Ralph Azham: Piedra enterrada no aprende nada
Comics / Lewis Trondheim

Ralph Azham: Piedra enterrada no aprende nada

8 / 10
Roger Seró — 29-09-2015
Empresa — Norma Editorial

El francés Lewis Trondheim es uno de esos dibujantes de cómics tan prolíficos y brillantes que dan ganas de reprocharle que no publique títulos aún mejores, porqué notas que seria perfectamente capaz. Prueba de ello fue el abandonado proyecto colectivo “La mazmorra” que co-lideró al guión con Joann Sfar y compartió con docenas de dibujantes europeos en una treintena de álbumes publicados durante los años 2000. La genial fusión de humor y fantasía construida en esa serie imposible resurgió en una historia completamente nueva: “Ralph Azham”. En el cuarto volumen de la serie, “Piedra enterrada no aprende nada”, que acaba de publicar Norma Editorial, Trondheim retuerce aun más esta historia de magia, misterio, venganza y chistes para demostrar de lo que es capaz.

Ralph Azham es un pato patoso de pelo azul desubicado en este nuevo mundo medieval fantástico poblado por animales antropomórficos. Su camino del héroe empieza cuando debe huir de su pueblo natal a la vez que brotan misterios sobre su pasado familiar. Indudablemente, Ralph es una nueva encarnación de Herbert de Vaucauson, el pato protagonista de “La mazmorra”. Un patoso que prefiere un libro a una espada o un rato de ligoteo a una escaramuza. Por cierto, el nuevo personaje femenino es Zania, una gata negra guerrera que al lector de “La mazmorra” le recordará a Isis, el interés amoroso de Herbet. El encuentro de Ralph con Zania se da en la gran ciudad de Astolia, nuevo escenario de sus gestas donde será perseguido por el poder y empezará a dudar sobre la figura de Von Syrus, el villano de este mundo que aún no hemos visto en una viñeta. La serie se completa con los tres títulos anteriores “¿Mentimos a los que queremos?”, “La muerte al principio del camino”, “Negras son las estrellas” y llegará hasta el octavo.

Lo que hace de Ralph Azham una lectura obligatorio es el logradísimo tono épico a la vez que parodia del mismo. Cada hechizo u objeto mágico es un chiste y a la vez un recurso narrativo que Lewis Trondheim sabe cómo utilizar para espolear y embellecer la historia. Son frecuentes los personajes con poderes absurdos como adivinar cuantos hijos tendrá una persona u oler a distancia. El mismo personaje de Yazou, un niño brujo envejecido por una maldición, utiliza trucos que son puros faroles o palabras mágicas inventadas cuando sus poderes no están a la altura. Situaciones hilarantes que no hacen más que sumar a una trama envenenada de violencia y ajustes de cuentas (Y ahora por fin alguna escena de cama)

Seguramente “La mazmorra” nunca acabó de construirse porque el proyecto en si era una gran broma. Múltiples tramas llenas de túneles interiores y con pocas puertas para los nuevos lectores. Ralph Azham, en cambio, es una puerta abierta de par en par y, para los nostálgicos prematuros, también un regreso a tiempos pretéritos.

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