“Me he sentido muy libre haciendo este disco"
Entrevistas / Nico Roig

“Me he sentido muy libre haciendo este disco"

David Pérez Marín — 02-04-2023
Fotografía — Archivo

Amanecer sonoro de Nico Roig en Esto frío no vale nada(23), su disco más cálido, alegre y brillante hasta la fecha. Diez luminosas odas a las pequeñas cosas, empapadas de sones mediterráneos, rayos de sol y músicas tradicionales del mundo y más allá.

Nico Roig ha mudado la piel desde las raíces y la imaginación, acompañado por lo más estelar del panorama jazzístico y folclorista del momento: de Silvia Pérez Cruz a Rita Payés, pasando por Lucía Fumero, Alessio Arena o Pol Batlle, entre muchos otros. De todo ello vamos a hablar en esta entrevista.

Casi doce años de tu debut en solitario con “Tonada del genoma humà” (11), al que le siguió “Les dones macabres” (13), discos donde abrazaste un estilo íntimo y minimalista, guitarra en mano y con letras cargadas de ternura e ironía marca de la casa… ¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza ahora de aquellos inicios en solitario y qué músicos te rodeaban e influyeron en aquellos dos primeros álbumes?
Pues yo venía de hacer música, sobre todo instrumental, mezclando muchos estilos en un grupo llamado “Os Meus Shorts”. Hacer canciones, en según qué círculos, se entendía como algo que hacías para ganar dinero. Una enorme gilipollez de la que doy fe. En cualquier caso, discos como “Eureka” (99) de Jim O’Rourke o uno inédito de Marc Ribot donde canta sus canciones, conectó de alguna forma lo que yo hacía con lo que yo escuchaba sin parar, que eran los discos de Caetano Veloso, Beatles, Bjork, Sufjan Stevens, Albert Pla, etc. El primer disco lo grabé prácticamente solo en mi habitación, y para el segundo me encerré en la biblioteca de un amigo. Onda bedroom pop mayormente bajonero. Me dije, ¿de qué puedo hablar yo si hago canciones? Y eso fue. Cantando como podía, nunca he sido cantante… humor negro y unas historias bastante thrash, jugando mucho con las texturas y los instrumentos que tenía a mano.

Luego vino el más experimental “Vol. 71” (16), donde comenzaste a expandir tu universo, acompañado de banda y creando pasajes sonoros más atmosféricos, futuristas y progresivos…
De pronto redescubrí la guitarra eléctrica, el exceso de pedales y un armonizador de voz. De allí sale todo. Comparado con la guitarra clásica, me sentía viajando por el espacio. Y casi todas esas canciones están como en otra atmósfera, con otra gravedad.
Estaba trabajando también con Pau Rodríguez (Za!) y Juan Berbín (Seward), y me inventaba progresiones donde pudiéramos estar horas tocando. De ahí ese rollo más progresivo y de banda de rock.

"Este es un disco de ¡folclore especulativo! No tengo unas raíces concretas"

Seguimos tu aventura creativa en solitario y llegamos a tu penúltimo trabajo, “Yo siempre sueño que sí” (20), un disco introspectivo donde, para mí, alcanzaste y transmitiste una sensibilidad artística más directa y genuina. Partiendo de la emocionante “Si no té cap sentit” con la que abrías junto a Tarta Relena, marcando el pulso de electrónica a fuego lento y folk-pop mediterráneo que se extiende a flor de piel hasta el final de los surcos, con el sello de David Soler y Marcel Bagés a la producción. ¿Cómo se da esta penúltima metamorfosis discográfica?
Para este disco vuelvo a la habitación y dejo el espacio un poco (excepto en “Una leve luz”, no pude evitarlo). Me pongo a indagar en mí, más que en personajes ficticios… Hablo de mi madre, Esperanza, a veces uno tarda en afrontar los duelos. Hablo de mi sobrina y mi hermana, de sumergirse en las profundidades, pero para bien. “Yo siempre sueño que sí” es un viaje por lo que cada uno vive como su revelación. Los falsos maestros de los que tanto se aprende… el desapego de muchas cosas también. Estuve mucho tiempo escribiendo esas canciones y sentí que necesitaba a alguien que me ayudara con la producción, porque se me estaba haciendo una montaña. David y Marcel son, aparte de mi familia, productores de una enorme sensibilidad, eso les hizo conectar muy personalmente con sus vidas. Fue un poco terapéutico para todos este disco.

Y ahora sí, “Esto frío no vale nada” (23), donde tomas los mando totales de la producción y exploras libremente músicas tradicionales del mundo, filtrándolas por tu propio universo. ¿De dónde nace el gusto por estos sones de ida y vuelta? ¿Cómo se fragua este nuevo viaje entre rancheras, habaneras y boleros? Creo que el grupo ocasional que tienes junto a Lucia Fumero, Rita Payés y Pol Batlle, “Las rancheras maravillosas”, ha tenido algo que ver en el proceso…
Tal cual, “Las rancheras maravillosas” surge de la necesidad post pandémica de viajar por Cataluña a tocar y conocer gente. Creo que solo tocamos dos rancheras en realidad. A mí, personalmente, me anima a escribir canciones que puedan ser cantadas por cualquier persona y que puedan alegrar una sobremesa, en lugar de sumir a todo el mundo en los recovecos de la psique humana. Hay momentos para todo.
Este es un disco de ¡folclore especulativo! No tengo unas raíces concretas. Ahora que está tan en auge la recuperación del folclore, me preguntaba qué haría yo. Y el resultado es este. Donde la memoria no llega, la imaginación recrea. Al final me parece un disco hecho casi con AI. Todo recuerda a cosas, pero nada acaba de serlo. Me gusta mucho que sea así.

Ya han salido los nombres de algunos participantes y ese es otro punto fuerte del álbum, su espíritu colaborativo, con lo más granado del jazz y el folclore del momento, como las ya nombradas Rita Payés y Lucia Fumero, con especial luz de ambas en la alegría contagiosa de “Si la vida fuera sólo esto” o en esos coros angelicales de la ranchera a fuego lento “Soy esa tonta canción”, por nombrar un par de temas... ¿Cómo nacen estas dos canciones?
“Soy esa tonta canción” es la primera ranchera que hice. Al decir “Soy esa tonta canción” ya apareció de golpe toda la historia, porque tenía que ser sí o sí una historia autorreferencial narrada por la propia canción. ¡Una ranchera además! Sólo puede apiadarse de quien la escucha, que seguro está borracho y regocijándose en el llanto y la autocompasión. De eso va. “Si la vida fuera sólo esto” me pareció que ya existía cuando la hice. Me pareció tan bonita y alegre, sin malicia, que pensé, ojalá la vida fuera sólo esto. De ahí cualquier cursilería (que no lo son) estará justificada. Ahí el doble giro. Porque siempre que estoy feliz, pienso que algo no está bien… Este disco me ha ayudado a ver que sí está bien.

¿Y cómo se fragua ese armonioso espíritu y latido colectivo-colaborativo de “Esto frío no vale nada”?
En teoría yo vengo del “indie” cuando empiezo con las canciones. Pese a conocer a Silvia (Pérez Cruz) desde hace muchos años, todo este entorno de músicos es muy nuevo para mí, y me conecta con otros estilos musicales que siento muy cercanos. Escribo las canciones con la intención de aprovechar el enorme talento que tengo delante de mí, de poder yo también formar parte. Si no soy un gran instrumentista o cantante, pues componiendo es donde me siento más cómodo al final.

¿Qué discos de cabecera o artistas has tenido “presentes” durante la creación de “Esto frío no vale nada” (23)?
Es realmente muy complicado saber para mí de dónde salen estas canciones. Cada persona, músicos, sobre todo, me dicen que oyen estilos distintos en ellas. Bueno, “Estrellita de mar” está clarísimo que viene de “El Manisero”, pero donde yo veo una habanera, hay quien ve un fado. En cualquier caso, si hay un maestro e ídolo detrás de todo esto podría ser Caetano Veloso, a quien he admirado desde siempre y sería imposible que no sacara la nariz en alguna canción.

Otro rasgo que encontramos en este quinto disco es que, casi en su totalidad, lo cantas en castellano, con solo dos canciones en catalán, la hipnótica y onírica habanera fronteriza “Veurem ballar les algues” y la bellísima “El dit petit del món”, con Silvia Pérez Cruz a corazón abierto… Háblame de esta elección idiomática y cuéntame un poco la historia que hay detrás de estas dos canciones, el naufragio y el tema que firma Silvia.
El castellano es un idioma más extendido por el mundo, me permite conectar con otros públicos. De pronto, ahora se me escucha en México y ya me han pedido cesiones para alguna película. Yo, además, soy medio aragonés, así que también me conecta con una parte importantísima de mi vida.
La habanera (“Veurem ballar les algues”) es en catalán porque siempre las he oído en catalán. También es una canción que tenía que estar en “Vol. 71”, o sea que es antigua ya. Es un “todos morimos al final” situado en un barco que se hunde. El barco choca contra un bloque de hielo… Es mi homenaje a Titanic en versión pesquero.
La letra de Silvia la hizo ella misma y le salió en catalán. Yo tenía la música y pensé que Silvia sería la persona ideal para ponerle letra. Se lo pedí y la hizo del tirón. Me iba mandando mensajes de audio cantándola y al final resultó obvio que tenía que cantarla ella. Prácticamente toda ella sola, además. Un regalo. Igual que “Del amor”, canción de Lucia Fumero que canta en solitario casi en su totalidad, en la que yo me limito a hacerle coros.

"Cuando he cantado en Holanda, les dio absolutamente igual no entender ni una palabra"

En relación con el idioma, ¿cómo ves el circuito musical catalán?
Es complicado cantar canciones en un idioma poco usado mundialmente y querer exportarlo a otras regiones. A lo mejor el portugués, inglés o incluso francés, ya lo tenemos más interiorizado a nivel sonoro y no nos importa no entender nada. Una canción en holandés se hace un poco más ardua, o en checo. Igual no es casualidad que cuando he cantado en Holanda, les dio absolutamente igual no entender ni una palabra.

¿Qué artistas catalanes, poco conocidos, nos recomendarías?
Todos los artistas con los que he trabajado en este disco, aunque algunos son muy famosos ya, así que diría Lucia Fumero, quien acaba de sacar un disco precioso con su padre Horacio, y a Pol Batlle o Alessio Arena, por ejemplo.

Y, por otro lado, siendo muy potente el circuito musical en Cataluña, ¿por qué crees que a un gran número de bandas y artistas catalanes de primer nivel, con gran número de fans por todo el territorio, les cuesta girar fuera de Cataluña?
Diría que por el idioma principalmente. Ha habido momentos, durante el Procés, por ejemplo, en que muchos programadores prefirieron no traer músicos catalanes, por la tensión que había en ese momento. Recuerdo que nos sorprendimos con Daniel Lumbreras, otro que recomiendo mucho, porque no quisieron programarlo en ese momento por venir de Cataluña, a pesar de su nombre, su idioma madre, que es el castellano, y el hecho de que ¡canta en un idioma inventado!
Si cantas en catalán, es probable que vayan sobre todo catalanes a tu concierto si viajas. Había un programa de tele llamado “Catalanes por el mundo”, yo salí en él cuando vivía en Bélgica. Pero realmente no hay tantos catalanes por el mundo como para llenar tantas salas. Tienes que ser muy conocido aquí para que te salga a cuenta ir fuera.

Volviendo a “Esto frío no vale nada” (23) y subrayando esa refrescante libertad y eclecticidad sonora con la que revistes cada tema, en la recta final encontramos: “La pena”, donde parece nevar a ralentí a ritmo de villancico, seguida del cierre “Del amor”, con un final más electrónico y rupturista… Dame unas pinceladas sobre esos dos temas
“La pena” es, como dices, un villancico en toda regla. Tuve que trabajar bien los arreglos para que no pareciera “Noche de paz”. Me ha emocionado siempre “Noche de paz”, lo toco a menudo en casa y, en este disco, ha salido así sin querer. Hay dos versiones, single y álbum, pero son bastante parecidas.
“Del amor”, como te comenté antes, es una canción que Lucia Fumero tenía a medias y le pedí grabarla en el disco, porque me gusta mucho. La terminamos y la grabamos. Luego, resulta que ella ya la había terminado y estaba grabada con el móvil. Así que tendremos dos versiones cuando la grabe ella en su próximo disco.
Para los arreglos de esta quería salir de la guitarra y dejar la voz de Lucia flotando entre los reflejos de su propia voz. Luego los coros acompañan para dibujar un poco más la armonía.
El final quedó así, mega indie, no sé decirte por qué… quizás veo el indie ya como un folclore más de mi pasado.

Tras las etapas sonoras que recorriste en tus trabajos anteriores, ¿puede que con este quinto álbum hayas encontrado tu piel artística más emocionalmente potente y directa? ¿Crees que “Esto frío no vale nada” puede marcar los siguientes pasos de tu carrera?
En realidad no lo sé. Solo siento que me he sentido muy libre haciendo este disco y haga lo que haga a partir de ahora, quiero que esté conectado con esa libertad.

Y para concluir, ¿cómo se presentan los directos del álbum? Con un elenco tan amplio en el estudio, ¿quién te acompañará en vivo? Supongo que harás diferentes formatos y quizás vayan apareciendo invitados en alguna fecha especial…
Pues sí, hay varios formatos. El principal es a trío, con Lucia Fumero (piano, teclados y voz) y Didak Fernandez (bases y percusión). Luego está el formato 3D Binaural (www.nicoroig.com). Y claro, siempre que sea posible, aparecerá algún invitado especial que se anime.

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