Ante la gran cantidad de jóvenes cantautoras de folk-rock y americana que han aparecido en los últimos años, a veces se hace muy difícil separar el grano de la paja. Sin embargo, Jade Bird está demostrando ser grano y del bueno. Esta joven menuda de 26 años atesora un desparpajo brutal, al que le acompaña una voz tan potente como clara que a mi me ha recordado bastante (palabras mayores) a la de Neko Case. Pero más allá de las comparaciones, Jade Bird se ha ganado – ahora sí- el derecho a que hablemos de ella por sí misma, con este segundo y estupendo disco titulado “Different Kinds of Light”. No hay necesidad, por tanto, de echar mano de ese manido catálogo que utilizamos los críticos de forma cansina y que acostumbra a ir de Fiona Apple a Ani DiFranco pasando incluso por Sheryl Crow.
Lo primero que hay que decir para presentar en sociedad a Jade Bird es que, aunque parezca mentira, no es estadounidense. Nacida en Inglaterra, la cantante empezó a tocar blues a los dieciséis años como artista residente en un Club de Londres. Años de aprendizaje y tablas que la forjaron para desarrollar después su propio periplo vital y hacer la maleta. Tras pasar por Japón o México recaló, como no podía ser de otra forma, en sus admirados Estados Unidos. Fue en esa meca del country llamada Nashville donde, de la mano en la producción de nada menos que Dave Cobb, se armó parte de este disco. Todo un bagaje que le ha servido para tener una cultura musical que suele demostrar con las estupendas versiones que realiza, disponibles en YouTube, que pueden ir de los Bee-Gees a Radiohead pasando por un viejo bluesman como Son House y llegando a una de sus favoritas: el “I've Been Everywhere” de Johnny Cash con el que acostumbraba a finalizar las actuaciones de presentación de su primer álbum.
“Different Kinds of Light” es un disco que atesora catorce prometedores temas que son más un aviso que una certeza. Son canciones que nos están diciendo que Jade Bird tiene 'mojo' y que además lo sabe explotar gracias a las armas de siempre: ese saber combinar la fiereza más desatada con la dulzura más azucarada. Y encima lo hace con una facilidad que resulta pasmosa. Como si llevara mucho tiempo en este negocio de subirse sobre un escenario. Dice Jade Bird que la pandemia le ha servido a la hora de escribir colocándose en diferentes pieles más allá de la suya, buscando ópticas distintas en unas letras que nos hablan de amor, claro, pero desde una visión feminista y moderna. En cualquier caso, a mi lo único que me resta es volver a darle al play para disfrutar de temas rotundos como “Honeymoon”, “I'm Getting Lost” y “Open Up The Heavens” o suaves como “Houdini” y ese “Different Kinds of Light" que no solo acaricia sino que da título a un disco que la ha puesto en el radar de las revistas especializadas de medio mundo. Pese a todo, la sensación de que lo mejor está por llegar prevalece y queda el poso de que Jade Bird puede crecer más todavía. Sin duda lo hará.
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