He visto ballenas
Comics / Javier De Isusi

He visto ballenas

8 / 10
Luis J. Menéndez — 30-05-2014
Empresa — Astiberri

A Javier De Isusi lo conocimos por la saga de "Los viajes de Juan Sin Tierra", un trabajo que le ocupó diez años y en el que reivindicaba el valor poético del tránsito y la aventura. Reconozco que no terminé de entrar del todo en el universo que componían esos cuatro libros y su nada disimulado homenaje a grandes de la bande dessinée como el tándem Giraud& Moebius, en parte por un grafismo de patrones excesivamente clásicos y también porque metido en la lucha del día a día no está uno ya para fantasear con la posibilidad una nueva vida en paraísos lejanos…

El caso es que con “He visto ballenas” Javier De Isusi da un importante golpe de timón respecto a su obra anterior adentrándose en un tema que, a diferencia de aquellos libros, sí que ha estado muy presente en el día a día de este país durante los últimos cuarenta años, muy especialmente en la tierra de Javier. Me refiero, obviamente, al conflicto vasco.

“He visto ballenas” es un libro valiente porque todavía hoy, cuando la lucha armada parece haber sido aparcada definitivamente, hablar del tema vasco implica un posicionamiento que inevitablemente escuece. Así ha sido en proyectos de mayor envergadura, mayormente cinematográficos, que inevitablemente han terminado exponiendo a sus promotores/autores ante una opinión pública envenenada por los intereses partidistas. En ese sentido Javier parece situarse en una situación equidistante desde la que plantea una ficción protagonizada por las víctimas de esa lucha fraticida.

Víctimas que en el caso de dos de los protagonistas principales de esta novela gráfica fueron una vez verdugos. Convictos que pagan entre rejas por sus crímenes, uno por sus delitos de sangre como antiguo miembro de ETA y el otro por idénticos crímenes, aunque en su caso como asesino a sueldo de los GAL. Su encuentro en la cárcel convertidos ya en personas diferentes, derrumbado el armazón ideológico y/o el cinismo que servía de justificación a unos crímenes injustificables, se convierte en nudo emocional de una historia que -como sucede casi siempre en estos casos- plantea más interrogantes que certezas, radiografía en tonos ocres del día después para una comunidad marcada por el odio, el miedo y la ausencia Vs. el exceso de certezas. Afortunadamente la aparición de obras como esta, encomiable en fondo y forma, parece demostrar que al menos en ese sentido los tiempos están cambiando... para bien.

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