Algas verdes. La historia prohibida
Comics / Inès Leraud

Algas verdes. La historia prohibida

5 / 10
Jordian Fo — 13-02-2023
Empresa — Astiberri

“Algas verdes. La historia prohibida” es un alegato ecologista en el centro mismo de la Bretaña agro-ganadera. Se trata de una investigación llevada a cabo por la periodista Inès Leraud basada en entrevistas, documentos clasificados, declaraciones en prensa, comunicados, etc. A raíz de unos casos de intoxicación aguda detectados en algunas playas bretonas, Leraud se desplazó a la zona para descubrir que allí se concentraban montones de algas verdes que, cuando se pudrían, liberaban sulfuro de hidrógeno, un gas que puede ser letal si se inhala a ciertos niveles.

La conclusión de la investigación, y por tanto también la de este libro, es que las algas verdes que causaron estas muertes de animales y de tres personas son el resultado de la gran cantidad de purines que se generan en las granjas intensivas de cerdos de esta región del norte de Francia. Una conclusión demoledora, polémica y simplista que ya lleva tiempo abriendo debates allí donde se conoce.

Este cómic publicado por Astiberri incluye mucho texto y unos dibujos sencillos de Pierre Van Hove para acompañar la investigación; a menudo resulta confuso seguir la historia ya que el volumen de información, la cantidad de personajes implicados y las siglas de múltiples organizaciones de Francia es demasiado grande para ir procesándolo todo según pasan las páginas.

Además, el relato peca de simplista al mostrar solo la versión que interesa a la autora para llegar a la conclusión indicada. Por ejemplo, en la página 67 se afirma que “a través de los puertos bretones se importan soja y maíz OGM tratados con pesticidas”. No menciona a continuación que la legislación europea establece unos límites máximos de residuos de estos pesticidas muy estrictos y que se hacen controles a diario en laboratorios acreditados para velar por su cumplimiento. Otro ejemplo: en la página 102 un ganadero anónimo declara que “nos venden los pesticidas, los fertilizantes, los animales y el alimento. No podemos negociar nada”. No es cierto: en un sistema de integración, el ganadero pone las instalaciones y su trabajo a cambio de un salario previamente pactado con la empresa integradora. La empresa integradora facilita al ganadero los animales, el pienso y los tratamientos veterinarios.

No pongo en duda que el propósito de Inès Leraud con este ensayo gráfico sea justo y loable, pero resulta claramente tendencioso y parcial. Por tanto, sus conclusiones deben ponerse en entredicho por los lectores que tengan un mínimo de espíritu crítico.

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