“A veces, el blues tiene que doler”
Entrevistas / Ben Harper & Charlie Musselwhite

“A veces, el blues tiene que doler”

Nacho Serrano — 12-04-2018
Fotografía — Archivo

Decir que cuanto más se conozcan dos músicos, mejor música harán juntos parece una obviedad. Pero a veces llega un disco que te lo recuerda de manera tan clamorosa que te hace repensar de forma radical el por qué de todo esto de la música popular.

Si abres bien los oídos y pones tu nuevo apéndice en modo avión hasta que la aguja termine su recorrido, te pasará con “No mercy in this land”, título que también da nombre al primer tema del disco, una tonada pantanosa en la que Ben Harper describe uno de los momentos más dolorosos de la vida de su compañero, Charlie Musselwhite, tomándose una confianza que casi desafía los límites de su amistad. “Hay un verso que dice ‘mi pobre madre está bajo una lápida’, y bueno, la mía fue asesinada”, cuenta la leyenda del blues Charlie Musselwhite en la nota promocional. “Es muy personal para mí. Y esa es la esencia del blues. La gente habla demasiado del blues desde un punto de vista académico, pero para mí todo va sobre sentimientos. Y el sentimiento en esa canción es puro. Siempre me emociona”. Harper, que nos atiende en solitario porque el bueno de Musselwhite ha sucumbido a los placeres de la siesta, nos cuenta cómo respiró tranquilo tras esta sentida declaración de aprobación.

"Hace un año dejé de beber alcohol, y fue una decisión magnífica para mantenerme más en forma".

Componer una canción inspirada en hechos reales vividos por una leyenda del blues, y que le guste…
Es una sensación increíble. Pero al principio estaba cagado de miedo, te lo juro. Era un paso muy grande en nuestra confianza, él podría haber pensado que me estaba pasando de la raya. Pero estamos hablando de alguien que sabe perfectamente que el blues, a veces, tiene que doler. La canción es uno de mis mayores logros como compositor, y también como amigo.

Imagino que sentiste que había que aprovechar al máximo tu química con él.
Sí. Con este disco creía que tenía las canciones adecuadas para nosotros, que fueran algo único y especial para nosotros, para ir más lejos de lo que llegamos con el disco anterior. Y sí, también sentía que la química entre Charlie y yo había crecido y había evolucionado hacia una nueva eta-pa, haciéndose mucho más fuerte.

¿Hasta qué punto ha influido vuestra convivencia fuera y dentro del escenario en estas canciones?
Muchísimo, como es natural. Dar docenas de conciertos de Charlie, y recorrer juntos miles de kilómetros para llegar a cada sitio, nos ha convertido en mejores amigos, camaradas y artistas.

¿Cómo es ser amigo de una leyenda del blues?
Lo sé, es una locura ¿eh? Sobre todo porque no hay música que ame más que el blues. Por eso, esto es una suerte de proporciones bíblicas para mí como músico, ¡jajaja!

¿Con qué otras leyendas del género te has codeado?
He tenido la suerte de conocer a Taj Mahal, Louis Myers de The Four Aces, una de las primeras y más influyentes bandas del blues eléctrico de Chicago en los años ’50, a Blind Joe Hill de la esce-na blues de Los Angeles, a B.B. King…

Y a John Lee Hooker, que fue quien te presentó a Charlie.
Así es.

¿Qué recuerdas de aquel momento?
Estábamos en un local muy, muy pequeño en el norte de California llamado Sweetwater, que es-taba pasando apuros económicos. John era amigo de la mujer que lo regentaba, y trató de ayu-darle dando unos conciertos gratuitos para recaudar fondos. Esto fue cuando saqué mi primer disco, por cierto… En fin, que John lo escuchó, me llamó para decirme que le había gustado y me invitó a tocar con él. Yo, alucinando claro. Me presenté allí, y cuando llegué, allí estaba Charlie. Al verlos juntos me paré y me dije. “Oh Dios, esto es demasiado. John Lee Hooker y Charlie Mus-selwhite delante de mis ojos”. Charlie me trató desde el primer momento como a un amigo, me recibió muy cálidamente. Poco después, John nos llamó a Charlie y a mí para participar en lo que sería su último disco de estudio, “The Best of Friends”. En esa sesión, cuando John nos escuchó a Charlie y a mí a la armónica y la steel guitar, fue donde nos dijo: “Hey, parad un momento, estoy flipando. ¿O estáis escuchando? ¡Tenéis que trabajar juntos!”.

¿Qué es lo que más caracteriza la personalidad de Charlie?
Irónicamente, lo que le hace especial es la humildad. Su humildad es muy rara de ver en los músicos.

¿Es proactivo en el estudio, o asume tus composiciones como terminadas?
Sí, sí, lo es. Siempre comenta cada una de mis ideas, dice “enfaticemos esto o bajemos aquello”, o “vamos a hacer esto más lento o más rápido”, todo de forma muy directa, ya sabes.

¿Y cuánto tiempo os llevó grabar este segundo disco?
Un par de semanas, y porque nos tomamos mucho tiempo. Teníamos quince temas, y al final de-jamos diez. Luego llevó una semana más mezclarlo.

¿Hubo alguna premisa sonora en particular?
Sí, sonar crudos. No queríamos demasiada producción, de ninguna manera. En las grabaciones modernas, el micrófono se coloca justo delante del amplificador, o delante de la batería. A la vieja usanza, se pone un solo micrófono en el centro de la sala. Con las voces igual, los cantantes clásicos solían alejarse un poco de los micrófonos, no pegarse a ellos. Lo que hicimos nosotros fue combinar las dos opciones: no pusimos los micrófonos ni demasiado lejos ni demasiado cerca, y por eso creo que el disco suena realmente especial, ni demasiado retro ni demasiado moderno.

Charlie es muy mayor, ¿cómo lo lleva cuando tiene un mal día estando de gira? Eso le pasa a todo el mundo…
Te aseguro que debes creerme si te digo que no he visto a Charlie tener un sólo mal día estando de gira conmigo. No sé cómo es un mal día de Charlie, ¡jaja!

¿Y tú?
Yo sí… Pero hace un año dejé de beber alcohol, y fue una decisión magnífica para mantenerme más en forma. Ahora, cuando subo al escenario, cualquier cosa mala que me haya ocurrido ese día, forma parte del pasado.

¿A Charlie y a ti os interesa la música española?
Sí, hemos hablado alguna vez de la música española clásica, tradicional. Y los dos coincidimos en Manuel Molina. A los dos nos parece un artista increíble. Y por supuesto, Paco. Y Tomatito, que es maravilloso. Ah, y Sabicas, el rey.

¿Te gusta el “Rock Encounter”?
¡Sí! Es un disco muy loco, pero también es increíble.

Sabicas renegó de él.
Había oído algo así, que no le gustaba. Pero no deja de ser increíble que fuera capaz de grabar algo así.

¿Cuáles han sido los últimos discos que te has comprado?
Un disco recopilatorio de Nina Simone, una edición especial en vinilo del “Closing Time” de Tom Waits… espera, que estoy buscando mentalmente en mi colección… entre los nuevos también tengo uno de una banda llamada The 1975, que me compré por curiosidad por su nombre, el último de Tinariwen y el último de Leonard Cohen, que es tan bueno que da miedo. Es como Charlie, cada vez mejor músico con el paso de los años.

Te recomiendo que te hagas con algún disco de un grupo español que de vez en cuando fusiona blues con algunos elementos folclóricos andaluces, Guadalupe Plata.
Apuntado queda, voy a buscarlo, su nombre suena realmente bien.

Para terminar, ¿tienes algún otro proyecto entre manos?
No. Por el momento, got nothin’ but the blues.

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