The Influencers: Estamos a tiempo de repensar nuestra relación con la red
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The Influencers: Estamos a tiempo de repensar nuestra relación con la red

Yeray S. Iborra — 21-10-2016

La doceava edición de The Infuencers en el CCCB (Barcelona) vuelve a poner en contacto el arte, la agitación cultural y el ciberactivismo. El 20, 21 y 22 de octubre el festival contará con las reflexiones del poeta Kenneth Goldsmith, el ex miembro de los servicios de inteligencia americanos, William Binney, o el artista feminista Zach Blas, con él hablamos.

Barcelona es durante tres días la capital de Internet –¿tiene eso sentido en este mundo 2.0?– gracias al festival The Influencers, que alcanza su doceava edición. La cita, en el Centre de Cultura Contemporania de Barcelona (CCCB), es “una aventura en los territorios menos conocidos del arte contemporáneo, la guerrilla de la comunicación –así la define la organización del festival– y una nueva generación de activistas comprometidos con la exploración de las zonas oscuras de la tecnología”. Una aventura con final abierto: ¿Estamos a tiempo de repensar nuestra relación con la red?

De entre la decena de activistas y escritores que se darán cita en el festival, encontramos al artista multidisciplinar e investigador Zach Blas (1981, West Virginia, USA), que ha centrado su trabajo en el derecho a la opacidad, la privacidad y la construcción de las identidades; su visión sobre el peligro de las herramientas de reconocimiento facial, relacionándolas a su vez con la teoría queer (deconstrucción de las identidades), le ha valido fama mundial.

El proyecto Facial Weaponization Suite (algo así como “herramientas de transformación de la cara en arma”) responde a las injusticias que se derivan del uso extendido por corporaciones privadas y públicas de dichas herramientas de reconocimiento facial. Blas creó con ese proyecto máscaras asépticas para concienciar sobre el derecho a seguir disfrutando de la privacidad. Sus máscaras “amorfas” –como las llama él– no pueden ser reconocidas por ningún software de reconocimiento facial: cera a la vigilancia extrema.

En el metro, en los espacios públicos, en las instituciones. Nos graban constantemente.
Por ello creé Facial weaponization Suite, porque estaba muy preocupado por cómo las nuevas tecnologías de seguridad y vigilancia están redefiniendo la identidad. La biometría [aplicación de métodos estadísticos y cálculo en el estudio de los fenómenos biológicos] nos dice que la identidad puede ser un conjunto de datos... Sin cuerpo, sin alma. Eso quiere decir que la identidad se convierte en algo que es totalmente cuantificable y puede circular fácilmente a través de redes mundiales. Este fue mi principal interés en la biometría: cómo estas tecnologías estandarizan la identidad con los datos.

¿En qué se tradujo Facial weaponization Suite?
Decidí hacer máscaras como respuesta a este problema, para relacionarlo a la vez con las tácticas de los movimientos sociales. Cuando dichos movimientos –los Zapatistas, por ejemplo– usan una máscara, no se trata sólo de un acto individual de ocultar o desaparecer. Esa máscara transforma positivamente la identidad en algo colectivo: no puedes señalar culpables.

Tú, además, relacionas este problema de privacidad con la teoría queer.
Estoy interesado en lo queer como acción, algo que clama contra el patriarcado, el capitalismo, la militarización, la vigilancia, el racismo, la transfobia… Todas las hegemonías son opresivas y violentas en nuestro tiempo. Lo queer se establece en contra de las tendencias normalizadoras de estas cosas y tiene el poder de construir formas de vida alternativas.

Deconstruir el significado de lo normal.
Estoy particularmente interesado en lo queer como una manera de enfrentar la política de la normalización. Porque todas estas creencias de lo que es la identidad quedan sedimentadas en la arquitectura tecnológica con la que convivimos: la creamos nosotros la tecnología. Ejemplos como la biometría lo demuestran. Pasa, a menudo, que estas tecnologías identifican mal a las personas de color o a las personas transgénero. ¿Cómo unas corrientes eléctricas consiguen discernir entre géneros?

¿Cómo puede el arte ayudar a esta deconstrucción de las identidades de género?
Me ha llamado la atención la idea de José Esteban Muñoz del arte queer utópico: cómo las prácticas creativas exigen imaginar otros tipos de futuros en cuestiones de género. Porque el actual es claramente insuficiente; violento e insuficiente.

¿Cuáles son los principales problemas de alguien que trabaja con el activismo tecnológico?
Yo no diría que hago ciberactivismo. Como artista, trato de conceptualizar, documentar y especular sobre cuestiones políticas con respecto a las nuevas tecnologías de control, la seguridad, la guerra y la vigilancia.

Me imagino que este tipo de acciones no están respaldadas por las instituciones y los gobiernos… ¿Cómo desarrollas tu actividad?
En mi experiencia, la financiación de proyectos artísticos como el mío son a menudo, como dice la expresión, acciones por amor al arte. Es por eso que doy clases, para financiar algunos de mis trabajos. También te digo que, desde que me mudé a Londres, parece que el Reino Unido y Europa están más abiertos a apoyar este tipo de prácticas artísticas.

¿Cómo empieza uno a relacionar sus estudios e intereses en arte con la tecnología digital?
Muchos compromisos políticos que quieren repensar el uso que le damos a las tecnologías digitales y a Internet han surgido en un contexto artístico. En la década de 1990, por ejemplo, encontramos el ciberfeminismo, un ejemplo notable de ello. Mi interés por este tipo de activismos –aunque no considero que lo que hago sea activismo al uso, insisto– procede de estos movimientos artísticos anteriores, por lo que veo el arte inextricablemente ligado a tales preguntas y preocupaciones.

Siguiendo tu ejemplo... ¿Es el arte una de las maneras más eficaces para luchar por la conciencia crítica?
No sé si conciencia es el término correcto para lo que estoy haciendo dentro de mi contexto artístico. Estoy interesado en revelar las formas cómo determinadas tecnologías pueden ser fracturadas; sugerir que la tecnología no es algo dado, preestablecido. Podemos cambiar el futuro de las tecnologías. Existe la posibilidad de un futuro más equitativo. Creo que el arte, en este contexto, puede acortar la brecha entre la realidad vivida y el deseo de otro futuro. Todo con el fin último, realmente, de que la gente pueda acortar dicha brecha.

¿La gente capta estos mensajes? ¿Has pensado en prácticas menos artísticas y más de acción directa?
Soy un artista. Existo en el mundo de esta forma. Una obra de arte puede tener un impacto político directo; es sólo que ese impacto es tal vez cualitativamente diferente de la acción directa entendida como tal. A mí el arte me politiza a una edad temprana, por lo que creo y estoy comprometido con el poder del arte para politizar…

¿Qué podemos esperar de tu participación en The Influencers en Barcelona?
Estaré hablando de mi proyecto más reciente, Contra-Internet, que critica la idea de que Internet se ha intentado convertir en una totalidad, así como las infraestructuras de red alternativas-activistas que se están construyendo. Voy a introducir conceptos como el espacio o el plagio utópico.

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