Un tipo genial
Entrevistas / Andrew Bird

Un tipo genial

Redacción — 20-06-2005
Fotografía — Archivo

Con la publicación de "The Mysterious Production Of Eggs" (Fargo/Discmedi) , Andrew Bird ha llegado a un punto clave para su carrera. De visión única e ilimitada, sus infinitos recursos le han llevado a completar su trabajo más variado y rico. El respeto de la crítica ya lo tiene, ahora le falta llegar a una audiencia más numerosa y que nosotros lo veamos.

Tras unos inicios en los que jugueteo con el fok y el jazz primero y después con el lado más oscuro del pop y el rock en "The Swimming Hour" y con esa suerte de proceso de exploración que fue "The Weather System", Bird ha encontrado el equilibrio en "The Mysterious Production Of Eggs". Se trata de una oportuna combinación de sonoridades en la que el folk de la escuela de Harry Smith, el jazz sudoroso del sur de Estados Unidos, el pop de corte más británico, y unos ligeros toques de salsa logran trenzar una acertada amalgama estilística que, vista en conjunto, funciona sin fisuras. Y es que los tiempos de solitario violinista han pasado ya a mejor vida. “Ya no se me puede asociar sólo al violín, ya que compongo, toco la guitarra y canto mis temas. El violín es un complemento que ahora he dejado en una esquina. Me preocupa más encontrar el mejor sonido independientemente de que sea con el violín o con un piano". Aunque parece que los estudios de grabación no son su principal aliado.

"Quiero ver películas que me hagan pensar. Para historias reales ya está la vida y creo que hay que vivirla, no verla en una pantalla"

"Los discos voy trabajando en distintos sitios durante meses, depende de cómo me vaya moviendo de un sitio a otro, de esa forma voy capturando ideas sobre cómo va a ser mi música. Escribo canciones cada semana y después las voy modificando. En general, para este disco el proceso ha sido bastante complicado y me ha llevado varias semanas de trabajo intenso. El estudio no es un lugar en el que me sienta cómodo. Prefiero el directo, piensa que hago una media de trescientos conciertos al año y ese es mi hábitat natural. Después de dos o tres días en un estudio, me entra como una especie de claustrofobia y me empiezo a volver loco. Prefiero actuar y sentir emociones. Cuando subes a un escenario, no importa lo duro que haya sido el día, te sientes nuevo y creo que la gente tiene esa misma sensación. Durante las giras estoy más relajado, puedo dormir más fácilmente y estoy de mejor humor. A muchos grupos les cansa girar, pero para mí es una motivación, además me gusta mucho improvisar y cambiar los temas de una noche a otra". El directo ha sido algo que le ha mantenido vivo desde sus inicios, formando parte de Squirrel Nut Zippers, una de aquellas formaciones que dieron forma al movimiento neo swing, junto a artistas como Royal Crown Revue, Big Bad Voodoo Daddy o The Atomic Fireballs."A finales de los noventa la gente se divertía mucho, sobre todo en tocando en directo. Nadie lo hacía para sacar dinero, porque era un tipo de música en el que todo el mundo estaba por pasión. El escenario era fundamental, por eso el público se los empezó a tomar en serio y la industria enloqueció de tal manera que se volcó con un pequeño fenómeno que se había originado en los clubes". Con el paso del tiempo, Bird ha ido mejorando una fórmula que nunca ha tenido fácil llegar al gran público. "Cuando empecé con ´Thrills´, hacía canciones que eran como versiones camufladas de mis temas favoritos. Después intentas explorar y te fijas en otras fuentes, aunque siempre mirando de reojo a tu colección de discos". En “Thrills”, contó con la hermosa voz de su ex-compañera en Squirrel Nut Zippers Katherine Whalen, y ahora se ha dejado arropar por la sedosa voz de Nora O´Connor. “Lo bueno de ella es que puedo combinar su faceta más pop con mi estilo, lo que da como resultado algo diferente. Esto es como un equipo y por tanto debo buscar los mejores complementos (risas)". De hecho, Bird es un artista al que le gusta trabajar con otros músicos, no en vano ha colaborado y girado con músicos y grupos tan respetados como Lambchop, Ani DiFranco o My Morning Jacket. "Me gusta estar envuelto en esa especie de comunidad que conforman ese grupo de músicos inquietos. Me gusta contagiarme de esa creatividad, de aprender de los demás, de conectar con ellos. Con My Morning Jacket disfruté mucho, porque tiene una forma de entender la música muy parecida a la mía". Por otro lado, también ha llegado a trabajar a las órdenes de Tim Robbins, dando forma a la banda sonora de su película " The Craddle Will Rock". "Me gusta su trabajo, aunque el tipo de cine que más me gusta debe ser meditativo y fantasioso, como el de David Lynch. Quiero ver películas que me hagan pensar. Para historias reales ya está la vida y creo que hay que vivirla, no verla en una pantalla".

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