Ojo que este no es un cómic fácil. Me explico rápidamente. Ni su dibujo, ni tampoco su guión son de los que entran a la primera, y eso, por supuesto, es un lastre. Y más en estos tiempos en los que las publicaciones se multiplican y en el que el consumo de cualquier tipo de producto es fugaz. Por eso esta primera muestra de las aventuras de la ninfa acuática Aglaé y su búsqueda del amor eterno requiere esfuerzo.
La francesa Anne Simon ha pretendido crear con esta serie un universo propio en el que la ninfa protagonista refleje las cuestiones de nuestra sociedad y de nuestro tiempo desde un mundo imaginario. Ya saben, a lo Orwell y “Rebelión en la granja”. Lo que es una lástima es que la artista se queda a medias, porque la idea es buena, e incluso funciona a ratos, pero el conjunto global no remonta. En ocasiones, sus textos se endulzan demasiado y eso crea una distancia emocional con respecto a un dibujo feo conscientemente, pero también algo falto de chispa. Quizás la próxima vez tengamos que pedirle algo más de pericia en la resolución para que la experiencia de leerla resulte más gratificante.
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