Aquella misma tarde tuve la ocasión de charlar con el guitarrista de la banda, y tan inocente como jovial me dijo “tengo que llamar cada día a mi madre para decirle donde estoy, ya que nunca había estado tanto tiempo fuera de casa”. Y si la banda es joven de por sí, parte del público era casi infantil. Algunos de los presentes acababan de nacer cuando yo ya me la empezaba a menear. Y que conste que no soy tan viejo. A pesar de creer que seríamos cuatro gatos, al final se reunió una cantidad de gente bastante digna. Al grupo, al margen de faltarle cierto empaque si que se les adivinaron buenas maneras. Sonaron frescos, y algunas de la melodías parecían sacadas de algún que otro disco de AOR de finales de los setenta, principios de los ochenta, aparte de encontrarse a medio camino entre unos Weezer y los Jimmy Eat World más divertidos. Cayó su disco de debut al completo, y por supuesto no faltó su éxito “Swing, Swing”. Llamó la atención la camiseta del cantante, que era nada menos que de John Mellencamp. Así que habrá que estar atentos, ya que igual con tres años más estamos ante un fenómeno de envergadura.
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