Into The Night

“Into The Night” es una serie que merece la pena ver por todo lo que rehuyen las grandes series que llegan a las plataformas de video bajo demanda como Netflix. Es interesante, emocionante, está filmada con cierto estilo y tiene buen ritmo. Pero sobre todo es breve. Y ya conocen el refrán. Creada por Jason George y producida en Bélgica, es una apuesta más de Netflix Europa que da buenos resultados, la serie está basada en “The Old Axolotl”, una novela del autor polaco Jack Dukaj.

La serie mezcla el thriller con la ciencia ficción de una manera lúdica y consciente de lo que es, pero sin renunciar al buen gusto. Los seis capítulos de poco más de media hora pasan volando, y es fácil entrar en el juego en el que los personajes entran. Evidentemente, es su premisa, original pero simple, la que hace que esté lejos de ser una obra maestra. Un blockbuster hecho serie cuando más falta hacen.

En “Into The Night” el sol mata. Debido a unos cambios que sufre en su comportamiento habitual, se convierte en un microondas gigante que deja frito cualquier tipo de organismo vivo al contacto con su luz. Los protagonistas, a punto de coger un vuelo Bruselas-Moscú (también es interesante el european way que se propone en contraste con los fuegos de artificio hollywodienses habituales), se ven obligados a volar adelantándose al sol, siempre en la noche, para salvar sus vidas.

En el avión encontramos el típico grupo heterogéneo de personas, como en las fotos de los libros de inglés del colegio: un piloto mediador, un católico moralista, un turco buscavidas, una militar pasando por una mala racha, un ruso anciano con su cuidadora de raza negra, un militar italiano autoritario… Este crisol de personalidades es el vehículo perfecto para que “Into The Night” no sea solo una serie entretenida sobre un grupo de personas luchando por su supervivencia y asumiendo dejar lo que querían atrás, también es una alegoría –obvia, eso sí– sobre la sociedad y las dificultades que tenemos para entendernos por venir de backgrounds diferentes y cómo las profesiones y los roles que hemos asumido socialmente nos determinan y nos convierten en personas muy diferentes las unas de las otras. En esta dificultad se sostiene buena parte de la nueva apuesta de Netflix que se yuxtapone a la grande y evidente, claro, que es volar más deprisa que el sol. Me recordó a cuando de pequeño fantaseaba con ir de un sitio a otro donde siempre fuera verano pero en versión macabra.

Y es que “Into The Night”, con sus tics habituales de las películas y series de temática apocalíptica, consigue ir algo más allá sin caer en la pedantería. Son algo menos de cuatro horas de acción trepidante pero no esquizofrénica, que dejan entrever gran parte de lo que es la vida humana: una carrera contrarreloj en la que, muchas veces con nuestros prejuicios de por medio, haciendo lo posible por hacernos fracasar, intentamos dejar atrás lo que nos hace daño, ya sea el pasado o un sol que, irónicamente, mata.