"Cuando escribo, compongo y canto, no pienso nada, lo hago como lo siento"
Entrevistas / Israel Fernández

"Cuando escribo, compongo y canto, no pienso nada, lo hago como lo siento"

David Pérez — 14-06-2023
Fotografía — Archivo

De los infinitos recovecos del querer que recorrió en su anterior y sobresaliente “Amor” (20), junto a Diego del Morao, su cuarto disco y primero en el que firmó todas las letras, a este “Pura sangre” (Universal, 23) con el que redobla la sinceridad y nos muestra, sin pliegues ni cortapisas las raíces más puras de Israel Fernández.

Flamenco a borbotones, quejíos en vena. Nueve canciones donde vuelve a demostrar que posee un dominio de la tradición jonda al alcance de pocos, además de una voz privilegiada que rezuma sentir propio y valentía a cada paso.

“Pura sangre” es honestidad y sencillez a pecho descubierto: de tu crianza y aprendizaje de la vida, con sus sabores y sinsabores, junto a los tuyos y cerca de la naturaleza, sabiendo escuchar los cantes antiguos, los silencios y siempre abierto y valiente para recorrer nuevos caminos; con tu sangre gitana por bandera y dándole voz a los que no la tienen, señalando las injusticias que nos rodean…
Pues sí, lo has descrito muy bien… es un trabajo muy sincero, biográfico, claro, refleja lo vivido, lo personal, con la familia y amigos… Cosas que vivo en la soledad de mi casa, con mis padres, con mis abuelos… Cosas que me salen de dentro, por ejemplo, “El tercer mundo”, tenía ese sentimiento y me puse a escribir, o la serrana en la que le canto al silencio, porque yo cuando escribo necesito estar en silencio, necesito soledad, y la soledad y el silencio son primos hermanos. Yo creo que es un disco también en el que me he atrevido a hacer lo que siento, siempre lo hago, pero en este quizás más, con gente que yo confío, con músicos como Pional, mi Diego del Morao, que siempre está conmigo, y yo con él… Y bueno, pues hemos dejado ahí toda nuestra sinceridad, sin querer engañar a nadie y tampoco convencer, porque la música no convence, la música transmite… los que convencen son los abogados (risas).

Y tras el exitoso anterior trabajo, aclamado por crítica y público, con tantas miradas puestas en ti, ¿te has enfrentado de forma distinta a este nuevo trabajo?
Claro, yo vivo y cada día que pasa es un día nuevo, una manzana nueva, no todas las manzanas son iguales, ni las hojas de un árbol, son diferentes aunque vengan del mismo tronco. Y yo cada día que pasa, pues soy otra persona, a través de lo que vivo, según pase el día, así compongo y así escribo. Después del disco “Amor”, que ya han pasado unos años, pues claro, este nuevo disco sale de otra manera, ya siento de otra manera, sigo siendo el mismo, pero con más años y más vívido, claro, cuanto más tiempo pasa, más vives y más cosas te pasan, buenas y malas.

"El flamenco tiene vida por sí solo, porque el flamenco da vida, es como el sol, el sol da vida, funciona por sí solo y el flamenco lo mismo"

Aparcando un momento “Pura sangre” y ahondando en tus raíces musicales, sé que eres un gran aficionado y escuchas cantes desde que te levantas, por lo que tendrás muchos referentes y artistas flamencos que admiras, pero, dime, por favor, algunos nombres que sean para ti santo y seña de tu formación como cantaor. ¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza? ¿Qué se escuchaba en tu casa?
En mi casa se escuchaba… te voy a decir los cuatro o cinco cantaores que más se escuchaban: Rafael Farina, Porrina de Badajoz, La Paquera de Jerez, Manuel Torres, la Casa de los Pavones y Camarón. Eso era lo que más se escuchaba en mi familia, por parte de mis abuelos, de mis padres y por todos. Entonces, yo ya ahí… Yo a Camarón lo empiezo a escuchar un poco más tarde, sinceramente, yo lo que escuchaba antes era El cante de la Casa de los Pavones, Pastora, Tomás, Pepe Pinto, Caracol, Vallejo Farina y Porrina, por supuesto, lo primero que yo hice en el programa de televisión fue los fandangos de Porrina.

Es verdad, volví a ver los vídeos hace poco, tenías diez u once años, creo, y que duende…
También escuchaba muchísimo a Valderrama, me encanta, un cantaor completísimo, con una voz preciosa, una melodía y una tesitura increíble, de la escuela de Marchena, pero con su propio filtro, eso es lo bonito del cante y la música. Luego escuché ya a Camarón y me abrió un nuevo mundo, igual que Paco de Lucía.

Hablando de Camarón, estuvisteis hace poco tocando en La Línea, ¿verdad? ¿Qué tal por esa segunda tierra del maestro?
Sí, estuve en La Línea hace poquito, y muy bien allí con la gente, una afición muy bonita, me dieron mucho cariño y mucho calor… Y bueno, yo siempre intento dejarme todo en el escenario, porque es mi vida. Yo no canto por nada material, yo canto por necesidad del alma…

Algo que tienes dentro y tienes que sacarlo, ¿no?
Sí, es una cosa que tengo desde chiquitito, desde que nací… con cuatro o cinco años ya cantaba y aquí sigo. Nunca me he puesto una meta de querer ser nada, ni de crear nada, ni de ser nadie, nada. Simplemente es una cosa natural, es un camino en el que voy andando y me voy encontrando cosas: flores, rosas, espinas, de todo.

Y de los maestros antiguos, a los de hoy en día, a los nuevos flamencos, compañeros y compañeras de generación, arriba o abajo, ¿a quiénes sigues con un interés especial y nos recomendarías?
Yo creo que tenemos muy buena salud en el flamenco, porque hay mucha juventud… Ahora está en un buen momento, bueno, siempre está en buen momento, el flamenco tiene vida por sí solo, porque el flamenco da vida, es como el sol, el sol da vida, funciona por sí solo y el flamenco lo mismo. Lo que pasa, es que hay que tomarlo, hay que echarse una cremita y ponerse un ratito al sol y al flamenco. Y ahora mismo está la juventud muy bien, a mis conciertos viene mucha gente joven, me hace mucha ilusión y me da mucha fuerza para poder seguir creando, porque la juventud, quieras o no, es el futuro y será también el legado. Y sí, te podría mentar, por ejemplo, guitarrísticamente está Antonio Rey, que toca increíble, David de Arahal, muy jovencito, también toca muy bien… Por ejemplo, María Terremoto canta increíble, jovencita y está cantando muy, muy bien, Rancapino chico también, y aquí en Madrid hay otro niño, José del Curro… En fin, hay una buena cantera de jóvenes y yo me meto en el saco, porque yo estoy con ellos, estoy en el mismo barco, somos más o menos de la edad.

Siguiendo con otros artistas y de géneros musicales diferentes, has trabajado y compartido tu arte con infinidad de gente… por nombrar sólo algunos de otros estilos: de Dellafuente en “De plata y madera”, a “Solamente una vez” junto Najwa o esa bellísima y desgarradora “Bocas do mundo”, que me encanta, junto a la fadista Sara Correia…
Sí, es una artista que canta increíble, súper cariñosa, muy sensible. Hacer esa canción con ella fue un regalo.

O “La inocencia”, con Diego y El Guincho a la producción…
Ese tema ha dado muchas alegrías…

Creo que hubiera encajado a la perfección en “Pura sangre”, por eso de los recuerdos, la infancia, y también por el sonido…
Sí, claro, podría ser… Yo cuando escribo, compongo y canto, no pienso nada, lo hago como lo siento, no pienso en la repercusión y respetando siempre a todo el mundo… No pienso en eso, digamos que no hago las cosas para otro, yo hago la comida para mí, y sí me gusta a mí, la reparto.

¿Y cómo de importante es para ti compartir tu arte con otros artistas? ¿Qué tienen que tener para que quieras que tu flamenco dialogue con esa otra propuesta?
Tiene que tener sinceridad, y por supuesto gusto musical. Con verdad y sinceridad, ¡lo más bonito es compartir! No hay cosa más bonita que compartir. Desde chiquitito nos dicen los padres: hay que compartir, hay que compartir… pues vamos a compartir ahora de mayores, que no hay cosa más bonita que compartir música, sin ánimo de nada, solo por el hecho de compartir el instrumento, el cariño desde la música, que es hermosa.

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Ya que he nombrado a artistas de otras disciplinas con los que has colaborado en estudio, cuando no escucha flamenco Israel Fernández, ¿qué otros géneros musicales/artistas no flamencos suenan en tu casa o en el radiocasete de tu coche?
Sí, hombre, a mí me gusta el jazz, me gusta mucho la música negra, la salsa me encanta, Héctor Lavoe, por ejemplo, o el maestro, que lo pongo casi todos los días, que tiene una sensibilidad increíble, el tito Juan Luis Guerra, que es una maravilla, la forma de escribir y la forma de sentir… Todo lo que esté bien hecho me gusta, que tenga corazón, melodía y un concepto claro, con un buen sentido musical… Porque, claro, lo estaba hablando antes con mi compare Carlos de Jacoba, para gustos, colores, pero hay gente que es daltónica (risas), con todos mis respetos, para gustos, colores, pero que sepa qué color es… Yo no digo nada, pero si el blanco es blanco, no digas que es azul, es blanco. Luego si te gusta ya más el azul que el blanco, pues nada, ese es tu problema o tu virtud.

Volviendo a “Pura sangre”, el flamenco nos ha regalado algunas parejas icónicas de cantaores y tocaores que han pasado a la historia de la música, entre algunas de las más populares y referenciales, podemos nombrar a: Camarón de la Isla y Paco de Lucia, o Enrique Morente y Pepe Habichuela, pasando por el padre de Diego, Moraíto Chico y José Merce, por decir sólo algunas…
Claro, hay muchísimas, es que si me pongo a nombrarte parejas artísticas que me gusten, que me hayan influido, me puedo tirar aquí una hora sin parar (risas). Porque yo, humildemente, soy un cantaor muy aficionado, a mí me gusta mucho la frase que dice el maestro Enrique Morente, cuando le preguntan cómo quiere que le recuerden, y dice: Como un gran aficionado. Entonces, yo soy aficionado ante todo, lo doy todo por el cante, porque, mira, para comer, con una patata y un tomate, come uno, no hace falta tanto… Cuanto más tienes, más te pones loco, más sufres; mejor poco, pero bueno.

Te nombraba antes esas parejas artísticas que marcaron época, porque, sin ánimo de comparar, claro, pero Israel Fernández y Diego del Morao parece que vais por el buen camino para dejar huella, dos discos y dos centros de la diana… ¿Cómo nace vuestra amistad y colaboración artística?
Pues mira, nosotros, yo estaba en Jerez, yo lo conocía a él, lógicamente, desde chiquitito, porque él es un poco más mayor que yo… y claro, a raíz de esa vez en Jerez, estuvimos de fiesta y nos dieron días (risas). Era el cumpleaños de un sobrino de Antonio Rey, y nos dio el día allí, hicimos todos los palos flamencos (risas). Diego me decía: vamos a hacer esta seguidilla, vamos a hacer el estilo de no sé quién, vamos a hacer esta granaína, vamos a hacer esta malagueña, pues esta soleá… Estuvimos horas y horas, como desde las once de la noche, hasta las once o doce de la mañana, literal. Y después ya, él conmigo y yo con él, pues gozando. Él vio que yo era aficionado y le gustó mucho, porque me decía: Hazme este cante de Sernita, hazme este cante de no sé quién, hazme este otro cante de… Y yo se lo hacía. Entonces estaba yo bien entrenado de oído, ahora estoy más de creación propia, todo tiene su tiempo… Y claro, yo hacía todos los cantes, fue una noche preciosa, inolvidable. Después hicimos un concierto en Huelva, la primera vez, a raíz del manager, el Rufo, íntimo amigo en común nuestro, mi manager, que es mi hermano, como mi hermano, la verdad es que somos un grupo que nos llevamos todos muy bien y nos queremos un montón… Hasta el día de hoy, a lo mejor mañana ya, nos matamos (risas). En fin, que nos juntamos en Huelva para ese concierto y a raíz de ahí, comenzamos a crear el disco “Amor” y hasta el día de hoy.

"Llevo tantas influencias musicales y de cante, que voy cantando y me van saliendo"

Centrándonos en las nueve canciones de “Pura sangre”, donde, como hemos comentado, te sinceras, recorriendo y compartiendo recuerdos familiares de infancia, de la gente cercana que quieres y de los lugares que te vieron crecer, donde te formaste como persona y cantaor… Escuchamos los pajarillos, la naturaleza despertando y “Que de buena mañana ya está en la fragua mi primo, / dando golpes y más golpes para mantener a sus tres niños…”, quejíos desnudos que hacen saltar chispas a golpe de martinetes en “Puchero y sartenes”.
Sí, es una toná que yo compuse en la casa, y hablo de un primo mío que trabaja en la fragua, que madruga mucho y en fin, dice cosas muy bonitas la letra: “Florecillas de cobre / pucheros y sartenes, / se gana la vida mi primo, buena gente, / de buena mañana ya está en la fragua mi primo, / dando golpes y más golpes, /en el yunque, el pobrecico”.

Y tu voz flotando, desnuda, pero con ecos espaciales, que por momentos, te tengo que decir que me recuerda al tema “Otra galaxia” de Camarón…
¿Sí?, qué bien. Pues yo lo hago, te lo juro, que lo hago inconscientemente, porque yo cuando canto, de verdad, como tengo tantas referencias en mi cabeza, me acuerdo sin querer, porque si me acordara pretendiéndolo, no lo haría, pero me viene ya, como lo tengo dentro… llevo tantas influencias musicales y de cante, que voy cantando y me van saliendo. Si te gusta, me alegro, de verdad.

Le sigue esa preciosa “Soleá de mi casa” en la que, partiendo de las raíces clásicas, abres nuevas sendas melódicas, a las que no muchos se atreven, y que tú transitas con total naturalidad.
Sí, sí, empiezo que parece por Alcalá (tararea y nos canta el inicio de la soleá): “Mi papa nunca ha tenío dinero…”. ¿Ves?, es lo mismo, lo que pasa es que yo voy metiendo otros tercios (canta de nuevo): “¿A quién le contaré yo las fatiguitas que estoy pasando?” (tararea). Y yo hago: “Mi papa nunca ha tenío dinero, / y hemos vivido siempre al día. / Nos hemos criado en la era…”. Tiene ya más melodía, más o menos, no que sea más ni menos, sino que le aporto yo ahí mi corazón.

Ole. Además, cuentan que la grabaste en una sola toma en tu estudio casero, con la inspiración a flor de piel…
Eso es, está grabada en una toma. Con un micro malísimo, en la casa, en una habitación donde tengo los muebles y la tele, y ese día me puse los cascos y salió de una vez, y la dejé ahí; dije, ya no me va a salir igual. La puedo mejorar o empeorar. Así que, a mezclarla y que fuera para adelante.

Te ha quedado perfecta. Me han emocionado mucho también los evocadores tangos “Caminos y vereas”. En mi pueblo de Cádiz, San Roque, donde os vi la última vez, por cierto, en la Bienal, homenaje al tío Canela…
Ah, qué bien, sí, me acuerdo del homenaje, al maestro Canela, estuvo muy bonito…

Pues allí, en San Roque, cuando yo era chico, tengo muy vivo el recuerdo de esos gitanos canasteros que venían y se quedaban varios días haciendo canastos y conviviendo, hasta que seguían su camino y, al tiempo, volvían a aparecer, cercanos y familiares. Aún conservamos un par de canastos en casa de mis padres… Cantas: “Ellos fueron esclavos, para que hoy tú seas libre. / No te olvides de donde vienes, llévalo siempre por bandera”. Declaración de principios, con el recuerdo de esos mayores que se rompían las manos haciendo canastas con tiras de caña y vendiéndolas de pueblo en pueblo… ¿De dónde te nacen estos tangos?
Pues de mi familia, de mi infancia, de mis abuelos… Me acuerdo de que en verano, mis abuelos se sentaban al fresco y se entretenían, se ponían a hacer canastas, porque eran cosas que ya habían vivido… En la época de mi papa, me contaba, cuando iban a los campos, a los viveros, a las ciudades… Ahora la cosa ha cambiado mucho, gracias a Dios. Pero claro, antes era muy difícil, y tampoco te estoy hablando de hace mucho, de hace 50 o 60 años.

La omnipresente guitarra de tu compañero de batallas artísticas, Diego del Morao, para el tiempo en “Me encuentro solo”, con una producción y temple más puro, un bellísimo y doliente cante de levante que, con ese mal de amores de un corazón que dejaron sin llave…
Sí, este es el de los temas más personales… Es un cante de levante con una letra muy bonita, a mí es que siempre me han gustado mucho los cantes de levante, porque tienen mucha melodía, tienen mucha música. Yo, humildemente, sabía casi todos los estilos, y hay varios… Me gustaba mucho ese cante, yo escuchaba a Escacena, a Vallejo, a todos estos maestros que eran fenómenos por ahí, a Pastora, en fin, a todos, que cantaban increíble. Y claro, yo me busco mi forma melódicamente, mis mañas y mis historias.

La producción es otro aspecto interesante del disco, en la que tú siempre estás presente, con Diego compartiendo los mandos en más de la mitad de las pistas, y destaca también la figura de Pional, aportando un plus de atmósferas electrónicas y experimentales en varias canciones, de los dos primeros cortes que abren el disco y ya comentamos, a otros dos deslumbrantes cantes en los que la modernidad se funde con las raíces y vuelan muy alto: la espectacular y reivindicativa bulería “Al tercer mundo” y la serrana “Seré silencio”.
Correcto. La verdad es que ha sido una bendición trabajar con él, una persona muy humilde, con una calidad musical increíble, una gran sensibilidad… y con mucha paciencia, que los flamencos somos muy pesados también (risas). Mucha paciencia con nosotros, nos ha ayudado en la mezcla, en la producción, aportando ideas… Una bendición, la verdad.

Los sintetizadores que mete en la bulería quedan geniales…
Sí, porque todo tiene épocas, ahora estamos con estas producciones de electrónica, que me parecen preciosas… Pero la electrónica siempre ha estado ahí, no es que sea una cosa nueva de ahora, porque ya los Chichos o Las Grecas, y grupos atrás, ya hacían electrónica. Pero es verdad que ahora está en auge, y los jóvenes están haciendo maravillas, pero la cosa es aportar, no meter las cosas con calzador, tanto electrónica, como guitarra o lo que sea, la cosa hay que meterla donde cogen, donde caben, con naturalidad y alegría, no con calzador ni a la fuerza ni con martillo.

En la serrana que antes nombramos, “Seré silencio”, otro de los temas que más me han gustado, he sentido en tu voz, en algunos momentos y matices, el cante y espíritu libre de Enrique Morente…
Claro, tranquilamente, ya te digo que yo me inspiro mucho también en él, muy inconscientemente, pero sí, es verdad que puede tener algunos pasajes de Enrique. Yo, cuando canto sus cantes así más libres, por ejemplo, la caña o incluso por soleá, también me acuerdo mucho de él, que Enrique tenía una forma muy característica de cantar por soleá, con toda la afición de él, imagínate, pero claro, él tiene su propia forma de sentir. Y la caña, el polo o esos cantes que él hace por ahí que parten. Y en la serrana, pues puede ser que también aparezca él, como no acordarme de Enrique.

Del torbellino de compás, casi de cierre, por bulerías, un rayo de luz y energía para seguir adelante, “Despierta”, con el corazón como motor y brújula; a la rumba rompedora “Ni príncipe ni rey”, con otra sobresaliente letra en la que te vuelves a reafirmar como un compositor flamenco de primera, canción en la que pareces escapar, libre, del peso y vaivenes de la fama y de la tradición…
Sí, es un poco de todo, también, por ejemplo, en el buen sentido siempre, de la presión de todo e incluso de mi cultura, fíjate lo que te digo… Porque mi cultura también es una cultura que, como gitano que soy, que estoy muy orgulloso, ser gitano es muy bonito, siempre y cuando siendo buena persona, en todas las razas, da igual la raza que seas… La mejor raza es ser buena persona, esa es la mejor raza. Después es verdad que hay formas de ser, de costumbres, que a veces, pues yo digo: “Dejadme en paz por favor, no me condicionéis, estoy harto…”, estas cosas que digo en la canción, “no quiero ser mi príncipe ni rey”. Entonces claro, muchas veces la gente te condiciona y haces cosas que tú no eres… Es como una queja también a, quiero ser libre, pero, ¡déjame ya!, cada uno puede hacer lo que quiera, si no se mete con nadie y es buena gente… Va un poco por ahí.

¿Y cómo es tu forma de crear las letras y encajarlas en los palos? ¿Cómo es el modus operandi?
Es un punto difícil, pero a la vez es fácil cuando uno tiene el conocimiento. Yo tengo una frase que dice: para tener personalidad, tienes que tener información, para no caer en la trampa de la repetición, porque a lo mejor haces una cosa que tú no has escuchado, y ya la has repetido, por tener poca información, musicalmente hablando. Cuando yo compongo, como yo sé los palos, soy muy aficionado al cante, es mi vida, yo vivo para el flamenco. Entonces claro, cuando yo hago una serrana o una soleá, como tengo la información, tengo la base, tengo el cimiento, sé de dónde viene, pues, a raíz de ahí, me hace el camino más fácil, de adaptar la letra al palo que la quiero llevar, dentro de mi forma de sentir, claro. Tampoco quiero repetir, si no sería una monotonía, si todo el mundo cantara igual… Si por ejemplo, digo, voy a hacer, yo qué sé, los cantes de Juan Talega, voy a cantar por soleá, y ahora lo calco, pues eso no tiene mucho mérito… A ver, tiene mérito para el aficionado que dice, pues mira, lo hace igual o se acerca, se asemeja, pero lo suyo es que le aportes algo a eso, eso es lo más bonito y lo más difícil…

Claro, darle movimiento, mantener vivo el cante…
Eso es, mantener vivo el cante, porque si no esto sería una continua repetición, y la monotonía mata.

Y los conceptos del disco, ¿cómo llegas a ellos? Es decir, tu anterior trabajo giraba en torno al amor romántico, podríamos decir, y este “Pura sangre”, en torno al concepto de familia y raíces, ¿llegas a ellos por las canciones, o tienes claro que quieres escribir sobre esos temas antes de empezar?
No, no, nunca lo tengo claro. Yo no digo voy a hacer esto o hacer aquello, yo me pongo a escribir y… mira, por ejemplo, yo ya tengo notas, siempre me pasa lo mismo, yo este disco lo escribí como hace más de dos meses, ya lo tenía acabado. Ahora estoy ya escribiendo frases sueltas que me vienen a mi cabeza, por ejemplo: estoy en una fiesta y escribo una letra, o estoy en la casa y veo un paisaje, escribo otra letra, o ha discutido alguien, y escribo lo que pienso de esa discusión, por ejemplo, igual que si hay otra cosa bonita… Escribo las cosas que me llegan y de ahí voy creando las canciones, de manera natural, y en un tiempo, pues sale de todo eso un disco, con ocho o nueve canciones, y ya les busco el palo y la forma… una locura (risas).

El disco termina por fandangos, con “La tuya y la mía”, una composición con un regusto muy clásico y una letra que parece que siempre hubiera estado escrita, pero con una forma especial…
Exactamente, en la forma del fandango conviven varios conceptos de varios cantaores, que yo lo hice sin querer, por lo que ya hemos comentado varias veces, que llevo dentro tanta información de cante, empiezo con el estilo de uno, remato por el estilo de otro, en fin, que hay ahí un rebujío, como se dice; y pienso que, aunque no se crea nada, como dice Manolo Caracol, el cante está hecho, se puede hacer una silla o una mesa, pero, sí es verdad que se puede aportar: a esa mesa que está hecha o esa silla que está hecha, pues hay que vestirla, y toda la ropa no son iguales, cada uno viste de una manera, entonces la silla o la mesa cambian, ¿estás de acuerdo?

Pues sí, totalmente de acuerdo, y hablando de ropa y de vestir, siempre llevas unas camisolas muy guapas, eh (risas).
Las que me voy encontrando por ahí… (risas).

Ya me dirás dónde las compras para llegarme yo también.
Ya cuando te vea en persona te digo el secreto, vaya a ser que nos pinchen el móvil y luego vaya todo el mundo con nuestras camisas (risas).

Por último, ahora, en pocos días, Bob Dylan hace escala con su gira por varias ciudades españolas y, aunque este es más arisco que Mick Jagger, por si acaso, esta vez apunta bien la fecha, ¿no? ¿Cómo fue ese encuentro? ¿Cómo es un Rolling Stones en las distancias cortas?
(Risas) Pues nada, una persona muy normal, muy natural, estuvo muy cariñoso conmigo, la verdad. Había muchos flamencos, y vino él a mí a hacerse una foto conmigo, y todos los flamencos me querían matar luego (risas). Como hacía poco de lo de la pandemia, y como está tan mayor ya, tiene setenta y nueve años. Pero estuvo muy bien, y luego, aparte, nos invitó al otro día a una cena, a mí y a Morao, y estuvimos allí otra vez con él.

¿Y le gusta a Mick Jagger el flamenco entonces?
Sí, le gusta. Le preguntó por mí a Pino Sagliocco, que es su promotor de ahora en la gira, y él fue el que me llamó y me dijo: “Mira, Israel, que el maestro Mick Jagger quiere escucharte cantar”. Total, que le dije que sí y ahora me equivoqué de día. Me llama Pino Sagliocco una noche y me dice: ¿pero dónde estás? Yo en mi casa. ¿Pero no vienes ya para acá? Pero, ¿no era mañana? Total, que cogí el coche, yo vivo a una hora de Madrid y, por el camino, me volvió a llamar y me dijo: mira que dice que no se va hasta que no te escuche de cantar. Digo, no me metas más presión que me voy a matar por el camino. Y al final llegué allí, y nada, directamente como un toro al matadero, del tirón al escenario y a cantar (risas).

¿Y el compás por bulerías con las palmas, cómo lo lleva el tito Mick? (risas).
No era de muchas palmas, era más de escuchar (risas).

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