Cuando no sé quién soy
Discos / Amaia

Cuando no sé quién soy

9 / 10
Yeray S Iborra — 14-05-2022
Empresa — Universal Music
Género — Pop

El segundo no es el más difícil. No cuando te has convertido en el nombre más carismático de la mejor edición de Operación Triunfo, has ido a Eurovisión o has coqueteado con el indie influencia de tu hermano hasta tocar por sorpresa en el Primavera Sound 2018. No cuando, después de todo eso, debes enfrentar un disco debut ("Pero no pasa nada", 19) que, tras mil y una vueltas, logró toparse con un sonido compacto –conseguido junto a Santiago ‘Motorizado’– pero poco genuino.

Cuando has sido ‘Amaia de España’, volver a ser Amaia, signifique eso lo que signifique, cuesta, al menos, un par de álbumes.

Ser Amaia en 2022 pasa por haber mudado muchas pieles. Para finalmente conservar cicatrices de todas ellas: el pop más burdo y dosmilero (“La canción que no quiero cantarte” junto a Aitana) o el más vanguardista, como el del himno ultra reproducido del pasado año con Rojuu “Quiero pero no”. Las baladas ‘dualipenses’ –tiene el largo un tono revivalero ochentas anestesiado en el primer tramo– como “Dilo sin hablar”. Así como la ya explorada en directo instrumentación mínima de su apreciado Sonido Donosti en “Pesimista” o el guiño a las ya citadas músicas indie, como el homenaje a Los Planetas en la floral y orquestada “Santos que yo te pinté”.

La pamplonesa ha logrado coser todas esas virtudes gracias a la honestidad. A llevar la duda por bandera. “Quiero ser lo que se espera de mí y seguir siendo yo a la vez”, dicta en la reflexión circense que abre el disco, “Bienvenidos al show”. Un tema que, acostumbrados como estamos últimamente a las reflexiones sobre la propia fama, muestra más universalidad que las tentativas de sus coetáneos. Hay ejemplos de ello, más pobres, en las últimas entregas de Rosalía o Bad Bunny. Porque no es cómo lidiar con el estrellato, es cómo lidiar con las expectativas y la identidad. Batalla de todos.

El colofón conceptual llega al final del álbum con “La persona”. Y acaba con “Yamaguchi”, sin duda la más bonita de sus canciones: contrastes fonéticos preciosos, raíces y folclor y su voz, la voz de ‘Amaia de España’, luciendo al máximo. Pero esta vez, al fin, como Amaia a secas.

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