Cuánto savoir faire en estas páginas. Juan Díaz Canales, Teresa Valero y Antonio Lapone firman este estupendo cómic que recoge el auge y caída de “Gentlemind”, una revista ficticia neoyorquina que, durante más de tres décadas, le tomara el pulso a la ciudad que nunca duerme, reflejando algunas de las tensiones más importantes de la historia de Estados Unidos.
La riqueza de esta obra es tan inmensa y sus atributos tan numerosos que cuesta decidir por dónde empezar a hablar de ella, pero quizás lo más sencillo es comenzar por aquello que le confiere solidez y delata la maestría de las dos plumas responsables de esta maravilla. El guion de Juan Díaz Canales y Teresa Valero funciona a la perfección, como un engranaje engrasado que gira sin dificultad ni trabas, haciendo de su lectura un ejercicio fácil, gustoso y absorbente. Al igual que la visionaria Navit y el sentimental Oswaldo Trigo unen esfuerzo y talento para llevar a “Gentlemind” hasta el olimpo de las revistas, Díaz Canales y Valero han conseguido formar un tándem ganador, construyendo una historia fascinante que engancha desde las primeras páginas y perfilando unos personajes llenos de contradicciones que evolucionan a medida que esa revista, que podía perfectamente haber figurado entre los estantes de cualquier quiosco junto a The New Yorker o Esquire, se erige como un referente cultural de la sociedad estadounidense.
El estilo de Antonio Lapone es la excelente rúbrica a ese guion redondo. Después de pasar por el tamiz de su lápiz, el estilo clásico de esas revistas cobra una nueva dimensión, como si Joyce Ballantine, Norman Rockwell o Rea Irvin, encarnados todos ellos en el malogrado Arch Parker, hubieran despertado de pronto en pleno siglo XXI y se hubieran puesto a dibujar. Mención aparte merecen también las numerosas portadas ficticias de “Gentlemind” que salpican el relato, marcando su evolución y decadencia: portadas que podrían haber sido y que, sobre todo, destilan nostalgia por el papel y por épocas pasadas que, a pesar de no haber vivido, puedo llegar a saborear en estas páginas.
Sin duda, es imperativo destacar la impresionante labor de investigación y documentación que Díaz Canales, Valero y Lapone han llevado a cabo para devolvernos todo ese deslumbrante imaginario estadounidense que ha perdurado a través de sus revistas y su séptimo arte. Aquí encontramos reminiscencias de los mejores relatos clásicos (como cinéfila, enseguida me vienen a la mente “Luna nueva” de Howard Hawks o “Juan Nadie” de Frank Capra). Y es que, para crear una buena historia como la que nos ocupa, no es necesario recurrir a forzados artificios ni huecos efectismos. Sobre todo, si se dispone de un gran guion y de alguien como Lapone para insuflarle vida.
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