“Este es el disco que necesitaba”
Entrevistas / Gorka Urbizu

“Este es el disco que necesitaba”

Urko Ansa — 30-01-2024
Fotografía — Gustaff Choos

Entrevistar a un artista de este calibre no es algo que ocurra todos los días. Disfrutamos con Gorka Urbizu (Lekunberri, Nafarroa, 1977) de casi una hora de agradable café en Bira Kultura de Bilbo, un centro cultural en el Casco Viejo, escenario por donde han pasado un buen número de artistas.

Gorka es reflexivo y sincero, analiza la situación desde diversos ángulos y te entrega el resultado de su observación. Al mismo tiempo, no puede evitar contagiarte su pasión por la música, por lo que resulta especialmente estimulante para el entrevistador. Lo malo es que el tiempo pasa muy rápido y solo pusimos hablar con él durante 52 minutos. Lo bueno es que, dejándole hablar y a pesar de que nos dejamos alguna pregunta en el tintero, te llena la entrevista de contenido de calidad, y parece no dejarse ningún tema importante.

Hace una semana que se ha publicado el primer disco en solitario de Gorka, la otrora alma mater de los incombustibles Berri Txarrak. Nos confiesa que el revuelo que se ha formado en medios y sociedad en general le ha pillado por sorpresa. Y no le falta razón cuando dice que su disco “no es para todos los públicos. Es de alma muy minimal”. De hecho, ha sido un secreto bien guardado hasta que el pasado lunes 15 de enero nos entregara de sopetón el disco entero en todas las plataformas digitales. Sin anuncios, ni adelantos en forma de single o videoclip, ni entrevistas, ni ningún tipo de declaración en los cuatro días inmediatamente posteriores a su publicación. Además, la entrevista que estáis leyendo ahora es la primera que ofrece a un medio musical en todos estos años. “Todo este absurdo de presentar los discos con un montón de anticipación, información y de exposición... es como si le quitaran un trozito de alma a la canción, como si fuera más importante el hype que se crea que la propia canción. Hay mil formas de hacerlo, no quiero pontificar sobre ello, pero con este disco quería apostar justo por lo contrario”.

Ha grabado el disco en el Teatre de ca l’Eril (Guissona, Lleida) con Jordi Matas, quien también ha tocado en él (bajo y guitarra, principalmente), además de tres baterías: Joan Pons, Ferran Palau e Ildefons Alonso. De la masterización se ha encargado Dave Cooley en los estudios Elysian Masters de Los Angeles, Heather Horton ha hecho la pintura de portada y el diseño ha corrido a cargo de Ander X. Tejadas. Hay un pre-order para comprar el disco, lo que significa que aún no se ha publicado. Lo chocante es que habrá que esperar hasta marzo para recibir el disco físico en casa. Una vez más, Gorka va a la contra y marcando su propio camino.

Te veo con mucha ilusión y creo que la respuesta de la gente ha sido muy positiva. También la de los medios de comunicación.
Me pilla por sorpresa, la verdad, porque he entregado un disco... no sé si es lo que la gente esperaba. Es un disco de alma muy minimal, y no me esperaba este tipo de respuesta. Creo que también a la gente le ha pillado descolocada el tema de poder escuchar todo el disco a la vez, sin ningún tipo de información previa, ninguna declaración mía. Es algo que se había perdido. Todo este absurdo que tenemos de presentar los discos con un montón de anticipación... creo que al final le quita algo a la música y a mí es algo que me da bastante rabia. He leido por ahí (nota: suponemos que, entre otros, en nuestra crítica del disco) que es una apuesta superanticomercial. Evidentemente, no es lo que hoy se hace habitualmente.

Al principio seríais dos o tres los que sabríais lo del disco. Digamos que era un secreto. Después, a medida que se acercaba la fecha de publicación, se fue enterando cada vez más gente.
Sí, había cada vez más involucrados y tenía miedo de que se filtrara. No quería que se me jodiera la sorpresa, porque he estado aguantando varios meses y al final se me hacía un poco cuesta arriba.

Pero ha salido bien. No se ha filtrado.
Ha salido bien. Y creo que invita a la reflexión. Es curioso que hoy en día suponga una excepción el hecho de que podamos escuchar un disco de pe a pa, sin ningún tipo de spoiler y con cero información. De esta manera, llegas de una forma muy pura al disco. No llegas condicionado por lo que has leído o visto en un videoclip. No tienes nada, de modo que te enfrentas a diez canciones que no te esperabas, un lunes por la mañana. El blue monday. Ahí ya llevamos el chiste al extremo, el día más triste del año, ¡pues venga!

Además, diez temas y media hora para escuchar de seguido. Esa sería tu intención.
Yo tengo muchísimas dudas con todo y este disco lo refleja, pero una cosa sí tenía clara y era que no iba a haber adelantos y que se iba a entregar todo a la vez. Y que no iba a haber ni periodistas ni nadie que lo escuchara antes, sino que quería que lo oyera mi gente, es decir, los oyentes. Y que haya por lo menos tres o cuatro días sin ningún tipo de declaración mía. Los primeros días no he dado ninguna entrevista. Entonces, como digo yo: luego te explico como lo he hecho, pero primero quiero que lo escuches sin ningún tipo de condicionante. Y eso creo que ha sido algo positivo, la forma de sacarlo.

Hablemos de minimalismo. Evidentemente, no sé cómo has compuesto los temas, pero me da a mí que ha habido un proceso de deconstrucción. Es decir, que en vez de partir de una idea simple y luego añadir más música o más capas, has seguido el camino contrario. Por ejemplo, hay temas que incluso podrían encajar en Berri Txarrak, como “Toki bat”, Teoria bat” y “Lilura bat”. Las tres admitirían ese formato, el de tu grupo anterior.
Sí. Al final soy yo el que compone, así que por mucho que lo quieras disimular y darle otro barniz, la esencia sigue ahí. Y muchas veces Berri eran canciones de pop vestidas de distorsión y con otro tipo de energía que las convertía en canciones de rock o de Metal. Muchas canciones cuya potencia era palpable (sobre todo) en directo, el punto de origen que tenían era yo en mi sala tocando una acústica.

No todas, claro.
No, hay un montón de casuística: no tengo una sola forma de hacer canciones, pero muchas sí que eran... si tú a Berri le quitas la distorsión, ya te acercas muchísimo a esto que hay aquí. Ya desde el principio, aunque empezáramos siendo un grupo muy Metal y muy fans de Megadeth, de Sepultura o de Su Ta Gar... cuando sacamos el polígrafo con Berri (nota: “Denbora da poligrafo bakarra”, 2014), decíamos: “si no has vislumbrado que aquí en el fondo también hay algo de pop”... Es que lo había desde el principio. Es como Nirvana por ejemplo, era punk y luego lo que se llamó Grunge, pero era un grupo de punk, o de ruido, de noise; pero también tenía ese punto Beatles.

Ese grupo influyó mucho en ti: Nirvana.
Brutal, a mí me lo enseñó todo. Yo venía del Metal y Nirvana me enseñó que sin tanta técnica se podían hacer muchas cosas. Me enseñó cómo construir el estrofa-estribillo y a expresarme con la voz. Kurt me parece un cantante brutal. En “Nevermind”, las estructuras son súper poperas.

“In Utero” ya era más duro.
Sí, más oscuro. Si lo comparas con “Bleach”, este es más Noise y más gaztetxero, pero el “Nevermind” era una bomba perfecta de pop con caña, y de rock.

Melodía con rock potente. Entonces, ¿igual que hablamos de deconstrucción, podemos hablar en estos tres temas que te he dicho por ejemplo, de reconstrucción? Escucho estas canciones y me las estoy imaginando en formato heavy o hardcore o rock.
Sí, se podrían prestar. Son canciones que están llevadas tan a lo básico... la premisa en este disco, ha sido una elección estética, ha sido decir: “venga, vamos a deconstruir”. Siempre, ante la duda, la decisión era quitar, quitar y quitar. Podar, llevarlo a la expresión mínima siempre que la canción lo aguantara. Porque claro, también eso tiene su riesgo. Las canciones, si las dejas tan desnudas, pueden caerse. Hemos estado cuidando eso, pero son canciones tan básicas ahora que se prestan a todo. Tú puedes meter ochocientos mil coros, puedes meter violines, puedes convertirlas en canciones de punk si quieres, y quedarán bien. Pero en este disco la premisa era: “en el mundo hay mucha sobreexposición, y sobre todo en el mundo de la música, el de la imagen y el de dar la brasa: ‘Escúchame, sígueme’”. El turbocapitalismo de las redes y el algoritmo, te lleva a generar contenido cuando realmente el contenido deberían de ser las canciones, pero estamos metidos en una rueda absurda. Entonces, ante eso, mi respuesta ha sido “bueno, no voy a hacer ningún adelanto y voy a desnudar las canciones”. A la hora de grabar tienes un montón de opciones, de ir sumando capas y capas, y aquí hemos ido al otro lado, hemos jugado un poco a la contra con todo.

“Mi disco no es para todos los públicos. Es de alma muy minimal”

¿Era esa tu idea inicial?
Bueno, ahí Jordi Matas ha tenido bastante que ver. Hemos hecho un tándem, bueno, también Joan, hemos hecho el disco un poco entre los tres.

Lo que pasa es que Jordi te ha obligado un poco, incluso, a no ensayar. Dos o tres tomas y adelante. (Risas)
Después de este parón de cuatro años mi intención era hacer algo diferente, acercarme a la música desde otro lugar. Entonces, como decía Einstein, si quieres resultados distintos haz algo distinto. El proceso debía cambiar.

Y has elegido ese teatro.
Sí, el lugar me parecía súper mágico. Ha habido detalles así, de jazz. Me había enamorado del sonido de El Petit de Cal Eril (músico de Lleida, nombre de nacimiento: Joan Pons). Me parecía muy especial su folk rock con toques de psicodelia. Y luego fui a ver el sitio y me encantó.

Allí lograrías pasar más desapercibido... justo lo que querías.
Bueno, (risas) algunos ya me reconocieron. Yo no quería que se filtrara y claro, estaba como haciéndome el loco, pero bueno, sí, es un sitio muy aislado en el que podía estar tranquilamente.

El ambiente perfecto. Lo que buscabas.
Sí, al final el sitio es ideal para hacer esto que buscábamos. Jordi me dijo que no quería ensayar, que quería que tomáramos decisiones en el estudio. Hemos grabado con un ocho pistas analógico, lo cual es como llevarlo al mínimo total. Muy pocos micros, muy pocos instrumentos. Lo que escuchas es lo que hay: muy poco artificio. Yo quería un disco sin estridencias. No hay ni distorsión, casi no hay efectos de nada; está todo muy crudo.

La batería, por ejemplo, suena muy básica.
Suena superseco.

El bajo configura un colchón de acompañamiento muy austero.
Sí, pero el bajo tiene muchísima importancia en este disco. A veces parece que es un instrumento que dejamos aparte. Sin embargo, a mí siempre me ha parecido un elemento clave.

Pero no es un bajo que lo llene todo, sino algo más sutil.
Sí, más musical diría yo. Jordi es, tiene el título, el mejor guitarrista de jazz de Catalunya. Es guitarrista pero aquí ha grabado el bajo. En realidad es multiinstrumentista y también toca la batería. Pero aquí creo que las líneas de bajo son brutales, y que las ha vestido muy bien. Hemos elegido músicos que no son en realidad bateristas propiamente dichos, como Joan o el propio Ferran Palau. Son cantantes, guitarristas... gente que escucha la canción de forma integral, que son más de escuchar que de tocar. Eso es superimportante sobre todo en un disco como este, y es algo que hemos buscado. No son unas baterías espectaculares pero tienen el groove perfecto para este tipo de disco tan crudo.

Un batería te habría metido más caña.
Sí, y hubiera hecho otros dibujos, otros breaks más espectaculares o más difíciles en todo caso. Pero esto está todo como con el freno de mano dado, tiene que ser todo superminimal y cuando ocurre algo se tiene que notar. Los arreglos están muy bien trabajados a ese nivel. Y eso de no ensayar, por ejemplo, también nos ha llevado a esto. También el hecho de grabar con un ocho pistas analógico: no puedes editar mucho, es lo que hay. Y luego, es que hoy en día tenemos tantas posibilidades que eso atrofia un poco el músculo de la creatividad, te lo digo en serio. Es verdad, porque si tú dices “tengo dieciocho micros para grabar. Puedo grabarlos y luego ir eligiendo. Puedo hacer novecientas tomas, es como lo de los móviles hoy en día, que puedes sacar mil fotos y alguna habrá buena. Pero claro, si tienes uno analógico y el carrete te cuesta dinero, te tienes que pensar mejor cómo hacer la foto. Eso te pone alerta a nivel creativo.

Te la juegas.
Y te obliga a tomar decisiones al momento, es decir: “bueno, tenemos solo tres pistas para la batería, pues vamos a hacer que con estos micros suene guay. Las guitarras: tenemos una. Vamos a tocar y a que ocurra algo mágico”. Si tienes todo el abanico a mano, creativamente no es lo mismo: “Puedo tomar decisiones más tarde, tengo todo el tiempo del mundo y todas las pistas del mundo”. Ahí se deslavaza todo. Y aquí ha sido todo lo contrario: es muy intrínseco y muy concreto.

Respecto al tratamiento del disco, ¿podríamos hablar de sonido hermético? No lo digo exactamente por las propias composiciones sino por el objetivo último. ¿En algún momento te ha influido el “Nebraska” de Bruce Springsteen?
(Risas). He leído de todo: desde Bruce Springsteen a los Beatles o Bob Dylan... he oído un montón de influencias. No me he basado en el “Nebraska”, pero es un disco que me encanta. Hay un abanico muy grande. Encima, cuanto más oyes mi disco, más detalle le pillas, porque es tan básico que al principio tu primera impresión puede ser una, pero luego van pasando cosas y vas pillando detalles. No sé, tampoco sabría definir este disco estilísticamente. No sé si es un disco de pop u otra cosa. La gente lo está tomando como un abrazo. Me está diciendo cosas como: “ostia, es el disco que necesitaba”. Ante tanta velocidad, ruido y spam que hay en el mundo, el bombardeo de imágenes, de noticias, de noticias falsas... esto es como un bálsamo, un bosque donde entro y estoy en la gloria. Y luego ya vuelve el mundo real.

El fan de Berri Txarrak está respondiendo. Al fin y al cabo son tus seguidores, aunque igual pierdas unos y ganes otros.
Hay gente a quien no le va a gustar el disco, pero no te puedes obsesionar con eso porque no puedes controlar su respuesta. Me ha pasado durante el proceso, sin que la gente supiera que estaba grabando. Uno me decía: “seguro que haces un disco de esta manera”. Y otro: “seguro que haces un disco acústico”; “seguro que haces electrónica”; “seguro que haces tal”.

Tuviste tu época de probar un poco con la electrónica, si no me equivoco.
Sí, he ido dando tumbos. Esto es el resultado de una búsqueda, y sí, he estado probando cosas. Tuve una época un poco más experimental, de decir: “hostia, igual ahora me atrevo a hacer este tipo de cosas”. Luego tuve mi época de no sacar nada. Bueno, he ido probando y guardando cosas en el cajón, porque algo había que no me acababa de convencer, hasta que di con el Teatre de ca l’Eril y con Jordi. Las canciones no las termino hasta que veo que voy a grabar, pero tenía ideas, algunas frases, y era un poco como: “esto puede tener cierta coherencia estética”. Y para mí eso era lo importante. En este disco el sonido y todo lo demás van en consonancia: desde la portada a las letras, al sonido, a las canciones... el desnudarse, el ir a por lo crudo. Incluso queremos que la promoción y la comunicación vayan por ahí, de decir: ”eh, tranqui. Escucha mi disco si te gusta, si no te gusta tienes otros cien mil”. Por eso es “Hasiera bat” (nota: un comienzo). Disko bat. Es uno. Entre mil. No pasa nada si no lo escuchas ahora. Igual llegas de aquí a un año a este disco. Estará ahí. Estas canciones estarán vivas, estoy seguro. Y estarán ahí para cuando quieras, y si no te llegan, pues tampoco me voy a obcecar en que lo hagas. Evidentemente, tengo que hacer promo y estoy haciendo entrevistas. Llevo cuatro años sin dar una entrevista: desde que dejé Berri no he dado una. He empezado esta semana, en algún periódico. Este es el primer medio musical al que concedo una entrevista en cuatro años.

“Janela bat” me sorprende bastante. Debe de ser bastante difícil de interpretar en directo, porque es superlenta. Exige mucha capacidad para mantener la tensión sin perderse.
Sí, ahora veremos, cuando empecemos a ensayar. Lo guay es que cada uno destaca una canción y eso me parece increíble. Es que yo encima no estoy acostumbrado. Yo siempre, o casi siempre, he tenido el parapeto de la defensa de la distorsión, que lo iguala todo mucho. Quería, como artista, hacer otra cosa totalmente distinta y enfrentarme a eso para ver como me defiendo.

Hay una cosa más difícil que tocar superrápido: hacerlo superlento.
Sí, hay una frase que me gusta destacar con este disco: vestir unas canciones es fácil, bueno, es una forma de hacer, pero es mucho más difícil desnudar y enfrentarte a eso.

Quitar capas.
Sí, porque se te queda en bolas la canción y dices “¡hostia! A ver si aguanta”.

Han pasado cuatro años desde que paraste. La presión, en el momento en que dejas un proyecto como Berri Txarrak, viene sola. Incluso sin querer, y aunque te la quieras quitar, la sientes.
Sí, claro que la siento.

La gente, además, te pregunta y no te deja en paz. Tu respuesta ha sido este disco, pero sí que has estado haciendo colaboraciones y producciones. La colaboración con Anne Lukin dio mucho que hablar. ¿Era tuya la canción “Lisboa”?
Bueno, es más bien mía, una idea mía, y la hemos hecho entre los dos. Surgió porque ella estaba grabando con Ricky Falkner, quien también había producido el polígrafo (“Denbora da poligrafo bakarra” de Berri Txarrak). Me llamó el propio Ricky. Estaban él y Martí Perarnau IV en la Casa Morada (en Banyeres del Penedès, Tarragona), un estudio que quería conocer, y aprovechando todo eso me llamó Ricky y me dijo “oye, estoy grabando con una chica, que es de Pamplona”.

Que estuvo en Operación Triunfo.
Sí, “que ha salido en la OT, pero ahora está haciendo su primer disco en solitario, ya fuera de OT y quiere un poco desmarcarse de eso, y le apetece hacer una canción en euskera y yo ya le he dicho ‘a este colaborar igual no le apetece, pero igual quiere hacer una canción para ella’”. Y yo, que estaba para probar cosas nuevas, dije: “venga, pues va, me animo”.

El éxito fue rotundo. Además, incorporaron la canción a la serie juvenil “Goazen”, de ETB-1.
Ha tenido un recorrido increíble.

Eso es una cosa buena de “Goazen”. Digamos que impulsa de alguna manera a los autores vascos.
Sí, lo que está bien es que en toda esa transmisión, el público euskaldun joven llega a escuchar a artistas euskaldunes, aunque sea una versión que igual... deberían los padres decir “está guay, pero escúchate la original”. Pero bueno, como puerta de entrada...

Claro, porque bien podrían haber elegido cualquier hit internacional...
Exacto, podrían escoger a Taylor Swift y que todo fuera así. Por ese lado, bien. Cumple una función.

Luego está “Mihise zuri bat” que salió en el documental “Dardara bat”. Otro de los que se han quedado fuera del disco pero que tiene una fuerza...
Sí, es como una canción fantasma, que está ahí, porque en “Dardara” tampoco se ve entera. Es como que estoy componiéndola en ese momento, y ahí se quedó. Luego la toqué en alguna presentación de la película, pero es inédita. Es una canción que está guay, me gusta. Se quedó en el cajón. Igual la podemos tocar en directo.

Esa, y la de “Lisboa”... sería la hostia.
“Lisboa”... no lo sé aún. A Anne Lukin le ha encantado el disco. Me escribió: “qué pasada, tío”.

Habría que ver como congeniar estos temas con el propósito de las nuevas canciones. Podrías darles otro tratamiento más desnudo.
Claro. Este disco tiene mucha personalidad sónica. No puedes tocar cualquier cosa de cualquier manera. Creo que molaría, si lo hacemos, llevar estos temas a esta estética, para que todo tenga una unión. Por el momento estamos en fase de ensayo.

Más colaboraciones: produjiste el disco de la M.O.D.A.
Sí, lo que te decía: después de dejar Berri estaba más abierto a este tipo de cosas, y hasta ahora siempre había dicho que no a las propuestas de producir. Había recibido bastantes propuestas y automáticamente era como: “¡ni hablar!”. Me daba mucho respeto tomar decisiones en canciones de otros, es algo que me cuesta mucho. Yo me lo tomo muy a pecho y como si fuera mi propio disco, lo cual supone mucha presión.

Te involucras mucho.
Eso es, pero por otra parte, dejando Berri, me llama un grupo como la M.O.D.A., al que aprecio un montón y me gusta, y para mí son ejemplo en muchísimas cosas. Y entonces decía: “a ver, me está llamando la M.O.D.A. para producir su disco, justo ahora que estoy sin tocar y predispuesto a hacer cosas, a acercarme a la música de otra forma. Entonces, si ahora digo que no a esto, ya nunca voy a producir nada”.

Era el momento.
Tuve que hacer el esfuerzo de hacerlo. Para mí, era todo un reto

Te liaste la manta a la cabeza.
Sí, y encima mi forma de producir, entre comillas, es... yo he producido discos, pero no me considero productor.

¿Cuántas habrás producido?
Bueno, en los discos de Berri también estaba ahí. Aunque estés con Albini (Steve, productor de multitud de estrellas de nivel internacional y que también ha trabajado con Berri Txarrak), estás tomando decisiones. Va a ser siempre como una co-producción, porque eres tú quien tiene la última palabra.

Es tu disco. Y también tienes la capacidad de hacerlo, porque otros dejan más el trabajo en manos del productor.
Para mí lo de la producción también es dejarte llevar. Por ejemplo en este disco, cuando Jordi me dijo “no vamos a ensayar” o un montón de cosas más, tú te tienes que dejar. Por lo menos, mi forma de entender la producción es que, si eliges a alguien y tienes confianza en él, dejarle hacer las cosas a su manera. También “Hasiera bat” (título del disco, que significa “un comienzo”) va por ahí. Lo del “bat” (uno) significa que este es solo un comienzo posible. Podría haber sido cualquier otro, porque crear también supone dejar de lado un montón de ideas que se quedan en el camino por lo que sea: porque tienes que elegir o porque la propia canción no te deja, aunque tengas una frase maravillosa. Es como si se te cerrara en banda, y tienes que deshacerte de ella. Y eso duele como un muñón, pero aprendes a decir que no pasa nada, que aquí van a surgir otras cosas. Va a ir otra frase, que igual te lleva a otro lado. Es la magia y el misterio de la creación.

Incluso con Leihotikan, a quienes también has producido, has hecho una canción (música y letra) para ellos: “Etorkizuna ginenean”.
Sí, les tengo muchísimo cariño. Les dije que tenía una canción Leihotikanizable, y que si les molaba ibamos a hacer una canción con eso. Así fue y está siendo bastante hit: número uno en Gaztea (cadena de radio vasca).

El disco tuvo repercusión.
Sí, y ellos están muy contentos. Yo también, me parece un muy buen disco. Siempre me han gustado las canciones de Leihotikan, solo que ellos tampoco son un grupo con muchísima ambición y hacen las cosas a su forma.

Ellos van más por el punk-rock.
Bueno, pero la canción, yo creo que cantándola Gorka Armendariz, sabía que podría entrar dentro del repertorio suyo, y ahí ha quedado. Me hace ilusión, porque supone también un poco de justicia poética con ellos. Quizás por su forma de ser, tan humildes, no ha sido un grupo que ha ido a pelear, a moverse no sé como; ha ido a su ritmo, con sus curros y sus familias. Pero creo que mucha gente se está fijando en ellos con este disco, y me alegro un montón.

Has dicho que no vas a hacer muchas más producciones.
No, porque, para empezar, no me considero productor. Y segundo, lo que sí tengo claro es que no voy a hacer como muchos productores, que tienen que hacer no sé cuántos discos al año para subsistir. Yo, si me entra un grupo al que tengo cariño, me parece superinteresante o lo que sea, igual me animo, pero por lo demás yo me considero músico, y ahora que he sacado el disco lo que quiero es tocar esto en directo y defenderlo a muerte.

Defender tus canciones y dedicarte a ello. Tampoco quiero incidir demasiado en el parón de Berri Txarrak, porque se ha hablado mucho de ello. Era algo necesario para tí. La tralla que te metiste durante 25 años fue salvaje. El parón era algo imprescindible para tí.
Si, se juntaron varios factores. Uno ese, el cansancio, el desgaste. Luego, la sensación de cambio de ciclo, también incluso a nivel sociopolítico. Yo veía que éramos ya un grupo de otra época. Se juntaba ahí un poco todo. Cuando dimos el concierto número mil en Nueva Zelanda, aquello me dio en que pensar.

De verdad, ¿un grupo de otra época?
Sí, después de hacer nueve discos y más de cien canciones y mil conciertos, era como ahora ¿qué puedo aportar yo de nuevo? Con este bagaje que tenemos aquí, ¿no es mejor dejar este legado, que es increíble, que me emociona y que ha creado una comunidad con nuestro público, que es irrompible y hoy en día todavía la gente sigue comprando discos, sigue escuchando las canciones? ¡Más que nunca! Y es alucinante, estoy superorgulloso y siento un cariño hacia el público y al revés, que es brutal. Y antes de que eso se corrompiera, yo veía que Berri era un proyecto en el que se iba a mil o no se iba. Entonces, yo estaba cansado, por una parte de tirar del carro y de proponer cosas nuevas, y por otra parte estaba también el fin de ciclo. Con este descanso también tenía mis dudas: “Hostias, llevo toda la vida tocando, ¿qué puedo hacer un fin de semana que no toco? Es verdad que te sientes un poco marciano, de repente aterrizas ahí y dices “buah, ¿qué hago ahora?”.

De repente un parón. Un silencio.
Has sacrificado un montón de cosas por tu banda. Lo haces a gusto, y no eres consciente hasta que dices “hostia, cuando tus amigos estaban haciendo no sé qué, estabas tocando. Cuando tus amigos estaban no sé dónde, tú estabas tocando”. Un montón de cosas que pasan en la vida... y tú estabas en la farándula, estabas en el circo, dando conciertos y emocionando a la gente y emocionándote tú, y es la forma de vida que has elegido, y encima con el privilegio de dedicarte a eso, que es la hostia. Y no lo cambio por nada, pero es verdad que cuando vuelves a, digamos al día a día más estándar...

La gente se ha casado, ha tenido hijos...
Un montón de cosas que hace la gente, y tú siempre eres un poco un outsider. Y ya está, son formas de vida, pero a veces dices: “hostia, en realidad lo he dejado todo por esta banda”. Entonces, creo que también te ganas el derecho a decir: “necesito parar, necesito descansar”. Y yo no sé, esa puerta está abierta, yo estoy seguro de que alguna vez haré un concierto con Berri. Es una banda que amaré siempre y que me lo ha dado todo.

¿Sería con Galder y con David? Claro que, ellos también tienen sus cosas...
Claro, están haciendo discos. No estoy pensando ahora en la vuelta Berri.

Por parte del fan de Berri Txarrak, la separación es una putada. Por ejemplo, cuando tocasteis para veinte mil personas en Kobetamendi, aquello fue un hito: nunca se había hecho algo así en euskera.
Sí, y mi intención encima era tocar en un estadio, y no pudimos porque no nos dejaron. Pero hubiera sido increíble.

Una putada, la separación.
Eso también te da la visión de que esto es duro. Es muy guay, así se ve desde abajo. La gente te aplaude y se emociona, pero es muchísimo trabajo y mucha dedicación. Es la paradoja del músico: necesito cuidar mucho esa relación que tengo con la música, y tiene que ser muy pura. Y en el momento en que veo que hay... bueno, con Berri pasó también que había muchísimo trabajo extramusical. Cuando la cosa crece no deja de ser como un monstruo muy grande, un transatlántico que es cada vez más difícil de conducir. Y con todo ese curro, llega un momento que dices: “hostia, casi te afecta al romanticismo, a lo que nos gusta, que es tocar y girar”. Para mí era indispensable parar, aunque fuera para reflexionar. Porque si no, con esa inercia, puedes seguir toda la vida. Y yo estaba encantado de la vida, y la gira de “Infrasoinuak” fue brutal, pero sí es verdad que antes de grabar ese disco hablé con Galder y David y les dije: “Yo no sé si va a haber más discos, porque cada vez me cuesta más sentir que estoy aportando algo; algo que a mí me llene”. No sé cuál puede ser el siguiente paso. ¡Si hemos presentado “Infrasoinuak” en el BEC! ¿Qué vamos a hacer lo siguiente? ¿Lo mismo? No quiero entrar en la rueda de siempre. Me parece muy digno, hay grupos que resisten, aguantan, y es brutal. Es muy digno. Pero yo no me veía ahí. No quiero que esto se desinfle o jugar a resistir. Pero artísticamente, yo pensaba, creía que tenía todavía muchas cosas que decir en otros aspectos, otros estilos o lo que fuera.

Pues sí que tenías cosas que decir.
Sí. Habrá gente a la que le guste y gente a la que no; cuento con eso. Si no, me volvería loco.

Volviendo al disco, concretamente al tema “Besterik ez”, no parece casualidad que sea el último. Tiene cierta épica, es un gran final.
Para mí es una canción muy especial.

Porque la letra también tiene su miga.
Para mí siempre ha sido crucial la última canción de un disco. Es algo que te deja con un mood concreto, y esta canción se prestaba a eso. Son como tres minutos hasta que entra la batería, es como “Stairway to heaven” (risas), bueno, esa es más larga, pero parece que va a ser una canción en la que estoy yo solo. Pero luego cuando entra con ese acorde es como “buah”, se abre otra puerta y empieza un instrumental de tres o cuatro minutos, que podría durar diez.

De hecho, es la canción más larga que has hecho nunca. Dura cinco minutos y cuarenta y ocho segundos.
(Risas) ¿Ah, sí? ¿Lo tienes calculado? Yo la verdad es que no...

La más larga de tu historia. Ni con Berri, ni con Nahi Ta Nahi Ez, ni con Katamalo ni con Peiremans llegaste a tanto minutaje, aunque estuviste cerca en alguna que otra ocasión.
Hostia, pues mira... ¡curioso! Hombre, nunca hemos sido un grupo de rock progresivo o de canciones largas. Soy muy popero en las estructuras.

Fíjate que precisamente en un disco así, tan desnudo, grabas el tema más largo de tu historia.
Sí, y se podría haber alargado más, porque la parte final es como un mantra que te puede llevar hasta...

Tu primer grupo fue Nahi Ta Nahi Ez. ¿Cuándo dejaste el grupo?
Yo diría que en 1994. En el tercer disco no estoy. Grabé dos discos con ellos: “Plazaolaren martxa” y “Basurdearen orrua”, el segundo, que yo creo que es del 93 o del 94.

Berri Txarrak se creó en el noventa y...
Cuatro. La maketa es del 95 y el disco del 97.

Marino Goñi os fichó para la discográfica GOR.
Ganamos el concurso de maketas de Euskadi Gaztea (Radio vasca). Concretamente era el premio del oyente.

También trabajaste en GOR.
Sí, bueno, era media jornada y era el chico de los recados.

Es un detalle desconocido seguramente para muchos. Una faceta más de tu vida.
Bueno, las cosas se me olvidan, pero recuerdo que cuando estaba estudiando en la universidad, un día fui a dejar la maketa o algo, y le debí de decir a Marino: “si algún día necesitas un currela aquí, yo estoy dispuesto”. Marino para mí era una eminencia.

El apostó muy fuerte por vosotros. Creyó en el grupo desde el principio.
Sí, Marino no tiene nada que demostrar, ahí están todas las bandas que ha descubierto. Un tío que ha estado muy al loro.

“Si a Berri Txarrak le quitas la distorsión, te acercas muchísimo a esto que hay aquí”

Él quedó impresionado con vosotros y cuenta que cuando os vio lo teníais clarísimo: queríais vivir de esto.
Sí, no sé si queríamos vivir de esto, pero sí vivirlo a muerte e ir a full. Y plantear esto como a largo plazo, de largo recorrido. Lo teníamos muy claro. Lo de vivir de esto no tanto. Porque yo recuerdo que, de hecho, me daba un poco de apuro, como si el mercado tuviera que marcar tu ritmo de composición, y ese tipo de miedos que luego ya he descubierto que no eran tales, pero yo dejé el curro con “Jaio. Musika. Hil” (2005). Tomamos la decisión entonces: vamos a dejar nuestros trabajos para dedicarnos a esto.

Luego empezaron las deserciones.
Sí, Aitor Oreja (guitarra) lo dejó antes de “Jaio. Musika. Hil”. Pasamos a ser trío precisamente por esta decisión. Pero es un poco lo mismo, de decir, igual que lo que te decía del parón: “ya hemos hecho cuatro discos, ya hemos tocado la gira de Euskal Herria, el Antzoki y lo demás”. Entonces, era como “o vamos fuera, o creamos una ilusión nueva de ‘hostia, vamos a ir a Madrid y vamos a intentar petarlo, y vamos a ir a Dinamarca un martes y vamos a tocar, y vamos a vivir como una banda de rock’”. Yo necesitaba algo así, y el batería Aitor Goikoetxea también.

Pero luego en un momento dado lo dejó, y luego el bajista Mikel también.
Sí, eso fue más adelante, pero la decisión de dejar los curros, fue ahí cuando Aitor Oreja dijo: “yo mis sueños de la música ya los he cubierto, los he cumplido con creces. Esto era para mí un divertimento y de repente, ha tenido una respuesta y tal, pero yo no aspiro a tocar en Japón, es que no me pone, yo quiero mi vida tranquila”...

Tú sí has tocado en Japón.
Sí, cuatro veces. Pero quiero decirte que Aitor Oreja, el guitarra, fue por lo que lo dejó. No hubo ningún cisma. Era como “guay que queráis seguir e ir a muerte. Yo prefiero quedarme aquí, en mi fábrica, en mi casa y con mi mujer” y es tan lícito como la otra decisión.

Volviendo a “Besterik ez”, cuando dices “Izozmendi bat bularrean Titanic-en orkestra hartan. Geratu beharra nuen babestuko banuen. Besterik ez”, es precisamente de eso de lo que estamos hablando, ¿verdad?
Sí, exagero, es un juego de palabras, pero sí que, bueno... esa última gira de Berri fue un poco un mix de sensaciones. Fue una demostración de cariño increíble por parte del público y me quedo con ello, pero a la vez se me hizo cuesta arriba porque era una gira en la que sabía que al terminarla iba a parar. Entonces, hostia, hubo momentos también de frío y de soledad.

La decisión de dejarlo ya estaba tomada.
Sí, ahí sí. Pero eso es lo que te decía de defender o de preservar la relación que tengo con la música, y con Berri para mí era respeto hacia el público, de decir: “si quieres puedo seguir y hacer 18 discos, pero estoy cansado y no sé si los voy a hacer como debería hacerlos. ¿Qué prefieres, eso o parar y dejar estos discos que tanto nos han flipado, y estos directos, y que quede ahí un recuerdo colectivo brutal, y luego el tiempo dirá? Esa puerta sigue abierta, lo dijimos desde el minuto uno.

La duda. Otra vez.
(Risas). Sí, soy muy cansino con esto, pero es verdad, y más en la música. Le gente que lo tiene tan claro y tan conceptualizado... no sé, hay algo ahí que cojea.

No se puede tener todo tan claro.
En la creación, todo parte de la duda. Es la chispa que te lleva a la búsqueda, y de ahí es de donde salen las cosas. Es el propio proceso. Y está bien poner condiciones, porque a veces eso dispara el proceso, lo que hemos dicho: “vamos a hacerlo con ocho pistas, y no va a haber distorsión y no va a haber crash.” Está guay, de ahí surgen cosas siempre, pero conceptualizar “voy a cantar de esto”, tenerlo superclaro, yo creo que de los verdaderos artistas no hay nadie que lo plantee así.

No hay lugar ahí para la espontaneidad.
Yo reivindico que crear es creer, y por ende también dudar. Yo lo que he aprendido con el tiempo es que si me emociono puede haber otra gente que lo haga, y con este disco había veces que me entraba la llorera. Había veces que estaba cantando “Etxe bat” en casa, y me entraba una congoja... Sentía que “hay algo aquí, aquí hay una llama”. Creo mucho en ese instinto.

“Etxe bat”. Cuando dejaste las giras, por fin tuviste tu casa.
Sí, sí, total.

“Kolore bat” por ejemplo. Impresiona mucho el sonido de batería. Pero no hay ningún elemento electrónico.
No, este disco es totalmente orgánico. Hay algunos teclados de fondo en bastantes canciones.

Como un colchón.
Eso es, además es todo absolutamente orgánico.

Tienes varias fechas programadas ya. Esperamos una interpretación acorde con el sonido del disco.
Sí, no me obsesiono con eso eh. Siempre he separado lo que es el disco del directo. Este tiene otro contexto, es algo muy del momento, así que no me obsesiono con imitar el sonido del disco. Estas canciones son muy moldeables, pero sí me gustaría mantener la resonancia que tiene este trabajo: algo pequeño, bien cuidado, fino, elegante y que llegue al corazón. No va a haber pirotecnia.

Vas a vender todas las entradas de los conciertos.
Yo qué sé. Quién sabe... ¿tú crees que sí?

“Los conciertos van a ser algo pequeño, fino, elegante y que llegue al corazón. No va a haber pirotecnia”

Hombre, en Euskal Herria sí. Luego, llegan...
Madrid, Barcelona... esto es un comienzo de gira. Habrá más fechas. Lo de llenar, no tengo una bola de cristal. Hombre, es verdad que está teniendo muy buena reacción. Ojalá tengas razón.

En siete días, fíjate la que se ha montado. Prensa, público...
Sí, también hacía mucho tiempo que no daba una entrevista. Pero es un comienzo. Yo creo que siempre, un disco nuevo, y un proyecto nuevo en este caso, tiene algo de mensaje en la botella. Pones el mensaje, lo echas al mar y a ver qué pasa. Evidentemente, no parto de cero. Tengo un bagaje y tengo un montón de gente que está esperando a que escriba cosas y a que haga canciones, pero tú me dices que se va a vender todo, y yo no tengo ni idea. Ojalá. Pero creo que este disco ha ido completamente a la contra, de decir “todo lo qué se está haciendo... no, no, no. Sobreexposición: no. Velocidad: no. Yo te voy a dar un disco tranquilo, no te voy a dar adelantos”. Yo no me esperaba esta primera semana, tan...

Ahí ya, cuando sacas el material, has perdido el control y es el público quien decide y va a ir a comprar los tickets.
Sí, yo me he quitado un peso de encima.

Ahora te queda disfrutar y presentarlo.
Sí. Me he quitado un peso de encima brutal porque esto de llevarlo en secreto ha sido muy duro. Está guay, ha salido bien, pero tenía un peso ya... ya de por sí, cuando terminas de grabar y hasta que sale, ese tiempo es muy delicado porque tú ya no puedes cambiar las cosas pero tampoco sabes como se lo va a tomar la gente... Pero me ha encantado el tema de que la gente haya podido escuchar el disco sin ningún tipo de condicionante y me ha parecido muy guay.

Y algunos van a comprarlo. Hay artistas que deciden dar adelantos y luego poner el disco a la venta, y hay otros que ponen todo en plataformas.
Sí, hay gente que también primero publica en físico, espera una temporadita y lo pone en plataformas. Bueno, hay mil formas de hacerlo.

Esta ha sido tu elección.
Sí, yo he entregado el disco y ya está. Hay un pre-order en www.gorkaurbizu.eus.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.