Cuando el trabajo mata
Comics / Mardon, Delalande & Prolongeau

Cuando el trabajo mata

8 / 10
Raúl Julián — 02-01-2023
Empresa — Garbuix Books
Fotografía — Archivo

De la colaboración del dibujante Grégory Mardon y los escritores Arnaud Delalande y Hubert Prolongeau, surge esta estremecedora novela gráfica de investigación que luce en todo lo alto un manifiesto y nada velado título. Vaya por delante que “Cuando el trabajo mata” no es un volumen fácil ni cómodo de asimilar, una vez que los autores han conseguido concretar con acongojante precisión toda esa angustia que cae como una losa sobre el protagonista. Una historia iniciada con la ilusión de un joven apasionado por los coches que consigue el trabajo de sus sueños y que, con el paso de los años, deriva en desdichado desenlace acontecido en las entrañas de la misma empresa automovilística.

Una secuencia que muta progresivamente, a medida que las exigencias motivadas por su ocupación como ingeniero comienzan a engullir –casi literalmente– la que hasta entonces era una existencia satisfactoria. Una ansiedad que se precipita hasta lo insoportable y que, desde cada viñeta, aparece compartida en vertical gracias a un guión que empatiza poderosamente con el lector. “Cuando el trabajo mata” se basa en los casos reales acontecidos en Francia en Renault y France Telecom entre los años 2006 y 2009 (y en el consiguiente libro al respecto de Paul Moreira y el propio Hubert Prolongeau), saldados con el suicidio de varios trabajadores sobrepasados por exigencias, responsabilidades y objetivos planteados por deshumanizados mandos superiores. El tomo acomete, sin adornos, el que en realidad es uno de los males endémicos de nuestro tiempo, con un círculo vital que encuentra en el trabajo ese núcleo magnético del que cada vez se hace más complejo escapar. Es el (desorbitado) precio a pagar por mantener el actual ritmo de vida, resultado directo de la ambición y que, en muchos casos, condena a una situación de infelicidad irreversible.

“Cuando el trabajo mata” es, efectivamente, un cómic de difícil digestión. Por el escalofriante realismo con el que sus artífices consiguen plasmar el caso de Carlos Pérez; pero también porque cualquiera puede verse reflejado (en mayor o menor medida) en el suceso en cuestión, en lo que cabe entender como un espejo nada halagüeño que reflecta nuestra propia existencia. Una referencia de consecuencias tan arrasadoras como del todo necesaria, en el ámbito de una sociedad en la que el trabajo unifica preocupaciones y coloniza la mayor parte del tiempo con egoísmo insaciable y atroz. Tanto que puede llegar a motivar una calidad de vida paupérrima o incluso incitar a medidas drásticas e irreversibles.

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