Noche otoñal
Conciertos / Benjamin Francis Leftwich

Noche otoñal

7 / 10
Guillermo Chaparro Terleira — 10-11-2016
Empresa — Cooncert
Fecha — 22 octubre, 2016
Sala — Changó Club, Madrid
Fotografía — Andrés Abella

"After The Rain" se titula el último trabajo de Benjamin Francis Leftwich y fue precisamente en el momento en el que dejó de llover cuando el reloj marcaba la hora de inicio del concierto. Tras su paso por el Mad Cool, el cantautor británico volvía a la capital dentro de la inagotable gira de presentación de su segundo LP en la que está inmerso, para ofrecer un concierto de tan solo una hora, aunque suficiente para ratificar su estatus como una de las voces del indie folk más prometedoras del momento.

Un joven que parecía sacado de una novela de Kerouac (tupé, camiseta blanca doblada por el extremo de la manga, vaqueros y cigarro en la oreja) abría la noche acompañado tan solo de su guitarra. Era Travis Gilbert, la cabeza pensante detrás de Travis Is A Tourist. El de Belfast tocó, entre otros temas, su nuevo single “Stevie Nicks”, como ya hiciera la noche anterior en L’Auditori de Barcelona. Teniendo en cuenta que sus canciones se encuadran en un folk popero hermano gemelo de las melodías de Benjamin, Travis no tuvo problemas en llamar la atención del poco público que se encontraba en la sala.

Tras quince minutos de pausa, el protagonista de la noche salía igual que su predecesor: únicamente acompañado de su vieja guitarra. Sin tiempo para saludar comenzaba a tocar los primeros acordes de “Tilikum”, tema que abre su último disco. La canción que lleva por título el nombre de una ballena, dio paso a uno de los momentos de la noche. Tras un “¿Qué tal?” de acento guiri, el de York se alejó del micrófono para acercarse al borde del escenario y mano a mano con el público entonar “Pictures”, perteneciente al primer LP, “Last Smoke Before The Snowstorm”. Llamaba la atención como la voz cautivadora y dulce que escuchamos en el álbum, se mantenía en directo. Algo que también llamaba la atención era la respetuosa actitud del público, dejando en silencio la sala en cada canción y tan solo alzando la voz en los estribillos. Más tarde los "otra vez, otra vez" en vez de los clásicos "otra, otra", confirmaría que la mayoría del público era extranjero.

Aquel respeto por el silencio, ayudaba a que, canción tras canción, Benjamin a través de su voz y el sonido de su guitarra, iba creando una atmósfera nostálgica similar a la de nuestra habitación un domingo otoñal. Canciones como "Cocaine Doll", "Some Other Arms" o "1904" fueron claves para lograr la perfecta unión entre el lugar y la música. Logrando así los aplausos y la fuerte ovación después de cada tema, a lo que el cantante respondía agradeciendo con la cabeza sin soltar la guitarra, recordando el gesto del típico cantautor callejero al recibir una moneda. Y hablando de la etiqueta de cantautor, solo había que fijarse en las caras obnubiladas de las chicas presentes para darse cuenta que lo de ir de sensiblón con la guitarra sigue funcionando.

Todo este clima derivó en el que fue el gran momento de la noche, cuando Benjamin decidió bajarse del escenario para interpretar “Shine” recorriendo los pasillos que la gente iba formando mientras entonaba la letra. Unos bonitos minutos que dieron paso a los dos bises de la noche: una versión acústica de "She Will Sing" y la aclamada "Atlas Hands". Tras estos dos temas, el británico daba por finalizado el concierto después de tan solo una hora sobre el escenario. No obstante, este tiempo de duración, insuficiente para cualquier artista de su popularidad, pareció ser suficiente para un público que salía entusiasmado.

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