Soy un extraño

Leandro López no es ni un extraño, ni un neófito, aunque haya sido ahora cuando ha decidido firmar su primer disco formal como L E O. Después de haber sido una entelequia omnipresente en la evolución y el devenir de bandas de nuestra escena tan icónicas como Dorian, Standstill o Sidonie, el artista se ha entregado totalmente a su propuesta de corte personal en la que ha demostrado ser capaz de superarse a sí mismo y abrir sin tapujos la caja de los recuerdos y las reflexiones más descarnadas y honestas. A través de las ocho canciones que componen este “Soy un extraño” veremos al artista completamente desprovisto de aditivos, con un relato íntimo e intenso que hace público con el fin de sanar, pero con el que termina encontrándose con voces en el camino que comparten su sentir y ensalzan su discurso.

“Soy un extraño” es la perfecta banda sonora de un apátrida errante, sin hogar ni destino, que deambula entre épocas y lleva sobre sus hombros una mochila repleta de rémoras y lastres que dificultan cualquier oportunidad de reencauzar su rumbo. A este tema común, que parece reposar descorazonadoramente sobre las bases de los ocho cortes del disco, se le suma un aura lúgubre y melancólica, fruto de ese sonido que orbita entre el synth-pop y algo de post-punk, con muchos destellos ochenteros, y que sin duda aportan a la narrativa de L E O esa apariencia golpeada, hastiada y vivida ante la que es imposible quedarse indiferente. Y es que a las raíces de “Soy un extraño” se llega después de haber recorrido un largo viaje, de esos en los que se dan muchos tumbos y se reciben muchos golpes.

Cuando ese viaje concluye se desencadenan una serie de frentes abiertos, inesperados y en ocasiones inafrontables, donde toca lidiar con el hecho de darse cuenta de que el mundo ha seguido girando en tu ausencia y tu hogar ya no es el mismo. Ante esa situación “Qué Decir?” es el perfecto punto de partida, un golpe de realidad ante el que no se puede negar la evidencia del escenario encontrado ni existen herramientas para cambiarlo (“si quieres marcharte, lamento que no seas feliz”). “En el Limbo” se abren paso los fantasmas, esos que le recuerdan constantemente al mundo quién eres y de dónde vienes, con un pasado que habla por sí mismo y un presente que apenas puede crecer, apoyándose, eso sí, en compañías reincidentes como la voz de Marc Gili de Dorian, todo un experto en esto del divagar emocional y en hincar el dedo donde más duele (“Un extraño en la ciudad, bicho raro para ti”). Porque las calles parecen las mismas pero todo ha cambiado. Los recuerdos se agolpan sobre la arquitectura urbana pero ni te recuerdan ni te acogen, como bien nos confirma en este tema homónimo firmado a pachas con Love of Lesbian. Es entonces cuando la tentación de romper con todo para lidiar con el nuevo presente aparece de nuevo, con hartazgo, miedo y una brisa de nihilismo donde solo se puede optar por el socorrido “que me quiten lo bailao” y una huída hacia adelante como la que deducimos de “Disfrutemos del desastre”. 



Un álbum que se asienta en verdades tan concretas y en un momento tan específico de su autor corre el riesgo de acabar siendo un trabajo demasiado privativo; sin embargo, la universalidad de su voz hace que conectemos con L E O en cada desastre particular que éste nos narra, ya sea sin pelos en la lengua como la sentida ruptura que se vislumbra en “Nuestro Universo”, o bien en ese plano más críptico que rodea a “Como un Tren”, donde hasta se permite el exquisito gusto de coquetear con la psicodelia más pop. Una buena muestra de que, a pesar de codearse con viejos amigos y compañeros de mil batallas, como los ya mencionados o como la intachable participación de Lisandro Montes (Dorian) en la producción, López demuestra tener la elegancia de las estrellas para volcar en sus letras una devastadora verdad sin trampa ni cartón.