Doncella 1. Principiante
Comics / Florence Dupré La Tour

Doncella 1. Principiante

8 / 10
Laura Madrona — 06-03-2023
Empresa — Astiberri

La semillita. La COSA que no se nombra. El pecado de la carne. Para Florence Dupré la Tour, que creció en el seno de una familia conservadora y religiosa, el sexo, y cualquier aspecto relacionado con ese tema, era tabú. Un tabú incómodo, de esos que desatan una risilla floja y nerviosa, como la que experimentan los personajes al principio del libro al escuchar, por enésima vez, la anécdota de la tía abuela que huyó despavorida en su noche de bodas.
Así comienza esta obra que conforma, junto a “Pucelle 2. Confirmée” (aún no editado en nuestro país), ese díptico autobiográfico en el que la autora francesa ha querido, mediante una purga creativa, exorcizar todas esas patrañas que su entorno patriarcal y católico le embutieron desde su más tierna infancia. Y lo hace tirando de mucho sarcasmo y mala baba, cosa que me congratula enormemente porque, aunque he disfrutado muchísimo leyendo este cómic, he de confesar que en ocasiones lo he hecho con una sonrisa congelada, al verme reflejada en alguna de las situaciones absurdas que Dupré la Tour explica en este loable ejercicio de cruda y refrescante sinceridad.

Dupré la Tour escapa de cualquier idealización de su familia y de una infancia marcada por el despotismo de su padre y la sumisión de su madre. Los padres se presentan como figuras que perpetúan un sistema en el que la ignorancia alrededor de ciertos temas asegura el orden tradicional de las cosas, condenando cualquier desviación que aleje a las niñas del camino virtuoso de las doncellas. La absurdidad de las explicaciones condescendientes que le ofrecen los adultos se topa irremediablemente con la curiosa inteligencia de la protagonista, que intuye desde muy pequeña que algo no cuadra en esa historia que le han contado. ¿Cómo capear el temporal de cambios físicos y de despertar sexual que se avecina cuando los adultos son incapaces de tratar el tema sin ruborizarse? La vergüenza, la culpa, el resentimiento y el rechazo se convierten entonces en un agujero negro en el pecho de esa niña confundida y angustiada que se encuentra a las puertas de la pubertad con más preguntas que respuestas.

Más allá del valor testimonial de esta obra, que expone todos esos lugares comunes a los que, en mayor o menor medida, nos hemos enfrentado alguna vez la mayoría de mujeres, hay que señalar el talento de Dupré la Tour para guiarnos de un modo natural y ameno a través de una historia provocadora en muchos aspectos, y nada fácil de explicar, en la que se ha expuesto a sí misma con una franqueza casi catártica. Durante la lectura de esta novela gráfica, a veces reímos por no llorar. Porque no nos queda otra. Dupré la Tour sale más que airosa en hallar el equilibro entre la inocencia infantil y un humor un tanto corrosivo, sin desmerecer en ningún momento los pasajes más felices de su infancia. Quedamos a la espera de que Astiberri nos brinde, más pronto que tarde, la oportunidad de disfrutar con su prometedora segunda parte.

 

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