Plastic Hearts
Discos / Miley Cyrus

Plastic Hearts

7 / 10
Álvaro Tejada — 27-11-2020
Empresa — RCA
Género — Pop

El mito del ave fénix renaciendo de sus propias cenizas se le queda corto a Miley Cyrus. La artista vio, literalmente, arder su casa en Malibu (California) tras una serie de incendios que lo arrasaron todo hace un par de años. De entre todos los escombros, su estudio casero de grabación se mantuvo prácticamente intacto, pero mucho contenido musical inédito se perdió inevitablemente a causa de las llamas. Miley presenta, dos años después, su nuevo disco, “Plastic Hearts”, relatando el suceso en redes y afirmando que, según ella, la naturaleza le hizo un favor.

A través de una interesante entrevista que Miley ha ofrecido a Zane Lowe para Beats 1, la cantante cuenta, entre otras muchas cosas durante una hora y media, que ella considera que cambia cada día. Nos podemos imaginar, por lo tanto, que aquel álbum que comenzó en 2018 y que después fue carbonizado no tiene nada que ver con el “Plastic Hearts” que escuchamos hoy. Además, Miley no solo ha pasado por una pandemia (como todos), sino también por un divorcio y por la muerte de su abuela. Circunstancias personales lo suficientemente relevantes como para hacer borrón y cuenta nueva. Tanto en lo personal como en lo musical.

Cyrus describió en un primer momento “Plastic Hearts” como un “álbum de rock”. Una idea que no parecía en absoluto descabellada teniendo en cuenta sus influencias musicales, sus magníficas covers recientes de Blondie o The Cranberries y su estética actual. Sin embargo, muchos otros pensábamos que tiraría por una música pop más disco, parecida a “Midnight Sky”, el lead single del álbum. “Prisoner”, con Dua Lipa, encajaba con esta línea gamberra y medio punk que Cyrus nos quería hacer creer, pero lo cierto es que “Plastic Hearts” se queda a medio gas entre un glam-rock elegante y un pop guitarrero que a veces recuerda a Disney.

La mano de Mark Ronson está presente en temas como “High”, “Bad Karma” o “Never Be Me” y se agradece, pero personalmente se echa de menos un temazo instantáneo como “Nothing Breaks Like a Heart”, que lograba sonar a clásico en pleno 2018. La voz de Miley en este disco suena más grave, ronca y desgarradora que nunca, y su carisma vuelve a ser de diez. Pero, en este caso, la actitud no lo es todo. Miley Cyrus sabe muy bien cómo vender sus propuestas al público, porque ella realmente suena genuina. De hecho, las canciones por separado no están nada mal y seguro que serán growers con un poco de buena promoción. Es el conjunto lo que falla y lo que hace que no esté a la altura de un disco que viene con un contexto tan brutal detrás. La alta exigencia es el precio a pagar cuando se ha demostrado excelencia, y con Miley no iba a ser menos.

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