Kokoro. El sonido oculto de las cosas
Comics / Igort

Kokoro. El sonido oculto de las cosas

8 / 10
Laura Madrona — 16-02-2023
Empresa — Salamandra Graphic

Esta es una carta de amor que Igort, nombre de guerra tras el que se esconde el gran Igor Tuseri, ha escrito y dibujado al país del sol naciente. Una suerte de maravillosa miscelánea que escapa cualquier etiqueta porque su carácter híbrido consigue difuminar y desdibujar (afortunadamente) las a veces innecesarias fronteras entre géneros. Así que podríamos intentar varias combinaciones y llamar a esta obra reportaje gráfico, o cómic-reportaje, o incluso cómic autobiográfico, pero quizás es mejor dejarse llevar por la deriva de este inefable viaje, físico y espiritual, en el que el autor italiano ha realizado un profundo esfuerzo por asir y plasmar la idiosincrasia de Japón y su fascinante cultura, donde tradición y modernidad encuentran puntos de conexión sorprendentes, e incluso muchas veces desconcertantes, para la mirada occidental.

Es una obra que nos entra directamente por los ojos y parte de la culpa la tiene la excelente y cuidada edición que se ha currado Salamandra Graphic, optando por el formato apaisado de los cuadernos de viaje – necesario para hacer justicia a las acuarelas de Igort -, con inevitables reminiscencias a los antiguos diarios en los que grandes viajeros y exploradores intentaban documentar, con afán de engrosar el conocimiento sobre territorios lejanos, todo aquello que era capaz de estimular su capacidad de maravillarse.

Igort posee una indudable vocación antropológica, y el hecho de haber pasado largas estancias en el país nipón trabajando para la editorial Kodansha no sólo le han convertido en un privilegiado para acercarse a la sociedad japonesa, sino que también le ha brindado la oportunidad de conocer a algunos nombres propios de su cultura, como el compositor Ryūichi Sakamoto, la mangaka Rumiko Takahashi o Katsuhiro Ōtomo (el autor de Akira, sí). Estos encuentros se mezclan en el libro con otras impresiones acerca del cine, la literatura, el folclore, la historia o la cultura manga, combinándose, como el mismo Igort dice, “en un flujo febril que dio lugar a una narración natural e íntima” donde las magníficas ilustraciones y las anotaciones conforman fragmentos que parecen dialogar entre sí, evitando constreñir esa narración en límites temáticos o cronológicos y desplegando un riquísimo abanico de estilos.

De nuevo Igort demuestra por qué es uno de los creadores italianos más versátiles y polifacéticos. Y aunque esta no es la primera vez que el autor ha intentado captar su fascinación por el país del sol naciente (ya lo hizo en sus Cuadernos japoneses, también editado por Salamandra), en esta ocasión se ha dejado guiar por esas tres sencillas sílabas, kokoro, el corazón, acercándose a las cosas no con una mirada racional, sino con “la pureza de un niño”. Sin duda resulta tarea imposible abarcar en una sola obra, o dos, la riqueza de la cultura japonesa. Pero este libro de retazos constituye un estímulo enorme para continuar ahondando en su singular y única belleza.

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