La cosa del pantano
Entrevistas / Guadalupe Plata

La cosa del pantano

Ignacio Pato — 09-04-2011
Fotografía — Archivo

Nos guste o no, hablar de Guadalupe Plata es hacerlo (o mejor dicho seguir haciéndolo) de lo que se mueve en el sur. El trío de Úbeda acaba de hacer público el contenido de su primer disco largo, de título homónimo, mediante descarga directa y también en una cuidada edición de vinilo que recoge trece auténticos charcos hechos canciones.

Lo primero que llama la atención de Guadalupe Plata es su directo. Es de esos grupos que reciben la últimamente tan manoseada etiqueta de “banda de directo”. Pero para el que obvie el detalle, no sólo con pasión se consigue la comunión ideal con el público, sea en antros o estadios. Hacen falta buenas canciones y estos tres jienenses las tienen. Trece de ellas forman parte de “Guadalupe Plata”, su esperado debut en largo tras su primer diez pulgadas. “No se nos ha puesto el hocico fino. La gente se hace la imagen de Guadalupe cuando nos ve en directo y simplemente lo que hemos hecho es igual que cuando la Reconquista, ir poniendo picas en casi todos los lugares de España. En algunos sitios cuesta más que en otros, pero al final ¡el infiel es rechazado!”. Tras hacer lo que Perico, Carlos y Paco llaman la “mili del rock” en el SXSW y tocar en salas importantes estatales han visitado un particular triángulo de lugares para grabar este disco. “Con Paco Loco en El Puerto de Santa María estuvimos en una especie de retiro musical rodeados de aparatos de otras épocas y con un técnico sobresaliente; con Maxi de los Hollers en Málaga tuvimos ocasión de grabar al lado de una congregación de negros que realizaban misas con tambores, gritos y túnicas blancas, toda una inspiración, un estudio recogido, con cintas y Maxi a los mandos. En la Alpujarra, con Producciones Peligrosas, estuvimos grabando en mitad del campo y creo que con esta expresión se dice casi todo: levantarte ver el campo y tocar es increíble; otro retiro musical”. “Pollo podrío”, “Como una serpiente”, “Boogie de la muerte”, “Habichuelas del Oeste”: quizá un común denominador para estas composiciones que saben a Bourbon metido en un botijo es un magnífico equilibrio entre tradición y riesgo, equilibrio que gestionan a la perfección nuestros interlocutores. “Hacemos blues, quizá la gente esté acostumbrada a escuchar otro tipo de blues, que parece que es el único que existe, cuyo riesgo es que te maten a base de vueltas y vueltas y punteos y más punteos con una buena dosis de solos imposibles. El blues que practicamos es el que sale de dentro sin ornamentos, transmitir los sentimientos siempre implica un riesgo y la tradición es nuestra cruz de guía”. Con Guadalupe Plata se hace un camino entrecruzado que va de Charlie Patton a corrales de gallinas, del grupo bandolero de Los Botijas a los mismos The Cramps, y todo ello con el capricho de una localización que algunos les adjudicarán también a modo de etiqueta por su aparente falta de oferta en nombres comerciales. “Úbeda es un bastión del rock. Imagino que se debe a que en sus bares se escucha buena música, hay una gran cantidad de grupos y de muy diversos estilos. No conocemos realmente la media de artistas por habitante que se supone que es lo normal en una ciudad, pero en Úbeda hay una gran cantidad. El blues y el rock corre por muchas venas en la ciudad, y en nuestro caso y creo que en el de otros muchos más grupos y amigos se lo debemos en parte a un fanático coleccionista de discos ya fallecido, gracias al cual conseguimos llegar al blues y que nos atravesara el corazón: Frank Peláez ‘el maestro’. También vivir rodeado de piedra determina muchas cosas”. Al igual que otros, autoeditan su trabajo y lo ponen a disposición de quien quiera escucharlo de manera gratuita gracias a las nuevas tecnologías, sí, pero sin olvidar el objeto de arte, esta vez materializado en un vinilo de carpeta desplegable y letras de pan de plata, gracias a Folc Records. “Creemos que la apuesta de sacar disco y esperar a que te llegue la pasta se va a terminar, no funciona y menos cuando la música que te venden la ponen en un soporte mierdoso: una caja de plástico. Hay que tirar cara a cara, mostrar a la gente que le puede gustar lo que sabes hacer en directo y si quieren comprar un disco que se lleven algo bonito, chulo y trabajado. Si quieren gastarse el dinero por lo menos que no se sientan estafados”.

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