Aerosmith, viviendo en el filo pasados los sesenta
Conciertos / Aerosmith

Aerosmith, viviendo en el filo pasados los sesenta

6 / 10
David Sabaté — 27-06-2010
Empresa — Live Nation España S.A.U.
Sala — Palau Sant Jordi, Barcelona
Fotografía — Fernando Ramírez

Semana de dinosaurios del rock. Kiss y Aerosmith en apenas tres días. Dos bandas de trayectoria irregular pero con al menos tres o cuatro discos imprescindibles en la historia del hard rock. Al margen del despliegue circense de los autores de “Destroyer” y del abuso de medios tiempos á là MTV de los que nos ocupan, ambas formaciones pueden presumir de tablas –cuarenta años de carrera, nada menos- y de un repertorio plagado de canciones brillantes. En el caso de Aerosmith, grabadas, todas ellas, al menos nueve años atrás, pero brillantes, al fin y al cabo. El obligado, pues, y celebrado recital de grandes éxitos arrancó con una efectiva "Love In An Elevator. “Bona nit Barcelona!”, aulló un carismático Steven Tyler notable en las voces aunque algo acartonado en los movimientos -la edad y los excesos, aún pretéritos, suelen ser una mala combinación-. Nada insalvable gracias a la química inequívoca entre el cantante y el guitarrista Joe Perry. Su eterna relación de amor/odio quedó patente en un breve intercambio de palabras y gestos, aunque la música volvió a poner las cosas en su sitio. El ristre de hits radiados hasta la saciedad continuó con "Falling In Love", "Eat The Rich", "Pink" y "Livin' on the Edge", todas ellas firmadas en los noventa, a las que siguieron “Rag Doll”, de su renacimiento de los tardíos ochenta vía “Permanent Vacation”, y una “Cryin’” colectiva para el delirio de la masa. Sus famosas baladas –con “I Don’t Want To Miss A Thing” como punto álgido- se alternaron a ritmo estudiado con temas que recuerdan su esencia rockera –vibrante “Mama Kin” y sus conexiones con Guns N’ Roses y New York Dolls-. Ya en el tramo final, Perry tuvo su ‘momento Keith Richards’ interpretando al micrófono un blues; “Sweet Emotion” sonó rotunda; y, rayando las dos horas, tres bises intachables: “Dream On”, encadenada con la inevitable “Walk This Way”, y una rabiosa “Toys In The Attic” que acabó con Perry estrellando la guitarra contra los amplificadores. Irregulares, sí. Clásicos, también.

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