Esto me recuerda mucho al último de sus amigos Pet Shop Boys: ese disco que, prácticamente sin que nadie lo espere, coloca su rasero cualitativo en lo más alto de su producción del siglo XXI. Puede que alguien prefiera "Sound of Water" (2000), "Tales from Turnpike House" (2006), "Home Counties" (2017) o incluso el conceptual "I’ve Been Trying To Tell You" (2021) y no seré yo quien se lo discuta. De lo que nadie me va a convencer es de que este "International" (2025) no sea el más completo de todos, el más poliédrico, el más versátil y el que mejor encarna esa síntesis de casi todas las mejores cualidades que han engalanado su carrera: una condición de brillante epitafio que también me trae a la mente lo que fue, por ejemplo, "Collapse Into Now" (2011) para R.E.M. Es decir: quizá no una obra maestra, pero sí el mejor testamento que se puede esperar de una banda que nos dice adiós cuando está a punto de rebasar los 35 años en el negocio. Que se dice pronto.
Me comentaba Pete Wiggs que uno de los aciertos de su productor, Tim Powell, ha sido dotar de unidad un repertorio tan diverso, surcado por colaboradores que van desde algunos de los héroes que alumbraron su infancia durante los años ochenta a proyectos de músicos de plena actualidad que bien podrían ser sus hijos. Y es precisamente por eso que los beats de Tom Rowlands (Chemical Brothers) y la guitarra de Jez Williams (Doves) en la sensacional “Glad” pueden convivir con naturalidad con la voz de Nick Heyward (Haircut 100) en la juguetona “The Go Betweens”, o con la atmósfera ensoñadora, etérea, casi levitante y con una clase enorme – marca de la casa – que destila “Sweet Melodies”, o con la elasticidad funk a la que contribuye Flash Cassette en “Save It For a Rainy Day”, o con el irresistible pop cinco estrellas que pulen junto a Confidence Man en “Brand New Me”, o con los irresistibles ecos post rave de “Take Me To The Pilot” junto a Paul Hartnoll (Orbital) o con el gancho latin house de la enorme “He´s Gone") o con el synth pop de “Two Lovers” junto a Vince Clarke (Yazoo, Erasure). Y ya paro, que me falta el aire. Y eso que ni siquiera he mencionado “Dancing Heart” o “Fade”, extremos de un arco expresivo dentro del cual también podrían ser singles ejemplares: esto podría ser una colección de sencillos.
Saint Etienne forman parte de una liga (el reglamento lo dictan ellos) en la que nadie les tose ni les toserá: la que hermana el pop eurovisivo añejo, la tradición indie pop, la herencia sixtie del swinging London, la música disco y sus más distinguidos afluentes house, las aleaciones dub y folk, la electrónica post rave más sutil y unas explosiones de pop caleidoscópico que nadie ha podido imitar. Retrofuturismo de verdad, y no como mera coartada. Ahí siguen reinando. Si de verdad esto es un adiós (no me lo termino de creer), se les va a echar de menos.
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