El futuro de la gran música negra
Conciertos / Jason Moran

El futuro de la gran música negra

9 / 10
Yahvé M de la Cavada — 27-11-2016
Empresa — Jazztopad Festival
Fecha — 17 noviembre, 2016
Sala — NFM (Wroclaw, Polonia)
Fotografía — Lukasz Rajchert

"No tengo ni idea, la verdad", responde Jason Moran momentos antes de estrenar su obra "Wind" en el festival Jazztopad de Wroclaw, a la pregunta de si la pieza está más cercana al jazz o a la música clásica. Moran, como casi todo músico ambicioso y creativo en 2016, pasa completamente de los géneros musicales y las barreras que los limitan; no tiene ninguna intención de encajonar una composición de estas características desde la misma casilla de salida.
El pianista lleva a vueltas con este proyecto desde hace años, y ahora por fin se ha hecho realidad gracias al comisionado del festival Jazztopad, que estrenó en exclusiva “Wind” en la jornada inaugural de su edición de este año.

Un poco de historia para situarnos: Moran es uno de los más grandes pianistas de jazz de los últimos años, dueño de un lenguaje único que siempre mira hacia el futuro sin perder de vista la tradición. No solo la del jazz, sino la de toda la música negra.
En cierto modo, podríamos decir que es el heredero directo de dos corrientes muy relevantes en la puesta a punto del jazz norteamericano: el renacimiento de la gran música negra a mediados de los 70 y los sonidos urbanos del M-Base y el hip-hop en los años 80. Moran fagocita esas y muchas otras influencias para trabajar desde una perspectiva global: todo es música, suene a lo que suene.

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Su fascinante composición "Wind" es una obra de una hora de duración que contiene numerosas influencias, aunque el pianista demuestra su talla desde el principio haciendo de su personalidad el verdadero hilo conductor. Atención al concepto: hace unos años, paseando por Wroclaw en una de sus primeras visitas al festival Jazztopad, Moran andaba dándole vueltas a la presión que el comunismo ejerció sobre el jazz en Polonia, con los músicos organizando jam sessions y actuaciones clandestinas para mantener la escena activa; caminando, llegó a un gran mercadillo y en su visión se unieron estos dos conceptos: la clandestinidad forzosa del jazz en épocas oscuras y un típico flea market en el que se compra y se vende cualquier cosa, un símbolo llano de culturas confluyendo y compartiendo, según Moran.

Así, para interpretar esta obra el pianista convierte el escenario en un mercadillo, con tres enormes jaimas de tela en las que se sitúan Moran y su banda The Bandwagon en el centro, una pequeña sección de cuerdas a un lado y otra sección de vientos al otro; las tres agrupaciones quedan prácticamente ocultas a los ojos del público, cada una en una tienda cerrada que solo permite cierta visibilidad mediante los juegos de luces que van revelando siluetas de cuando en cuando.

Para Moran lo importante es la música y su universalidad, y en “Wind” uno se ve catapultado por pasajes orquestales o frenéticos episodios de free jazz, pasando por pinceladas de blues, sonidos urbanos, ritmos del viejo jazz de los años 30 e incluso ecos de bandas sonoras de Rota o Morricone. Todo en un enorme collage sin interrupción en el que los solistas, como tal, no son tan importantes como la inspirada mezcla de voces que se confunden en ese mercadillo improvisado.
La visión de Moran es arriesgada, aunque muy valiente: camina por la cuerda floja en algunos momentos, pero “Wind” emerge como una obra imponente que desafía prejuicios, preceptos y las clásicas nociones de genero musical. Ahora solo hace falta que la graben y pueda llegar a todo el mundo.

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