en los conciertos. La gente que nos ha seguido en distintos grupos llegó a decir que ésa era la suma perfecta de factores. Tres voces, mucha actitud en escena y guitarras fuertes. Ahí seguimos, con la ilusión”. Y es que probablemente Zombie Valentines terminaron presos de sí mismos, uno de esos casos en los que el abuso de ciertas etiquetas limita las posibilidades de una banda. “Creo que aunque en Zombie Valentines hubiésemos hecho hardcore o heavy hubiesen seguido diciendo que éramos sixties. Ya nos daba igual. Tenemos críticas almacenadas con las que nos reímos mucho. ¿Estáis escuchando lo mismo que nosotros y estáis pensando todavía en motos retros y botines?”. Por supuesto, las diferencias no pueden ser extremas, como apunta César: “Hay cosas que tienen que ver con la etapa pasada. Se ve un poco de qué pie cojea cada uno, pero tenemos también muchas influencias en común. Al final siempre hay un elemento unificador pero creo que más que un estilo de música lo importante es la manera en la que lo tocamos ahora”.
El resultado es una docena de canciones frescas y urgentes, versión del “Beat Your Heart Out” de The Zeros incluida: “Para nosotros transmitir ese estado de ánimo era imprescindible” prosigue Al. “Que sonase fresco, muy directo, y que el que nos estuviese oyendo al otro lado sintiese lo mismo que nosotros al tocar. Eso que parece tan fácil es muy complicado. Intentamos que las canciones saliesen en poquitas tomas y no comernos demasiado la cabeza. Nos apetecía darle cera a los amplis, subir el volumen y quitarnos ciertos límites. Es un tema más de actitud, y en ese sentido funcionamos muy bien los cuatro”.
Aunque ya no es tan extraño, no deja de sorprender la acumulación de pequeños sellos y promotoras alrededor de ciertas bandas, motores imprescindibles para la salud de una independencia y de un underground real. “Mola que haya gente que te ayude, que está metida en otras cosas a las que nosotros quizá no alcanzamos. Al final cada uno hace un poco lo suyo y es un trabajo de equipo, como tocar en un grupo. Esto es lo bonito, quien quiera colaborar que colabore”, afirma Al. Partiendo del apoyo de Delia Records, con base en la calle Delicias madrileña y convertido en un verdadero dinamizador cultural, unían fuerzas a continuación KOTJ Records, Hurrah! Música y Sweet Grooves Records, poniendo las primeras piedras de este nuevo camino.
El entusiasmo tras el debut no queda ahí pues el grupo ya está grabando con idea de aprovechar al máximo el buen momento. “Incluso cuando teníamos ya grabado este disco teníamos en la cabeza lo siguiente”, asegura César. “No hemos podido grabar antes porque al final las circunstancias mandan, pero la idea es esa. Seguir funcionando, renovando”. Porque lo de colgar las botas en algún momento no parece ser una posibilidad, como sucede con la mayor parte de los músicos y bandas. Al menos con los que han resistido, como añade Al: “Llega un punto en el que ya lo llevas de serie y no te planteas por qué lo haces. Llevamos la música metida en la espina dorsal y no la puedes sacar. Y es el todo, de enseñar una canción nueva a viajar o a grabar. No sé si encontraría algo tan estimulante. Los que han llegado aquí después de tanto tiempo… En este punto se te ha quitado la pose. Si estás aquí es por disfrutar de la música”.
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