Fabien Vehlmann tiene “algo” pendiente con la idea de supervivencia que parece que le obsesiona. Ya trabajó sobre ello en su serie de “Solos” (supervivencia humana a través de varios grupos de niños en un mundo postapocalíptico) y ahora desarrolla el concepto de la supervivencia animal unida a la de algunas tribus humanas. “El dios salvaje” versa fundamentalmente sobre los instintos básicos, por lo que la obra supura una crudeza que contrasta con la belleza bruta de las páginas dibujadas por Roger Ibáñez.
A Ibáñez no le tiembla el pincel a la hora de representar la destrucción, la sangre y la muerte. También las escenas de acción y de lucha están muy bien ejecutadas, mientras que los textos de Vehlmann están cargados de poética y de sentimiento épico. “Se dice que entre esos depredadores se esconde a veces un dios salvaje: la encarnación en la Tierra del señor de la violencia. Recuerdo que pensé que los verdaderos Dioses mono no eran esos animales, sino los humanos. Los únicos seres capaces de tanta crueldad”.
Este álbum es un alegato contra la violencia, el maltrato animal, la esclavitud y el imperialismo. Pero no es una historia fácil ni ligera, sino que requiere cierto esfuerzo seguirla y deja con mal cuerpo al lector, sobre todo, por su inesperado final.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.