Los puentes de Moscú

La primera vez que leí sobre lo que iba a ser “Los puentes de Moscú”, la nueva obra de Alfonso Zapico, pensé que quizás tendría algunos puntos en común con el todavía reciente “La encrucijada” de Paco Roca. Una vez leído, quizás tuviera algo de razón, aunque las coincidencias tengan más que ver con el planteamiento inicial que con lo que han acabado siendo ambas obras. Si Roca nos describía el devenir de su proyecto junto a José Manuel Casañ, corazón y músculo de la banda Seguridad Social, el nuevo cómic de Zapico aprovechaba una entrevista que el político y periodista Eduardo Madina iba a hacer a Fermin Muguruza para la revista Jotdown. Ambos trabajos planteaban diálogos entre personalidades sólidas y lúdicas con vistas a descubrirnos las profundidades emocionales de los protagonistas. Ahora bien, a partir de ahí los caminos por los que discurre cada una de las obras es distinto. Mientras en el caso de los valencianos se nos habla más sobre el acto creativo y sobre sus diversas facetas, Zapico explora en terrenos más complicados por lo que se refiere a los sentimientos generados.

El asturiano toma como eje central la charla entre Madina y Muguruza para, desde esa columna central, llevarnos al pasado y explicarnos cuál fue la realidad de ambos protagonistas en los tiempos en los que la vida en el País Vasco era complicada, sino complicadísima. Zapico nos cuenta la historia desde dos perspectivas distintas y nos ayuda a entender una pequeña parte de lo que fue aquello, el conflicto, la violencia, la crudeza del día a día, etcétera. Lo que vendrá después será una charla entre ambos hombres sin reproches, sin discusiones, sin acritud pese a haber tomado posturas distintas en sus vidas. En ese momento a Zapico no le falta añadir demasiado. Todo fluye con simpatía y cordialidad, como si la modesta y amigable charla entre los protagonistas fuese en el fondo la representación del momento actual en la sociedad vasca.