Cinco mil kilómetros por segundo
Comics / Manuele Fior

Cinco mil kilómetros por segundo

8 / 10
Laura Madrona — 09-11-2022
Empresa — Salamandra Graphic

Salamandra Graphic reedita esta maravilla de Manuele Fior, merecidísimo Premio a la Mejor Obra en el Festival de Angoulême 2011. Una obra atemporal, a la que podemos volver una vez tras otra, incansablemente, para dejarnos deslumbrar de nuevo por su evocadora nostalgia.

La historia de Lucia y Piero no es nueva. No es única ni inusual. Ha pasado y continuará pasando. Es, sobre todo, una historia de desencuentro. De personas condenadas a amarse. O a creer que deben seguir amándose a lo largo de los años. El mérito de Manuele Fior es, desde mi punto de vista, hacer de una historia de amor muy pequeña, incluso prosaica, algo grandioso, algo en lo que todas las personas, en mayor o menor medida, podemos vernos reflejadas. Con cinco pinceladas, cinco pedazos de vida, construye un relato delicado y sutil, sin grandilocuencias ni artificios, echando mano de una memoria que en ocasiones nos engaña y nos devuelve recuerdos sesgados. Porque los protagonistas de esta historia construyen a su manera, y a lo largo de los años, el relato de esa historia de amor, de lo que fue y de lo que pudo haber sido, como ese ideal al que regresar cuando las cosas no salen cómo esperábamos.

Fior es, sin duda, un narrador excepcional. Su magnífico dominio del tempo nos conduce por la historia a través de una narración tranquila y casi contemplativa. A esto contribuye su estilo y la elección cromática. La acuarela confiere a cada viñeta esa cualidad imprecisa y evocativa que poseen los recuerdos, tamizados por el paso del tiempo y el sesgo implacable de la memoria. Su maestría para captar y plasmar las expresiones y gestos de los personajes, a veces con trazos simples y sugerentes, en apariencia veleidosos, me hace pensar inevitablemente en el trabajo de dos bestias pardas de la bande desinée francesa, Blutch y Bastien Vivès.

El color no es un mero accesorio en la obra de Fior. La opción cromática para cada episodio, o recuerdo, nos sugiere el devenir de los personajes a lo largo de la historia. Así, vamos desde la luminosa y rutilante adolescencia, colmada de promesas, hasta la madurez, vacía ya de luz y, a riesgo de sonar melodramática, de esperanzas. Porque a Piero y Lucía, inexorablemente, y aunque nos gustaría que fuera de otra manera muy distinta, les separan abismos de espacio y tiempo.

No importa cuándo vuelva a leer esta novela gráfica. Sé perfectamente qué sentimientos va a despertar en mí. Pero su tristeza es tan reconfortante y hermosa que no me importa lanzarme y abandonarme a ella como quien alimenta la hoguera de la melancolía con un buen puñado de canciones tristes.

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