Yo, loco
Comics / Antonio Altarriba

Yo, loco

8 / 10
Manu Gonzalez — 06-03-2019
Empresa — Norma Editorial

Tercera colaboración entre el guionista Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) y el dibujante José Antonio Godoy Keko (Madrid, 1963) tras el exitoso “Yo, asesino” (Norma, 14) y “El perdón y la furia” (Museo Nacional del Prado, 17), y segunda parte de esa trilogía negra que se completará con “Yo, mentiroso” en 2020.

“Yo, loco” es una de las mejores thrillers publicados en Europa a lo largo de 2018, un cómic que recupera gran parte del aire noir de “Yo, asesino” en una trama detectivesca y karfkiana que gira alrededor de una multinacional farmacéutica. Altarriba, como buen alumno de Alfred Hitchcok, Dennis Lehane y David Fincher, es un gran artesano de la historia y un maestro del ilusionismo negro. Mientras con una mano nos enseña el leitmotiv del asesinato y el misterio, con la otra organiza varias tramas y subtramas que son enlazadas alrededor del personaje principal hasta asfixiarlo como ser humano. “Yo, loco” trata la historia de un ex-dramaturgo Ángel Molinos que trabaja fabricando perfiles psicológicos para una importante farmacéutica llamada Otrament. En la trama encontramos experimentos ilegales con humanos y grandes tensiones entre ejecutivos. Si el cómic hubiera tenido un tono más de ciencia-ficción nos encontraríamos ante una excelente novela de Michael Crichton. Pero “Yo, loco” es tan profundamente real que escapa del mundo mágico del autor de “Parque Jurásico” o “Disclosure”.

Además de un realismo más cercano a los dramas laborales de Jordi Galceran, “Yo, loco” se convierte en una obra esencial del pasado ejercicio gracias a ese juego de sombras y el gran dominio del blanco y negro de Keko, tan cercano al primer Jose María Beroy o al maestro Alberto Breccia. Con un trazo muy vanguardista, Keko hace más patente la presión kafkiana a la que los autores exponen a su protagonista. Destaca, también, el inteligente uso del color amarillo, como pigmento de la locura que poco a poco va inundando la mirada de Molinos. Un detalle no trivial y muy artístico que tiene una explicación razonada en la parte final de la obra.

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