¡Oh diabólica ficción!

Es larga la tradición de títulos comiqueros que encuentran su razón de ser en la reflexión sobre el acto creativo. Desde la saga “American Splendor” hasta el recientemente publicado en España “Sam Zabel y la pluma mágica” de Dylan Horrocks, pasando por las innumerables obras de slice of life que a menudo combinan lo emocional con las referencias a los motivos y la ausencia (o no) de inspiración a la hora de enfrentarse al tablero de dibujo. De alguna forma “¡Oh diabólica ficción!” viene a encuadrarse en ese mismo contexto, aunque tratándose de Max inevitablemente este volumen se disfraza de fábula contemporánea y experimento controlado, en la línea de su trabajo de los últimos años. No en vano el grueso del material que forma parte de este volumen, 35 historietas de doble página, se publicaron originalmente en El País Semanal entre 2013 y 2015.

Todas ellas y aquellas otras que completan el álbum con formatos diferentes protagonizadas por una demoníaca representación de la divina inspiración en forma de urraca. Deslenguada y un poco puñetera, Mr. Brown (que así se llama el pajarraco) enciende y apaga a su antojo la bombilla de artistas y demás mortales con ocurrencias disparatadas, ideas geniales y tontadas con potencial comercial, además de protagonizar ella misma ejercicios semánticos y experimentos gráficos que aún siendo puro Max no renuncian a la accesibilidad.

Por eso creo que realmente Max ha disfrutado facturando a lo largo de los últimos años “Las aventuras de Mr. Brown”, un trabajo que por muy agotador pueda resultar en cuanto al ritmo de entregas y lo limitado de su temática, también le permite frivolizar, divertirse y lanzar dardos envenenados en medio de referencias a la crisis económica en Europa.