Último fin de semana de enero
Comics / Bastien Vivès

Último fin de semana de enero

9 / 10
Laura Madrona — 29-03-2023
Empresa — Diábolo

Siempre es una feliz noticia que Diábolo Ediciones edite en castellano una nueva obra de Bastien Vivès, uno de los mejores autores de la bande desinée francesa y, por qué no confesarlo, uno de mis favoritos desde que cayó en mis manos esa maravilla que es “El gusto del cloro” (Diábolo Ediciones, 09). Así que voy a intentar refrenar mi entusiasmo y hablar con objetividad de “Último fin de semana de enero”, una tarea imposible si se tiene en cuenta que, como lectora, Vivès siempre consigue tocar mi fibra sensible.

Como es costumbre en sus obras en solitario, Vivès nos arrastra a la cotidianidad, lugar en el que, al fin y al cabo, transcurren nuestras vidas. En esta ocasión, juega en un terreno sobradamente conocido para él, el de los festivales de cómic, y, más concretamente, en el prestigioso Festival de Cómic de Angoulême. El protagonista, Denis, es un dibujante de mediana edad que llega a la localidad francesa dispuesto a afrontar, sin mucho entusiasmo, un anodino fin de semana rodeado de colegas de profesión y aficionados al noveno arte. Todo parece apuntar a que será un festival más. Hasta que aparece Vanessa.

Los personajes femeninos son centrales en la obra de Vivès. Suele abordarlos casi siempre desde su sensualidad y erotismo, rodeándolos de cierto halo de misterio y distanciamiento, como si cruzaran por la vida de los protagonistas igual que estrellas fugaces, dejando, para bien o para mal, una estela indeleble. Es el caso de esta breve pero intensa historia de amor: un fin de semana se convierte en un instante robado a la vida, algo efímero y precioso que parece escurrirse inexorablemente en el tiempo, cambiando las vidas de Denis y Vanessa para siempre.

Vivès es, sin duda, un narrador sensible y exquisito en su manera tan profunda y delicada de plasmar las complejas sutilezas de las relaciones humanas, profundidad que logra a través de un estilo aparentemente sencillo que consigue contar mucho con muy poco. En sus páginas, suele optar por largos silencios, en detrimento del diálogo, porque su trazo habla ya por sí solo, incluso en esos momentos en los que los rasgos de los personajes apenas aparecen definidos. Probablemente ese estilo como de boceto, imperfecto e inacabado, es uno de los rasgos del estilo de Vivès que me resulta más fascinante, quizás porque posee una pureza de diamante a medio pulir que es capaz de captar, con una precisión abrumadora, un abanico infinito de gestos y emociones.

“Último fin de semana de enero” es, además, un ejemplo de cómo ese estilo de Vivès ha ido ganando en sobriedad cromática a medida que ha ido madurando. Atrás ha dejado las intensas paletas de colores que podemos encontrar en obras como “En mis ojos” o “Amistad estrecha”, para dar paso a una austeridad que ha desarrollado en algunas de sus mejores novelas gráficas, como “Polina” o “Una hermana”. Lo cierto es que “Último fin de semana de enero” es un absoluto deleite, un sencillo y bello despliegue de maestría que demuestra, una vez más, lo bien que le sientan los años a este autor excepcional.

 

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