La gente honrada

Es un verdadero placer enfrentarse a las cuatro partes de "La gente honrada" –"Invierno", "Primavera", "Verano" y "Otoño (Veranillo)"– en un único volumen. Leer del tirón las casi trescientas páginas de la historia de Philippe, un francés de mediana edad que pierde su trabajo al inicio de la obra, nos permite viajar junto a él, sus familiares y amigos en una aventura de aquellas teñidas de realidad hasta extremos insospechados. A sus cincuenta y tres años, Philippe debe enfrentarse a sus miedos e iniciar una nueva vida obligado por las circunstancias. Incapaz de asumir su situación, Philippe esconde su dolor, se deja llevar por el pesimismo y cae en un agujero existencial del que, poco a poco, le veremos salir para reinventarse y rehacer su vida. Por el camino habrá decepciones, sorpresas, trabajos inesperados, grandes amistades, amor y una familia que le hace costado en todo momento.

Eso viene a significar que “La gente honrada” es un cómic para reir y también para llorar, una historia con la que resulta sencillo empatizar: todos hemos vivido acontecimientos similares en nuestros círculos más cercanos. Y lo cierto es que Jean-Pierre Gibrat (autor de, entre otros, el también muy recomendable "La prórroga") y Christian Durieux (dibujante de los dos primeros episodios, y responsable también del guión de los dos siguientes) firman un guión perfectamente hilado, realista y sin moralinas evidentes. Sus personajes, de generaciones distintas, se equivocan, se retractan, aciertan, dudan, pero sobre todo aprenden a lo largo del viaje. Ninguno de los protagonistas es el mismo al acabar “La gente honrada” que al iniciarse todo de forma inesperada en invierno. Conoceremos a algunos francamente adorables, otros que nos sorprenden conforme nos vamos familiarizando con ellos y unos pocos capaces de cambiar radicalmente, con sus acciones o su apoyo, la vida del propio Philippe.

De algún modo, Gibrat y Durieux firman una suerte de “Los combates cotidianos” con un protagonista de mayor edad y mayores responsabilidades en la vida, que sufre también una crisis personal como Marco, el personaje creado por Manu Larcenet, pero en este caso dada por unos acontecimientos que el siempre entrañable Philippe es incapaz de controlar.