En una noche inusualmente cálida para marzo tuvimos ayer el gusto de volver a ver a Travis Birds en un Kafe Antzokia a rebosar en lo que está siendo una semana plagada de conciertos y de sold-outs. Su parada en el “Jardín del deseo tour” de ayer tenía cierto aire de anticipación del 8 de marzo, siendo ella una artista tan empoderada y con un porcentaje femenino tan alto en el público, todo lo contrario del bolo de Steve Gunn el día anterior. El pop-rock latino y desacomplejado del álbum "Perro deseo", el cual venía a despedir, atrajo a gente variada de todas las edades con ganas de escuchar y bailar buena música.
Tras una intro de sonidos selváticos, empezó “A veces sueño”, tema que abre el disco. La acompañaban Javi Pedreira (guitarra), Tony Molina (vientos), Jacob Reguilón (bajo) y Mario Carrión (batería). Ya con la guitarra eléctrica en ristres y tras saludar con un “Qué pasa Bilbao, buenas noches”, sonó “Cada minuto”, menos electrónica que la original, y continuó con la poética “Madre conciencia” de su anterior larga duración “La costa de mosquitos”. Le añadieron un ritmo ska y parte del público arrancó a bailar.
Muy característico de la madrileña son los constantes cambios de ritmo, recurso utilizado en la que vino a continuación, “Peligro”, uno de los singles más celebrados del último álbum. Posteriormente empezó a presentar la canción que da título al álbum, diciendo “ a veces los deseos se cumplen” y la mala suerte quiso que le viniera la ley de Murphy en forma de interferencias con la guitarra electroacústica. Decidida, siguió adelante y cantó el tema que hace referencia a las baldosas amarillas de Dorothy en el Mago de Oz. Continuó cantando a las pasiones, a la intuición y al instinto animal en “Cuando Satán vino a verme” donde diríamos que se torna en una Jeanette postmoderna en un estribillo de melodía preciosa.
Interferencias volvió a haber en “Oruga”, esta vez por culpa de esa parte del público que no sabe callar en la parte ambiental de una canción. Travis se desquitó en la parte final dándole caña a la guitarra eléctrica y haciendo gritos psicodélicos. La sintonía con el público volvió con la romántica “Grillos”, que en el original interpreta con Leiva. Después de que el guitarrista insinuara “Vamos a cantar mentiras”, Travis pasó de los grillos a los “Coyotes”, esta vez a las teclas y después, el público se le unió cantando apasionadamente “Conmigo”, bonita versión del clásico “Stand by me”.
Presentó a la banda y siguió con la bailable “Una romántica “ para ir después a los vientos circenses de “Mis aires”, tan en la línea de Eskorzo, donde su cante flamenquillo nos recuerda a la Mari de Chambao. Le siguió el fraseo tan Rozalén de “Maleza” y terminó su repaso al álbum actual con “Urgente”, pena que no estuviera Depedro para acompañarla como en la grabación. En cuestión de hora y pico, había desgranado una buena serie de canciones llenas de influencias y sonidos latinos y españoles, desde Bebe a Canteca de Macao pasando por los Fabulosos Cadillacs. Se despidió con las infalibles “Eduardo” y “Thelma y Louise” con el público totalmente entregado, dejándonos a los verdaderos fans con ganas de más y mejor (sonido).
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