In The Pines. 5 Murder Ballads
Comics / Erik Krier

In The Pines. 5 Murder Ballads

8 / 10
Eduardo Izquierdo — 07-12-2022
Empresa — Norma Editorial

Magnífico volumen, del que esperamos continuidad, este en el que el holandés Erik Krier, al que servidor conocía especialmente por su catálogo de libros infantiles, ha rescatado cinco murder ballads y les ha dado formato gráfico. Quizá no es necesario, pero recordemos que el género de las “baladas de asesinatos” proviene de lo más profundo de la tradición folk, y no son más que historias, muchas de ellas basadas en hechos reales, en las que el protagonismo se lo lleva una muerte violenta.

Utiliza Krier la apuesta por una sola gama de tonalidades en cada una de las historias, optando por tonos tierra, básicamente, para darle mayor empaque al resultado. Empieza la cosa con “Pretty Polly”, tema cantado por The Stanley Brothers o The Byrds, aunque el dibujante y guionista se basa en una versión más antigua y más larga de la historia. En ella descubriremos otro elemento muy común en la mayoría de las murder ballads: las historias de amor o sexo que acaban mal. El color verdoso elegido pone el resto para una historia con el mar como protagonista. Tras ella llega “El largo velo negro” o, lo que es lo mismo, la adaptación de “Long Black Veil”. Por ponerla en contexto, una de las canciones que Johnny Cash –uno de sus muchos intérpretes– pasó a su hija Rosanne en una lista de cien canciones imprescindibles del country que debía conocer. “Taneytown”, por su parte, rebusca en el repertorio de Steve Earle. Sombría, como todas, en este caso es el ocre el protagonista de una historia con un trasfondo militar. “Caleb Meyer” es también más contemporánea. La canción en que se basa es obra de Gillian Welch en 1998 y en ella la apuesta vuelve a ser lo verdoso o azulado. No podía faltar una historia basada en el célebre álbum de Nick Cave titulado simplemente “Murder Ballads”, y qué mejor que la más conocida de ellas, ese “Where The Wild Roses Grow” que grabó con Kylie Minogue y que, de paso, también incorpora otro elemento habitual en este tipo de canción, la relación con la cárcel.

Muy visual, la obra opta especialmente por la imagen como transmisora de los mensajes. Encontramos páginas en las que el texto apenas aparece y eso se me antoja un acierto para que el ambiente se haga más pantanoso y tremendamente sureño. Y es que nos e puede olvidar que el sur de los Estados Unidos ha sido el principal abastecedor del género. Decir que hay que escuchar las canciones en las que se basan las historias es demasiado obvio ¿no?

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