Construyendo el presente
Conciertos / Gorka Urbizu

Construyendo el presente

8 / 10
Agrimensor-K — 25-02-2024
Empresa — Panda Artist
Fecha — 23 febrero, 2024
Sala — Intxaurrondo Kultur Etxea, Donostia
Fotografía — Jokin Fernández

Difícilmente podría uno concebir un comienzo/regreso de este calibre: primero, el ex de Berri Txarrak guarda el secreto del nuevo disco; segundo, graba lo que le da la gana y en un formato anticomercial; tercero, lo presenta tanto con músicos que han participado en la grabación como con dos caras nuevas; cuarto, se olvida del formato fácil y nos ofrece un sonido bastante fiel a la minimalista grabación; y quinto, agota todas las entradas.

La expectación por ver el primer concierto de Gorka tras la grabación de su primer disco en solitario (hay precedentes de cameos y algún que otro concierto en el pasado) ha sido notable. Todo lo que ha rodeado a Gorka ha sido un torbellino desde la publicación el 15 de enero en formatos digitales de “Hasiera bat”. La noticia cayó como una bomba, entonces Urbizu empezó a dar entrevistas y al poco se empezaron a anunciar las primeras fechas del tour. Las entradas volaron y nuestro protagonista se ha visto envuelto en un torbellino que no sabemos si ha sido deseado o no; intuímos que no. Lo cierto es que se le ve exhultante. Y es que, después de haber grabado un disco tan desnudo y de tan poco artificio, buscando justamente un ambiente minimal y desangelado, que la jugada te salga así de redonda resulta cuando menos sorpresivo.

Ni una concesión a la comercialidad, ni a formatos anteriores, ni a campañas de promoción altisonantes: simplemente él y su música. Quizás sea consciente de que su base de fans le sigue a muerte y estaba esperando un regreso que llegaría tarde o temprano. Ha agotado los tres días seguidos en este mismo recinto, pero es que también lo ha hecho en Iruñea, Bilbo, en Gasteiz... de los dieciocho conciertos anunciados ha agotado catorce, y de las restantes dos son en Madrid y Barcelona respectivamente, la tercera fecha en Gasteiz e ídem en Iruñea.

Pero vayamos ya al primer concierto de la gira, un acontecimiento que quedará marcado como el pistoletazo de salida de una gira presumiblemente histórica. La expectación era enorme, pero no sabíamos las canciones que iba a tocar, aparte de las diez del nuevo disco. ¡Ni siquiera sabíamos la formación que iba a defenderlo! En eso que salen cuatro músicos y finalmente lo hace Gorka en medio de una cerrada ovación. Eran los primeros acordes de “Maitasun bat” y aquello sonaba a gloria. Podíamos reconocer al multiinstrumentista y productor del disco Jordi Matas, armado con un bajo de cuerpo pequeño, largo mástil e inmenso sonido. En la batería, Joan Pons, quien también ha grabado algunas baterías en el disco. Hasta ahí todo normal; al fin y al cabo, ambos han participado en el disco de forma activa.

¿Y las chicas? Una de ellas, que luego (bolígrafo en mano a la hora de las presentaciones en el tema número diez) apuntamos que se llama Amaia Miranda, tocaba la guitarra y participaba activamente en las voces. Y la otra, Mariana Mott, tocaba la segunda batería. Otra sorpresa más: ¡dos baterías! A lo largo del concierto comprobaríamos lo oportuno de dicha decisión, la cual pudiera no haberlo sido de no ser por la increíble precisión que desplegaron sus ejecutantes. Siguieron (en las tres primeras) el mismo orden del disco, por lo que la sucesión fue con “Teoria bat” y “Tren bat”.

Destacar la participación de todos en los coros, aunque en esto también aportaron cierta originalidad. Por ejemplo, ocasionalmente las cuatro voces se podían unir solamente en los últimos segundos de una canción, reformulando y expandiendo algunas de sus atmósferas. La más activa en ese aspecto fue seguramente Amaia, quien compartía primera línea con Gorka. Los dos baterías, evidentemente, estaban sentados y Jordi se colocó entre ambos, por lo que al frente solo quedaban Gorka a la derecha y Amaia a nuestra izquierda. Fueron ambos quienes defendieron esa primera línea, con el lógico protagonismo para la estrella de la noche: Gorka se desenvolvía con gran soltura, mezcla de su legado rockero y el nuevo formato al que intenta adaptarse. Cada movimiento o comentario suyo fue ovacionado por una audiencia diversa aunque esencialmente joven. Qué extraña (y qué placentera) sensación... sin distorsión, sin un muro de sonido apabullante por detrás, ni masas enfervorecidas reventando la sala: solo un quinteto disfrutando de su música y un público entregado. Todo ello encontró un extraño equilibrio en el frontman: una combinación de héroe rockero idolatrado y el cantautor cuasiacústico en el que se supone se ha convertido.

El respeto del público no se traducía en una actitud pasiva, ni mucho menos. Y es que se notaba la frescura que emanaba del hecho de ser primer el concierto, tanto en el escenario como entre el público. Algunos seguro repetirían al día siguiente o el tercero, si es que tuvieron la fortuna de conseguir los tickets. “Lilura bat” nos ofreció la primera intervención larga de Gorka, en la cual nos recordó que lo importante es disfrutar de la magia del momento. Y que todo eso no cabe en un teléfono móvil. “Disfrutemos de esta movida tan arcáica de escuchar la música sin móviles”. También nos confesó que éste era el mejor regreso que pudiera haberse imaginado, y en otro momento arengó al público con un “¡Viva Palestina libre!”.

Sabíamos que caerían los diez temas nuevos, pero... ¿y el resto? Por lo pronto, decir que tocaron en total dieciocho temas, por lo cual hubo ocho sorpresas, de las cuales solo podríamos tener alguna sospecha o intuición. Una de ellas, acaso la más previsible, fue “Etorkizuna ginenean”, compuesto por él mismo para el grupo Leihotikan, a los que también ha producido su último disco de igual título. Los fans se la sabían, por supuesto. Continuó con la nueva “Kolore bat”, en la que el bajo de Jordi directamente se salía y nos maravillaba con su robustez y profundidad. En este tema Gorka lanzó una púa al público y siguió cantando con un hilo de voz casi frágil.

De Berri Txarrak cayeron tres, la primera de ellas nada menos que “Helduleku guztiak”, con un groove apabullante por parte de Jordi, que engrandeció la canción con maestría. “Janela bat” nos devolvió al disco a presentar, con la particularidad de que los baterías la tocaron con una especie de toalla o sábana que tapaban los charles y la caja. Al término de esta los músicos se retiraron para dejar a Gorka a solas con la mágica e inédita “Mihise zuri bat”. De Katamalo tenía que caer alguna, y la elegida fue “Betazaleak erauztean”, una mezcla de poesía y sensibilidad musical propia de aquel proyecto (Katamalo) del cual nos atrevemos a afirmar que dejó huella en la escena vasca.

“Sute bat” nos condujo por los nuevos senderos de Gorka, que capitaneaba un quinteto que no dejaba de sonreír. Jordi transmitía felicidad en todos los temas, Amaia otro tanto, por no hablar de los dos baterías, que parecían sincronizados (programados) en todos sus movimientos. Mariana y Amaia “rebajaron la media de edad” del grupo, como dijo Gorka, con lo cual juventud y experiencia se dieron la mano en un grupo que nos dará grandes alegrías en esta gira que acaba de comenzar. Destacar de nuevo la precisión de todos ellos, el buen rollo que desprendían y una sensación de unidad y felicidad verdaderamente contagiosas.

El recuerdo a Peiremans+ llegó de la mano de “Send flowers”, en la que la gente se animó bastante, seguramente contagiados por la marcha del tema, aunque no solo ocurriera en ésta. Más Berri Txarrak con “Katedral bat”, para gozo del público, que bailó con la nueva “Toki bat” (una de las que encajaría sin ningún género de duda en Berri) y acarició el cielo en la íntima “Etxe bat”, que interpretaron Gorka a la voz y la guitarra y Jordi a los teclados. Urbizu nos confesó que llevaba nada menos que 51 meses sin dar un concierto (habría que descontar, eso sí, cameos y apariciones puntuales) y atacó con una sorpresa mayúscula: nada menos que el “Hegal egiten” de los míticos Itoiz (y letra de Bernardo Atxaga). Un subidón mayúsculo de adrenalina.

La traca final fue con el “Lemak, aingurak” de Berri Txarrak, en la cual (una vez más) Amaia nos obsequió con su aportación a la voz en la segunda estrofa, y el épico final de disco y concierto con “Besterik ez”, que con sus casi seis minutos de duración es el tema más largo jamás grabado por Gorka. Un final feliz de un concierto de ochenta y cuatro minutos y sensaciones infinitas. La presentación en directo expande el sonido de la grabación sin dejar de respetarlo, reflejado en pequeños detalles siempre expansivos que no dejan de ser cuasiausteros. Quizás lo mejor de todo sea la sensación de extrañeza, de estar viviendo algo especial a la vez que poco frecuente por parte de un artista que a ratos (por pura inercia) actuaba sin pretenderlo como si estuviera en Berri Txarrak, para seguidamente volver a su cometido, y siempre, siempre, buscando la complicidad y la compenetración con sus músicos. Una tarea no especialmente asequible dado el formato de las composiciones que presenta.

El público que ha agotado las entradas tenía razón, aunque nadie podía esperar nada en concreto dado que se desconocían los detalles de la presentación. Subrayar que Gorka respira tranquilo (lo hizo por fin el 15 de enero, cuando por fin el disco se publicó en plataformas digitales) y se le nota exhultante, sonriente, firmando discos en el puesto de merchandising y saliendo de él para saludar a conocidos y fans. Una muestra de humildad de la cual no todo el mundo puede presumir.

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