Good Luck With Whatever
Discos / Dawes

Good Luck With Whatever

6 / 10
Don Disturbios — 06-10-2020
Empresa — Spinefarm
Género — Folk Rock

¿Qué es lo mejor y a la vez lo peor que se puede decir de un disco?. Y cuando digo disco me refiero a cualquier expresión artística en general. Pues bien, para mi lo mejor y a la vez lo peor que se puede afirmar de un álbum, es eso tan manido de que suena a viejo conocido. Esa frase lapidaría que viene a decir: ‘ojalá estuviéramos ante su primer álbum”. Pero no. Estamosa muy lejos de que sea así. De hecho, en el caso que nos ocupa estamos ante el séptimo trabajo de Dawes -casi nada- y los trucos de Taylor Goldsmith, aunque efectivos,  nos los sabemos de memoria. Son como la lluvia fina: mojan pero no calan.

‘Good Luck With Whatever’ es un disco correcto muy bien bien trazado. Un álbum con melodías que enganchan y recogido en su esencia, casi en directo, porque está grabado de forma muy rápida sin trucos ni añadidos, tal y como le gusta a Dave Cobb. Productor que, al haber trabajado con nombres como: Chris Stapleton, Sturgill Simpson o Jason Isbell, no necesita presentación. Y todo esto que afirmo es un acierto y juega a favor de las canciones del álbum. La única (gran) pega es a la que hacía referencia al principio. El álbum supura Dawes por todos sus poros y te deja con una sensación de vacío, de aquí no ha pasado nada que no haya visto con anterioridad, que lo tira todo por tierra. Si a eso le sumamos cierta falta de mordiente, una excesiva dulcificación de las tonadas… pues ¡Qué demonios! Uno echa mucho de menos algo más jodidamente guitarrero. Algo como el último trabajo de Will Hoge. Y es que si soy sincero más que de un álbum de folk-rock, estamos ante un disco de soft-rock que de tan soft hace ‘choof’.

Tendremos que esperar a que pase algo en la vida de Taylor Goldsmith que le revuelva las tripas. Algo que le provoque la úlcera de mala leche suficiente como para poner el volumen del ampli al once, y lanzarse a roquear con la mala leche  que sabemos puede almacenar. Tan solo hay que recordar su paso por el escenario de la sala 2 del Razzmatazz de Barcelona, para tener la certeza de que es capaz de ello y de mucho más. ¡Cuidado con el azúcar!

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