L.A., ¡Dios Santo, como suena!

¡Dios Santo, como suena! exclamaba un fan perplejo cuando apenas habían sonado dos temas. Y muy bien podríamos resumir con esta frase el concierto que nos ofrecieron Luís Alberto Segura y sus chicos en una Bikini llena, pero no reventada. Y es que si la música que pudimos disfrutar ayer por la noche fuera una cerveza, bien seguro que sería una doble malta.

Después de un sold out en la Sala Joy Eslava de Madrid el pasado 10 de mayo, ayer le tocaba el turno a Barcelona. Un fondo negro con unas austeras letras blancas donde se podía leer nada más que LA fue el escenario elegido por este mallorquín con alma yanqui para presentar al público de la ciudad condal “Dualize”, su nuevo trabajo grabado en el estudio de Richard Swift (teclista de los The Shins, entre otras cosas). Un título autobiográfico que describe la situación en que vive el músico hace unos años, con un pie en Mallorca y el otro en Estados Unidos.

Bajo unas tenues luces lilas arrancaba el tsunami sonoro que nos mantendría abducidos durante más de hora y media. “Dualize”, la canción homónima, fue la encargada de arrancar motores, a la que le siguió una exquisita “Under Radar” y la conocida “Perfect Combination” que desató la euforia de los asistentes. Sin rodeos, incisivo y al grano. En menos de un cuarto de hora la banda había hecho su declaración de intenciones: Hemos venido a convencer, y convenceremos.

Sin prisa, pero sin pausa y con apenas comentarios entre canciones, la banda defendió el nuevo álbum con toda solvencia, aunque en ningún momento se tuvo la sensación de estar escuchando el disco en el reproductor de casa. El de ses illes supo dar otro matiz a las canciones en directo, un sonido más vivo, más crudo, más real, incluso más garage, despojado de los elaborados arreglos que tanto ha trabajado en su último material de estudio. Una cuidadosa selección del set list, donde se intercalaban indistintamente canciones de sus otros dos discos “Heavenly Hell” y “SLNT FLM”, ayudaron a aumentar esta sensación de no haberle dado al play. Entre las reciente “Oh, Why?”, “Mirrorball” o la desgarradora “Rebel” se colaron temas antiguos, de corte más pop, con estribillos coreables (para goce de los asistentes que no dejaron de cantar) como, “Crystal Clear”, “Stop the clocks” en modo acústico o “Hands”, la indiscutible estrella de la noche. Cerrábamos la velada, agotados y afónicos, con los últimos acordes de la trepidante “Outsider” , que permitió a Luis lucir su voz privilegiada con ecos de Eddie Vedder. En definitiva, L.A. supo ganarse al público con su inglés más que creíble, una paleta de influencias bien digeridas que van desde el folk-rock de raíz americana hasta Bowie. Aunque señores, si les digo la verdad, yo ya venía ganada desde casa.

Solo un apunte: en una entrevista reciente Luis Alberto decía que no descarta trasladar su residencia al otro lado del Atlántico. Con una crítica y un publico más preocupados por lo que pasa ahí fuera que en el circuito local, puede que así sea la única manera de que por fin le hagamos el caso que se merece.