La guerra de Alan

Alan Ingram Cope fue uno de aquellos jóvenes norteamericanos llamados a filas para combatir en la Segunda Guerra Mundial. Según él mismo, no experimentó nada ni más ni menos extremo que cualquier otro hombre destinado a ser soldado en una contienda como cualquier otra. Su vida avanzó y con ella sus olvidos y recuerdos, y a la edad de sesenta y nueve años se cruzó con el artista Emmanuel Guibert de un modo fortuito. Fue entonces, mientras Ingram desgranaba su historia ante Guibert, cuando el segundo le dijo: “Hagamos libros juntos, usted me cuenta y yo dibujo”; y durante cinco años (Ingram murió en 1999) hablaron y hablaron y la vida del soldado anodino fue trasladada a tres preciosos libros titulados “La guerra de Alan”, “La infancia de Alan” y “Martha y Alan”, verdaderas gemas del universo histórico-gráfico de nuestro siglo. No hay aquí un enfoque escrupuloso ni pormenorizado de la(s) vida(s) y obra(s) de Ingram porque su mente no trabaja así ni tampoco la de Guibert.

Las elipsis, las cartas, las fotografías, los poemas y los vacíos que nutren todo recuerdo quedan plasmados con atino y sentido, convirtiendo este integral de las tres partes en un tomo imprescindible en toda librería. ¿No es fabuloso vivir? ¿No es aún más asombroso poder vivir la vida de los demás a través de un libro? Pocos saben hacerlo bien, Guibert es uno de ellos. Esto es colosal.