Ahora que nuestro vecino del norte, Francia, vuelve a estar en la actualidad de los medios por diversos motivos (sus últimas tribulaciones políticas, los Juegos Olímpicos) es un momento ideal para acercarse a este ambicioso cómic que reconstruye el episodio central de su historia, el momento en el que la más poderosa monarquía absoluta del continente se derrumbó y fue sustituida por la primera república democrática de Europa desde la Atenas clásica, con su famoso lema “Liberté, Égalité, Fraternité”. Ya se han publicado en España los dos primeros tomos de lo que se anuncia como una trilogía.
Se trata de una obra con dos autores muy jóvenes, Florent Grouazel y Younn Locard, que, casi sin experiencia previa, se han atrevido a construir un detallado retrato de una época convulsa y contradictoria. Aún a falta de conocer su cierre, se puede afirmar que han salido bien librados, reconocidos, entre otros premios, con el el prestigioso Fauve d’Or en el festival de Angoulême del 2020. Curiosamente, ambos combinan los roles de dibujante y guionista. A pesar de esta alternancia en los lápices, “Revolución” mantiene una notable coherencia visual. Busca su inspiración en los grabados de la prensa del XIX (en ese sentido, puede recordar a una versión más limpia y coloreada del fantástico trabajo que realizó Eddie Campbell en “From Hell”), mientras que en las escenas más multitudinarias y dramáticas nos encontramos con numerosas reminiscencias pictóricas: del inevitable Delacroix al “Guernica” de Picasso. El resultado es excelente, y consigue introducirnos en los ambientes y paisajes del París de la época, de las cloacas que sirven como refugio a mendigos y delincuentes al lujo de los palacios de la nobleza.
Lo más original y, también discutible, de “Revolución” es la estructura, el guion, que se aleja bastante a lo que podríamos esperar de un cómic histórico. De hecho, probablemente serviría para ilustrar una tesis sobre la influencia de la televisión moderna en otros medios. “Revolución” se asemeja bastante a cómo te imaginarías que David Simon, el creador de “The Wire” o “Treme”, plantearía una miniserie dedicada a los días previos e inmediatamente posteriores al gran estallido. Los protagonistas de la historia que acuden inmediatamente a nuestra mente, como La Fayette, María Antonieta o Robespierre, están de fondo, mientras que nos colocan en primer plano a una serie de personajes, algunos reales y otros ficticios. Entre ellos hay un autor de panfletos ultrarrealistas y reaccionarios, que al parecer es una versión no muy disimulada del periodista y político de la extrema derecha Eric Zemmour; un niño vagabundo que intenta sobrevivir en medio del apocalipsis; una joven campesina que hace lo posible por mejorar su miserable existencia; un burgués que se ve envuelto en diversas dificultades porque es el hermano gemelo de uno de los líderes del Tercer Estado… Todos ellos tienen motivaciones que, en origen, no guardan ninguna relación con la Revolución, pero, de una manera y otra, son empujados a participar. El cómic se articula a través de una serie de visiones "laterales" de los grandes acontecimientos, y así observamos cómo la gente común los percibía y se veía afectada.
Pero esto también tiene un lado negativo. Al renunciar a un hilo conductor que te lleve por los tumultuosos hechos que se suceden, aquellos lectores que no los conocen íntimamente pueden verse perdidos o desorientados. Al final de ambos tomos, hay sendos epílogos por historiadores franceses y, según tu grado de conocimiento de la historia francesa, tal vez conviene transformarlos en “prólogos”. En ese sentido, “Revolución” es un cómic estupendo, pero que está destinado a los aficionados a la historia más que a un público general.
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