Por duplicado

Un año después Iseo&Dodosound han vuelto a Barcelona para cerrar el intenso círculo de “Roots in the Air” (Mundo Zurdo, 17), con cambio de sala incluido respecto de la última vez que visitaron la ciudad. Más aforo, más público y más metros de escenario han dado lugar a un show con actitud rave y con resultado de estadio.

“Més música!” así saltaba Iseo después de Dodosound y los Mousehunters. El incansable ímpetu de los navarros, especialmente de la voz, los pies y el aura entera de Iseo, procedían a caldear la Razzmatazz en la que sería la primera de las dos noches en la ciudad condal. Estrenó el micro Iseo con “Lost City” en una primera parte de show sin tiempo para la quietud, donde la protagonista se comió cada centímetro de escenario e hizo saltar y bailar en cada rincón de la pista. “My microphone”, “Zombie”, “Freedom”… hasta una primera versión incendiaria de “Frozen Desert”, la cual sonaría de nuevo en la segunda parte del concierto de un modo mucho más íntimo. Esta siguiente parte empezó con Iseo sentada entre escenario y foso, más arropada por el público y con la pantalla sin cesar de reproducir gráficos, historietas y hasta luchas feministas muy acertadas.

El cenit se repartió entre varias canciones, es lo que tiene contar con apenas 5 años de trayectoria, dos larga duración y una mixtape con nuevos sonidos. Pero si tenemos que escoger, nos quedamos con la desenfadada “Dame” y la segunda versión de “Frozen Desert”, cuando la voz de Iseo se despojó de todo ornamento para quedarse sola con la guitarra ante un público completamente embelesado y rendido a sus pies.

Lo que sucede en los conciertos de Iseo&Dodosound va mucho más allá de la mera escucha en directo de los discos de estudio. Además de la calidad de los navarros, la meticulosa puesta en escena es la clave de unos conciertos donde se goza de la música con todos sus complementos. Dodosound se funde con la mesa, pasan a ser un único ser, mientras transforma y lleva por caminos electrónicos y dubs la poderosa voz de una frontwoman a la que, da la sensación, jamás se le acaba el combustible. Y si a esa unión le sumamos la banda Mousehunters y los cuidadísimos audiovisuales que en todo momento crean esa atmósfera tan particular, es normal que año tras año llenen salas por duplicado. ¡Ah! y con apenas un tema nuevo de diferencia respecto del año anterior.