EL KE SE VA DEL BOLO
Entrevistas / Manolo Kabezabolo

EL KE SE VA DEL BOLO

Joan S. Luna — 30-04-1999
Fotografía — Archivo

Existe en nuestro país una verdadera cultura alternativa, esa que ha convertido a la K en seña de identidad y que encierra cualquier A en un círculo.

MANOLO KABEZABOLO. Existe en nuestro país una verdadera cultura alternativa, esa que ha convertido a la K en seña de identidad y que encierra cualquier A en un círculo. Una cultura real, porque existe, y verdadera, porque no se finge. Se lleva dentro. Una cultura que cuenta con sus propios iconos, su propia imaginería e incluso, por ir más allá, con una filosofía particular. Un servidor no la entiende, de hecho se la suele tomar a chirigota. Por lo lejano quizás. Aunque una vez tienes delante a una persona como Manolo Kabezabolo no cabe duda de que existe. Existir, existe. Manolo me mira a los ojos con un aire triste, seguramente preguntándose qué coño tiene que preguntarle un periodista como yo. Sabe que su música no debe interesarme demasiado, que solamente me preocupa el personaje y, puede que por eso se comporta con toda la sencillez del mundo, sin pretender ser quien no es. Puede que por ello sus discos sean superventas en eso del punk y el radical, sus canciones sean himnos y él, una vez abandonada su etapa de cantautor punk en solitario, sea un abanderado de la España antisocial. Junto a su banda, Los Ke Se Van Del Bolo, acaba de publicar un tercer disco («Resina, Agua y Ajo», por «resinación, aguantarse y ajoderse») en el que colaboran Evaristo de La Polla, Albert Pla y Pepe Bolton de Los De Otilia. Ese es el motivo de nuestra cita, el lanzamiento de su nuevo disco, un disco que apenas me interesa, pero que ya ha colocado –en dos semanas- ocho mil copias y que, con suerte, podría superar las treinta mil de su anterior trabajo. Le pregunto tópicos, él me responde con sinceridad mientras pierdo el tiempo observando ese oscurecimiento nicotinado de las yemas de sus dedos, su cazadora de cuero curtida en mil batallas y sus badges. Me habla del futuro («solamente espero que a la gente le guste el disco y si vende tantas copias como el anterior pues mejor»), del pasado («siempre había querido tener un grupo, pero cuando pasó lo del psiquiátrico me tuve que olvidar un poco… ahora lo tengo aunque la gente ha cambiado y por eso hemos tardado tanto tiempo en sacar un disco nuevo»), de sus preferencias musicales («siempre me ha gustado mucho La Polla y gente así, por eso estoy tan contento de que ahora pueda tocar con ellos») o de esa etapa que dejó atrás, la de cantautor punk guitarra en ristre («no entiendo cómo podía estar en el mismo escenario que Extremoduro y salir yo ahí solo con la guitarra… no sé tocar demasiado la guitarra y entonces aún menos, por eso ahora con el grupo podemos hacer canciones más completas»). Y yo le escucho, e incluso le entiendo. Entiendo que quiera expresarse con canciones. Unos lo intentamos con verborrea y otros, como él, lo consiguen con eso, con canciones. Quién iba a decirlo, si hasta tengo cosas en común con Manolo Kabezabolo. Una mina, vamos, que soy una mina.n

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