La Cúpula continúa reeditando el material que David Lapham editó bajo su propio sello y que la editorial catalana había publicado ya de forma más modesta. En este tercer volumen de la serie “Balas perdidas” se introducen nuevos personajes, en un intento consciente de dar nuevos bríos a la serie, mientras se conserva la habitual destreza del dibujante con las imágenes. Lo mejor, además, es que –como en el resto de volúmenes de la serie– uno puede enfrentarse a sus páginas habiendo pasado antes por el resto de tomos, pero también sin haberlo hecho, porque tienen el mérito de funcionar igual de bien como parte de un entramado más genérico que de manera independiente.
En esta tercera entrega, Lapham introduce también algo de fantasía para construir una obra que siempre, y no me pregunten por qué, me hace pensar en la película “Four Rooms”, dirigida entre otros por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino. Y es que, si se me permite la expresión, sus más de doscientas cincuenta páginas se me antojan muy tarantinianas. Lapham es un maestro de lo suyo, y eso hará que quienes ya conocen “Balas perdidas” sigan enganchados a sus historias, y los que no, lo hagan en cuanto apuren un par de páginas. Un mérito total y absolutamente suyo, por supuesto.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.