El día que cambié a mi papá por dos peces de colores
Comics / Neil Gaiman, Dave McKean

El día que cambié a mi papá por dos peces de colores

10 / 10
Eduard Tuset — 26-02-2018
Empresa — Astiberri

Quizás no sea necesario decirlo, pero Dave McKean es uno de mis ilustradores favoritos, sobre todo desde que, en 1997, compré y leí por primera vez este libro ilustrado. Desde aquel entonces mi adoración se amplió todavía más. Soy fan acérrimo de su “Arkham Asylum”, de “Abrázame” de Hellblazer, de su “Orquídea negra”, de sus portadas para “Sandman”, de ese duro “Cages”, que casi no pude acabar de leer, y por supuesto de todas esas míticas portadas de discos con las que los amantes de la música hemos alucinado durante años. El caso es que, en esta obra, McKean cambió de registro para firmar un cuento infantil para adultos que revolucionaría la forma de contar historias. Desde aquellos días han sido muchas las obras que se han inspirado en su trabajo y que se han atrevido a romper tantas fronteras como él hizo a finales de los noventa, como es el caso de "El día que cambié a mi papá por dos peces de colores".

Muchos de los cuentos ilustrados que nos encontramos a día de hoy en las librerías quizás no existirían de no ser por este trabajo en el que Neil Gaiman y Dave McKean tomaron riesgos y llegaron a buen puerto. Puede que sea mi visión personal, pero no creo que ande muy desencaminado. Hablemos ahora del libro en cuestión. La historia en si es sencilla –el título habla por si mismo- y está protagonizada por un niño que intenta recuperar a su padre después de darse cuenta que no debería haber hecho un trueque así. Los personajes, tanto femeninos como masculinos, son fuertes, definidos en breves trazos de guión y de dibujo, en lo que parece un simple cuento y casi una anécdota, pero que releído veintiún años después parece gozar de una fuerza todavía mayor de la que sentimos en el momento de su publicación. Para redondear, esta edición cuenta con una portada nueva y no con la clásica –que dos años después veríamos reproducida en la portada del disco “This Desert Life” de Counting Crows- y con un curioso epílogo de Gaiman sobre el origen de la historia.

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