Como peces en la red
Comics / Juan Álvarez Montalbán

Como peces en la red

8 / 10
José de Monfort — 29-03-2020
Empresa — Nuevo Nueve

Hay un verso de Guillermo Carnero que le viene perfecto a esta novela gráfica de Juan Álvarez, poco dado a las narraciones largas, más bregado en la historieta corta y en los últimos años ocupado en organizar talleres, encuentros y dedicado a la cartelería y a las webs de entidades públicas y privadas. Dice así el verso: “Devuélveme el color y la palabra”. Color que se nos brinda en la cubierta del volumen (un dormitorio en la madrugada azul, con el contrapunto cárneo de dos cuerpos desnudos, cómodos en su compañía) y que volverá hacia el final de la historia al modo de la simbología celestial, de las estrellas del firmamento, el mar y la sensación de (¿falsa?) libertad. Y la palabra la irán adquiriendo paulatinamente ambos personajes gracias al sentimiento amoroso que les sobreviene y les ayuda a expresarse y conocerse (José y Ana, los protagonistas de este relato, cincuentones abatidos y casi desesperanzados, justo cuando comienza su “historia”).

Ya desde la paradoja del título, “Como peces en la red” (que evoca tanto el sentimiento de cautividad de un pez cazado, así como la facilidad metafórica con la que alguien se mueve en el mundo digital) nos anuncia Álvarez las diferentes dicotomías que se presentarán en el libro y que pueden fundamentarse en una: las responsabilidades que nos atenazan y limitan nuestra libertad. Aquí se puede ver fundamentalmente en el caso de Anna, recepcionista en un hospital catalán para enfermos mentales y casada con un hombre hosco, emocionalmente rudo, al que hace ya mucho tiempo que no le une ningún vínculo amoroso más que ese lazo tortuoso del deber de permanecer en el hogar familiar por los hijos. El marido la trata muy mal, la desprecia y humilla, pero aun queriendo dejarlo, Anna sigue a su lado. Hasta que, claro, aparece José en su vida, un hombre canario, ex marinero y profesor de clases particulares, que le devuelve la ilusión. En el caso de José su falta de libertad amorosa proviene del recuerdo de un amor trágico (y del que él se siente responsable).

La composición de los planos de las diferentes viñetas es magnífica en su (aparente sencillez). Una línea clara, elegante y sobria se pone al servicio de los vaivenes de la trama empujada a base de desgracias, que no hacen sino continuar la vida infortunada de ambos protagonistas, tanto la actual como la de la infancia (Anna se crió con su abuela y José perdió a su padre de bien niño). El relato juega constantemente en un zigzag temporal y los constantes flashbacks le dan vivacidad y soltura (menos calamitosa que melancólica, también es cierto). Además, un cierto humor socarrón alivia y equilibra la fatalidad de los hechos narrados (que, de otra forma, podrían caer en el tremendismo o incluso en el cliché). Pero, ya digo, que Juan Álvarez los badea con oficio, gracia y estilo y también en virtud a un cierto costumbrismo guasón que da brío y alegría al libro. Además, se trata de dos historias de vida que nos sirven para contextualizar el presente de los protagonistas y para explicarnos su complejidad.

Así, “Como peces en el agua” se lee con más con ilusión y ternura que con pena. Y ello a pesar de que tememos, sospechamos, que una relación a distancia (hasta un cierto punto solo basada en los mensajes y las llamadas de teléfono) como la que mantienen Anna y Juan (ella en Barcelona y él en Canarias) parece si no abocada al fracaso, quizá sí siempre pendiente de un hilo.

Sin querer desvelar demasiado del poético final abierto del libro, solo les diré, como afirma Jaume Vidal en el prólogo, que este libro demuestra que “la fuerza de la ilusión puede producir el auténtico amor”. ¿Les parece poco?

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