Tokyo Zombie

Caso curioso el de Fujio. Personaje inconfundible, en la última década hasta se ha convertido en un icono popular entre los aficionados al underground y el cómic pulp, a pesar de que nadie se había animado hasta ahora a publicar los mangas de Yusaku Hanakuma por estas tierras. Sorprendente, por cuanto la popularidad del karateka de afro blaxplotation llegó a tal punto en tierras niponas que se convirtió en objeto de una película de imagen real (en España no ha visto la luz, pero sí que ha contado con ediciones dvd en UK, Francia o Alemania). Al final ha tenido que ser, quién si no, Autsaider Cómics quien nos acerque por estas tierras la primera de las historias protagonizadas por Fujio, algo así como una novela gráfica de más de 150 páginas que además cuenta con un detallazo en la portada a nivel de edición: el afro del protagonista es el realidad una pieza de terciopelo que inevitablemente te empujará a sobarle el pelazo una y otra vez...

Y es que que parece imposible no cogerle cariño a Fujio, un esforzado luchador que de la noche a la mañana ve como una plaga zombie asola Japón llevándose por delante incluso a su gran maestro. El planteamiento argumental, una road movie zombie inevitablemente naíf y decididamente gamberra, se adelanta una década al éxito de “Walking Dead” (por favor, que alguien le pregunte a Frank Darabont si alguien conocía de la existencia del trabajo de Yusaku Hanakuma cuando empezó a darle vueltas al concepto en su cabeza). También tiene este “Tokyo Zombie” de fábula distópica, con ese mundo dominado por las élites que aprovechan el desastre zombie para terminar de someter a las clases más bajas. ¿Les suena de algo? Esta vez me temo que el ejemplo lo encontramos mucho más cerca…

Por último, aunque no menos importante, señalar el peso de Hanakuma dentro de esa corriente bautizada “heta-uma” (“malo pero bueno”) que hace de la necesidad virtud y de un lamentable estilo gráfico la mejor manera de aproximarse al underground. Teniendo en cuenta que “Tokyo Zombie” se publicó originalmente en 1999 y que cada vez el mayor el número de autores que apuestan por estas formas -hay ejemplos más que de sobra de sus hijos putativos en nuestro país en editoriales como Apa Apa, Ediciones Valientes o la misma Autsider- cabe reivindicar este volumen también por su valor como pionero del estilo, haciéndose sitio a hostia limpia.